32.- Adelina Amouteru

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Estamos lo suficiente cerca del océano que el sonido de los disparos delos cañones es ensordecedor. La lluvia azota de lado contra nosotros.Algunos de los barcos de guerra de Kenettran más cercanos del barcoreal de Beldish explotan repentinamente en curso, y me doy cuenta que Lucentdebe estar en algún lugar cercano, tirando y empujando con el viento lanzando elejército de Kenettran en caos. Otros disparo del barco Beldish; sólo veo sus cañonesdesenrollarse a la derecha en la cubierta de sus barcos o sus balas de cañón desaparecer en el medio del aire. Michel está en marcha. Sigo esperando ver aGemma reaparecer en la parte posterior de una de las baliras zumbando a travésdel cielo, pero no lo hace. Lluvia cubre mi cara. Recuerdo que somos enemigos.

Hay demasiados barcos Beldish. Un rápido vistazo es todo lo que me tomapara ver que esta no es una batalla que la marina de Kenettran puede ganar. ¿Cómopuedo si quiera empujarlos de vuelta? Bajo la vista hacia las velas del barco real.Está rodeado por casi todos lados por refuerzos, y la marina de Kenettran estálanzándose hacia adelante en vano. Baliras en placas blindadas se elevan alrededordel barco, protegiéndola del aire. Otros Élites montan algunos de ellas, uno lleva eloro real de Beldain. Tal vez es uno de los hermanos de la Reina Maeve. Mientrasmiro, él hace un gesto con su brazo hacia un soldado de Kenettran. El jineteenemigo se balancea violentamente hacia atrás, como si fuera golpeado con fuerza,y cae de su balira.
—Acércate —llamo a Magiano, apuntando a un claro en el cielo.
—Si tienes alguna idea inteligente para hacer esto sin matarnos, estoy feliz deescucharte —grita Magiano.
Miro de nuevo la formación de Beldish. El barco real está protegido en casitodos los lados. Un semicírculo de barcos de batallas. Más allá de ellos está otroanillo, y luego otro, hasta que todos los barcos se ven como un panal de abejas.
—¡Cuidado!
Me lanzo contra la balira con la advertencia de Magiano. Una bala de cañónexplota cerca de nosotros, elevando una oleada de mar en el aire. La evado. Nuestrabalira se sacude de lado a lado con el rugido, una de sus alas chamuscada. Capto unvistazo del barco de guerra Beldish saliendo disparado hacia nosotros. Mi energíase agita frenéticamente dentro de mí, alimentándose de la furia y miedo de losmiles de soldados en la bahía. Aumenta y aumenta, hasta que la carne debajo de mi piel hormiguea con ella, como si me rasgara por completo.

El enlace entre Enzo y yo tiembla. Miro alrededor instintivamente. Mis latidoscorren. Él está aquí. El vínculo tiembla violentamente, como si él se hubiera dadocuenta que estoy cerca también, y un instante después, lo veo. Él está en la partetrasera de una balira, y una ráfaga de fuego estalla de sus manos, dirigida hacia losbarcos de la Inquisición abajo. Inquisidores lo siguen de cerca en su retaguardia.Un jinete Beldish cerca de Enzo grita mientras él teje en el aire y se precipita haciael soldado, este cae desde la parte posterior de su balira, y la balira, ahora sin unjinete, se sumerge en el agua.
Enzo, lo llamo a través de nuestro enlace. Gira su cara. Su energía me golpeacon fuerza, justo mientras intento ejercer mi propio poder. Magiano me mira yaprieta su agarre sobre mí. Por un momento, Enzo encuentra mi mirada, y sumirada es dura y oscura. Inmediatamente sé que las Dagas le han dicho todo.
Él gira en la dirección de un barco de guerra de la Inquisición. Abre susmanos, luego las cierra en un puño. El más simple y pequeño movimiento.
Una línea de fuego explota en toda la superficie del agua con un rugidoensordecedor. Las flamas llenan el barco con una velocidad aterradora, luegoestalla y se riza mientras golpea el imponente casco del barco. El fuego devora lamadera. Las llamas se disparan altas en el cielo, engullendo el barco por completo.La ráfaga me ciega. Lanzo un brazo sobre mi cara, tratando en vano de protegermedel calor y la luz. Mi enlace palpita violentamente. Su energía aviva la mía, el calorquema el interior de mi cuerpo. Inclino mi cabeza hacia atrás y cierro mis ojosmientras nos alcanzan los gritos angustiados de los Inquisidores a bordo del barcoardiente.
El fuego golpea algo, la pólvora de los cañones. Una fuerte explosiónestremece la cubierta del barco. Astillas de madera ardiendo vuelan por el aire,algunas dirigidas hacia nosotros, estrellándose en columnas gigantes de agua.
Necesito controlarlo.
La energía de Enzo es limitada, y hacer un movimiento tan grandeseguramente quitará algo de él. Pero repentinamente eso es todo lo que puedopensar. Si puedo ganar control, entonces podemos ganar esta batalla.
—Acércanos a Enzo —digo.
—Como desees, mi amor. —Magiano tira las riendas, y nuestra balira se desvíade su curso volando junto a Enzo. A nuestro otro lado vuela Sergio y Violetta.Magiano nos empuja hacia adelante hasta que formamos un triángulo, y luego noslleva hacia abajo con fuerza.
Nos nivelamos con la superficie del océano. Cañones abren fuego a nuestroalrededor, pero Magiano continúa. Siento a la balira estremecerse bajo nosotros.Está herida, y no nos mantendrá en el aire por mucho tiempo.
Navegamos pasando el barco ardiendo, y cuando lo hacemos, la nave Beldishde la reina repentinamente llega a la vista, sorprendentemente cerca. La balira deEnzo se acerca, y mi corazón se acelera, nuestro enlace gritando para que estemos cerca.

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