2.- Adelina Amouteru

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—Creo que podría estar aquí.

Me sobresalto de mis pensamientos por la voz de mihermana Violetta.
—¿Qué? —murmuro, pasando mi brazo a través del
suyo mientras vamos por una calle llena de gente.
Violetta frunce los labios en una expresión familiar de preocupación. Puedenotar que estoy distraída, pero estoy agradecida de que decida dejarlo ir.
—Te lo dije, creo que él podría estar aquí. En la plaza principal.
Es media tarde en el día más largo del año. Estamos perdidas en medio de unacelebración en la ciudad-estado de Merroutas, la rica, bulliciosa encrucijada entreKenettra y el Imperio Tamouran. El sol casi se ha puesto, y las tres lunas cuelgancomo orbes bajos y rechonchos, doradas y suspendidas sobre el agua. Merroutasestá encendida por las festividades de pleno verano del Banquete de la Creación, elinicio de un mes de ayuno. Violetta y yo deambulamos por la multitud dejuerguistas, perdidas en medio de la celebración de colores arco iris. Ambasestamos vestidas en sedas Tamouran esta noche, nuestro cabello está envuelto ynuestros dedos adornados con anillos de bronce. Las personas envueltas enguirnaldas de jazmín están en todas partes, abarrotadas en los estrechos callejonesy esparciéndose en las plazas, bailando en largas filas alrededor de palaciosabovedados y templos de baños. Pasamos junto a vías fluviales aumentadas conbarcos de carga y edificios tallados en oro y plata con miles de círculos y cuadradosrepartidos. Tapices adornados cuelgan de los balcones en el aire lleno de humo. Lossoldados pasan en pequeños grupos, vistiendo sedas ondulantes en lugar dearmaduras pesadas, con un emblema de la luna y la corona cosidos en la manga.No son el Eje de la Inquisición, pero no hay duda de que escucharon las órdenes deTeren desde el otro lado del mar para encontrarnos. Nos mantenemos alejadas delos soldados.
Me siento como si estuviera en una nube, las celebraciones continúanalrededor. Es extraño, de verdad, tener en cuenta esta alegría. ¿Qué hago con esto?No alimenta mi energía. En su lugar, me quedo en silencio, dejando que Violettanos guíe a través de las concurridas calles, mientras vuelvo a mis pensamientososcuros.
Desde que dejé Kenettra hace tres semanas, me he despertado por susurros enmi cama que se desvanecen segundos después. Otras veces, los susurros me hablan cuando no hay nadie más alrededor. No están siempre allí, y no siempre los puedo entender, incluso cuando están hablando conmigo. Pero siempre puedo sentir supersistente presencia en las esquinas de mi mente. Hay una navaja allí, una rotación de sonido y el silencio, una lámpara negra que arde. Una con un fuego sombrío. Esto es lo que dicen:Adelina, ¿por qué te culpas por la muerte de Enzo?
Debería haber tenido un mejor control de mis ilusiones, respondo en voz bajaa los susurros. Podría haber salvado la vida de Enzo. Debería haber confiado en lasDagas antes.
Nada de eso fue tu culpa, argumentan los susurros en mi cabeza. Tú no lomataste, después de todo, no era tu arma la que acabó con su vida. Así que ¿porqué fuiste a la que echaron? No tenías que volver a las Dagas, no necesitabasayudarlos a rescatar a Raffaele. Y todavía se volvieron contra ti. ¿Por qué todo elmundo se olvida de tus buenas intenciones, Adelina?
¿Por qué sentirte culpable por algo que no es tu culpa?
Porque lo amaba. Y ahora se ha ido.
Es mejor así, dicen los susurros. ¿No siempre has esperado en la partesuperior de las escaleras, imaginándote a ti misma como una reina?
—Adelina —dice Violetta. Tira de mi brazo y los susurros se dispersan.Niego y me obligo a concentrarme.—¿Estás segura de que él está aquí? —pregunto.—Si no es él, entonces será otro Élite.Hemos llegado a Merroutas huyendo de los ojos entrometidos de la
Inquisición en Kenettra. Es el lugar más cercano fuera del control Kenettran, perocon el tiempo iremos hacia el sur a la Tierra del Sol, lejos de su alcance.
Pero también vinimos aquí por otra razón.
Si has escuchado historias acerca de un solo Joven Élite, serían de un chicollamado Magiano. Raffaele, el joven bello consorte que una vez fue mi amigo,mencionó a Magiano durante mis sesiones en las tardes de entrenamiento. Desdeentonces, he escuchado su nombre en los labios de un sinnúmero de viajeros.
Algunos dicen que fue criado por lobos en los densos bosques de las islasEmber, una pequeña cadena de islas al este de Kenettra. Otros dicen que nació enlos desiertos calientes de la Tierra del Sol de Domacca, un bastardo criado pornómadas vagando. Se rumora que era un chico salvaje, casi silvestre, vestido depies a cabeza con hojas, con la mente y las manos como mercurio como un zorro demedianoche. Apareció de repente hace varios años, y por todo ha evitado el arrestodocenas de veces del Eje de la Inquisición, desde juegos de azar ilegales a robar lasjoyas de la corona de la reina Kenettran. Como van las historias, puede atraertedirecto a un acantilado y al mar con la música de su laúd. Y cuando sonríe, susdientes brillan perversamente resplandecientes.
Aunque sabemos que es un Joven Élite, nadie puede decir con certeza cuál essu poder. Sólo podemos estar seguros de que fue recientemente visto aquí, enMerroutas.
Si fuera la misma chica de hace un año, antes de que supiera que teníapoderes, no estoy segura de que tendría el coraje de buscar a un Élite tan notorio.Pero entonces maté a mi padre. Me uní a la Sociedad de la Daga. Los traicioné, yme traicioné a mí misma. O tal vez fue al revés. Nunca puedo estar segura.
Lo que sí sé es que las Dagas son mis enemigos ahora. Cuando estás sola enun mundo que te odia y te teme, quieres encontrar a otros como tú. Nuevos amigos.Amigos Élites. Amigos que puedan ayudarte a construir tu propia sociedad.
Amigos como Magiano.—¡Salaam1, encantadoras chicas Tamouran!Entramos en otra gran plaza cerca de la bahía. A lo largo hay puestos de
comida con humeantes ollas, y los operadores de la calle en máscaras de nariz largarealizan trucos de mesa. Uno de los vendedores de comida sonríe cuando nosfijamos en él. Su cabello se oculta detrás de una envoltura Tamouran, y su barba esoscura y bien recortada. Hace una reverencia hacia nosotras. Toco mi cabezainstintivamente. Mi cabello plata sigue siendo corto y ralo de mi intento decortarlo, y esta noche está escondido detrás de dos tiras largas de seda dorada,adornadas con un tocado de borlas de oro colgando por encima de las cejas. Tejíuna ilusión por el costado de mi rostro lleno de cicatrices. Para este hombre, mispestañas pálidas son negras y mis ojos son impecables.
Echo un vistazo a lo que está vendiendo. Cacerolas cociéndose al vapor conhojas de uva rellenas, brochetas de cordero y pan caliente. Mi boca se hace agua.
—Muchachas bonitas de la patria —corteja con nosotras. No entiendo el restode lo que dice, que no sea—: ¡Por favor, vengan! —Y—. Rompan el ayuno. —Lesonrío y asiento. Nunca he estado en una ciudad tan fuertemente Tamouran. Casise siente como volver a casa.
Podrías gobernar un lugar como este, dicen los susurros en mi cabeza, y micorazón se llena de alegría.
Una vez que nos acercamos a su puesto, Violetta excava por un par de talentosde bronce y se los entrega al hombre. Me quedo atrás. Observo mientras lo hacereír, entonces él se inclina para murmurar algo y ella se sonroja con recato. Violettaresponde con una sonrisa que podría devastar al sol. Al final de ese intercambio, seda la vuelta con dos pinchos de carne. Mientras sale de su stand, el vendedor sequeda mirando su espalda antes de volver su atención a nuevos clientes.
Cambia el idioma de su saludo de nuevo.—¡Avei, Avei! ¡Olviden el juego y coman algo de pan fresco!Violetta me da un talento de bronce.—Un descuento —dice—. Porque le gustamos.
1 Salaam: Saludo común en muchos países de habla árabe y musulmán.

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