22.- Adelina Amouteru

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La reina Beldish reacciona primero. Nunca me ha conocido, pero de alguna forma, sabe quién soy.

—Lobo Blanco —dice. Intenta levantarse, pero aún está demasiadodébil por usar tanto su poder. Gruñe una maldición, entonces mira al joven de pie asu lado. Su hermano.
—¡Tristan! —grita.
El chico se voltea. Puedo sentir su oscura energía construyéndose, algo muchomás aterrador que nada que he sentido antes. Mi oscuridad es un manto que ocultalos parches de luz en mi corazón. Pero este chico, la oscuridad es su corazón. Nohay ninguna luz.
Sus ojos se vuelven negros. Muestra sus dientes y se apresura.
La velocidad en la que se mueve, marea. Un momento estaba de pie a metrosde distancia, y al siguiente ha llegado y sostiene una centelleante espada sobre sucabeza. Moriré. Nadie será capaz de rescatarme a tiempo. Veo a Enzo, pero estátirado en el suelo, apenas consciente.
Tristan me ataca. La espada corta profundamente mi hombro. Chillo. El dolorflorece y tropiezo. Mis ilusiones anhelan golpear de vuelta. Pero estoy muy débil,drenada por mi disfraz de Raffaele, y todo lo que puedo hacer es arrojar un delgadovelo negro. Se desvanece en humo.
—¡Enzo! —Extiendo mi mano. Se queda ahí en la plataforma.
Tristan me alcanza. Sus manos se cierran alrededor de mi cuello. Caigo haciaatrás y golpeo mi cabeza en la dura plataforma. Me está asfixiando, empujando conira ciega y vacía.
La única cosa que me salva es Maeve. Mientras lucho, la voz de Maeve llega.
—¡No la mates! —grita. Hay un tono frenético en sus palabras, y en unsegundo, me doy cuenta porqué.
Si me asesinan, al único enlace de Enzo en el mundo de los vivos, entoncesEnzo regresará al inframundo.
Tristan se detiene inmediatamente por el grito de Maeve. Entonces se voltea,su atención cambiando a dónde yace Enzo. La repentina realización que mi vida noestá en peligro me golpea. Mi ventaja. A medida que Tristan se voltea para recoger a Enzo, me levanto con dificultad, agarrando mi sangrante hombro y huyo por el camino de piedra.

Sólo estoy a medio camino cuando una explosión de viento me golpeaduramente, entonces me levanta al cielo. Lucho en vano. Es el trabajo deCaminante del Viento. El mundo alrededor gira, creo ver destellos de túnicasoscuras entre los asientos de la arena, las Dagas moviéndose hacia Enzo y Maeve.¿Dónde estás mis Rosas? Mi boca se abre en un grito cuando el viento se detiene,enviándome en picada a las filas de la arena.
Una nueva corriente de viento me detiene a varios metros de asientos depiedra. Me arroja a un lado, dejándome tropezar en las escaleras. Me detengo allí,respirando con dificultad. Mientras mi visión se aclara, veo a un Daga acercándose,sus rizos atados en lo alto de su cabeza, su rostro escondido tras una máscaraplateada enviando un lazo de temor. La única parte de su cara que puedo ver sonsus ojos, irradiando furia. Lucent.
—Tú —gruñe—. ¿Qué le hiciste a Raffaele?
No puedo pensar. Destellan visiones, no estoy segura si son reales o ilusiones.Recuerdos de Enzo besándome en la lluvia entran con una imagen de ojos negros,mirándome como si buscara mi alma. Me estremezco como una hoja en el viento.Me reconoció a través de mi ilusión. ¿Cómo me delaté? ¿Cómo lo sabía?
Otra figura salta ágilmente a mi lado. Coloca un brazo protectoramente. EsMagiano.
Le muestra su sonrisa salvaje a Lucent.
—Lamento ese áspero aterrizaje —dice él, inclinando su cabeza—. Pero tengoun príncipe que robarte. —Entonces se prepara y golpea a Lucent con unaexplosión de viento.
Los ojos de Lucent se abren con sorpresa, pero se las arregla pararecomponerse a tiempo. Brinca hacia atrás, y luego monta una corriente de supropio viento hacia el fondo de los escalones. Se prepara para atacarnos, peroVioletta se levanta. Mi hermana entrecierra los ojos.
Lucent jadea. Se equilibra, entonces parpadeo con confusión. Intenta reuniruna cortina de viento, pero nada sucede. El miedo aparece en ella, y sujetohambrientamente esos hilos. Brillan en un halo.
Magiano ríe un poco. Una daga brilla en su mano.
—¿Por qué estás tan sorprendida? —se mofa. Señala la arena, donde Enzo aúnestá arrodillado en la plataforma, y llama al viento para que lo recoja. Entonces vahacia Lucent con la cuchilla afuera.
Me levanto. Sólo ese movimiento se siente como una abrumadora tarea. Micabeza da vueltas, el sudor frío cubre mi frente. Abajo, Enzo se levanta con elviento, y siento el enlace entre nosotros moverse. El interior de mi estómago eshalado, haciéndome sentir simultáneamente náuseas y emoción. ¿Qué hace nuestra nueva conexión?  

The rose societyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora