23.- Maeve Jacqueline Kelly Corrigan

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En la alcoba de un tramo solitario de acantilados Kenettranos, varios barcos Beldish atracan en las aguas agitadas. El amanecer ha llegadonublado y ventoso, los remanentes de la tormenta de anoche todavía en
el horizonte.
A bordo y bajo cubierta, las Dagas se reúnen alrededor de Maeve y Raffaele.La normalmente audaz reina se sometió hoy, se desplomó contra una pila dealmohadas y con impaciencia espantó a sus hermanos. Tristan se encuentra a ciertadistancia de todos, mirando a su hermana exhausto con una cara seria, como si nola viera del todo. Aun así, cada vez que ella se estremece, él se retuerce, dispuesto adefenderla e impotente por hacerlo.
Los ojos de Maeve se fijan en Raffaele, que acaba de despertar. Su piel estápálida, y sus manos aún tiemblan. Michel retuerce un paño caliente de una cuenca,y Gemma la coloca con cuidado en su cabeza. Ella aprieta su brazo.
—¿Qué recuerdas? —le pregunta.
Raffaele no responde por un momento. Su atención se desplaza a Lucent, quese sienta al lado de Maeve, apretando los dientes como apretando su muñeca rota.Los pensamientos de Raffaele parecen estar muy lejanos.
—Adelina —dice finalmente—. Ha progresado rápidamente en sus ilusiones decontacto. —Su voz se vuelve tranquila—. Nunca he sentido dolor así en mi vida.
Las manos de Michel se tensan. Exprime otro paño hasta que sus nudillosparecen a punto de estallar.
—Me sorprende que no te matara —murmura.
—Me dejó vivir —responde Raffaele, su mirada fija en la muñeca de Lucent—.Ella quería que lo supiera, así que estamos a mano.
Los ojos de Maeve se estrechan.
—Entonces es tu Lobo Blanco —dice ella—. Tu traidora. Me dijiste que habíahuido del país con su hermana. ¿Por qué está aquí? ¿Qué está tratando dedemostrar al poner a Enzo con ella?
Los ojos de Raffaele permanecen fijos en la muñeca de Lucent.
—Está aquí por el trono —responde. Su voz es distante y calmada—. Laalineación de ambición ha crecido mucho más de lo que recuerdo. Es una tormenta en su pecho, envenenada por sus otras alineaciones. Tendrá su venganza, o va amorir en el intento.

—También parece haber fortalecido la relación con su hermana —añadeGemma—. Nunca he experimentado alguien desgarrando mi poder así. Violettaestá aprendiendo rápido.
Leo, que se inclina contra la pared y se frota una crema de curación en uncorte irregular en el brazo, levanta la mirada.
—Por no hablar de su imitador. Magiano.
—Lo bueno es que lo detuviste antes de que pudiera tratar de copiarte —murmura Lucent.
Maeve agarra su taza y la arroja a la pared. Gemma salta. Casi rompe el ojo debuey, pero en vez de eso golpea la madera y cae al suelo.
—El vínculo entre Adelina y Enzo es débil —dice—, pero como una vid, crecerárápidamente. Aprenderá a controlarlo, y entonces tendrá otro aliado formidable asu lado. ¿Eso, junto con su hermana y sus Élites? —Respira profundo paracalmarse. Sus ojos se cierran. La prisa de devolver a Enzo vuelve ahora, y tiemblaante el recuerdo. Cuando cerró los ojos y sacó el alma de Enzo del océano de losmuertos a los vivos, había sentido la oscuridad filtrándose de su pecho,amenazando con contaminar todo lo que le rodea. Él ya no es sólo un Joven Élite.Es algo completamente distinto. Algo más.
Lucent maldice en voz baja mientras el criado asegura la férula de su muñecarota.
—Qué extraña ruptura —declara el criado, negando—. La muñeca se rompiócomo si estuviera torcida desde adentro, en lugar de ser causado por una fuerzaexterior.
—Deberíamos estar persiguiendo a Adelina en este momento —le dice Lucenta Maeve—. Deberíamos haberla seguido en lugar de huir con el rabo entre laspiernas.
—¿Hay alguna forma de deshacer la alianza entre Enzo y ella? —preguntaMichel.
Maeve le frunce el ceño a Lucent, luego niega. Las perlas en su cabello chocanuno contra el otro.
—Adelina es ahora el único vínculo de Enzo al mundo de los vivos. Sicortamos ese vínculo, él morirá inmediatamente, y no habrá forma de traerlo devuelta por segunda vez. —Hace una pausa para mirar a Tristan—. Pero hay unadiferencia —dice con voz más tranquila—. Él es un Élite. Soy capaz de controlar aTristan a mi capricho, porque Tristan era un chico normal, con una energía innatade un hombre normal que no puede rivalizar con la mía. Por lo tanto, puedodominar su energía con la mía. Pero Enzo es un Élite. Cualquier poder que una veztuvo, ahora lo tiene diez veces más. —Asiente hacia Raffaele—. Adelina puede sercapaz de controlar a Enzo... pero Enzo es tan poderoso que puede controlar aAdelina.  

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