7.- Adelina Amouteru

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Al igual que todo lo demás acerca de Magiano, su pequeño reto esprobablemente un truco.

-Dijo que iba a hacer su movida mañana por la mañana -medice Violetta esa noche, cuando nos sentamos en el suelo de una habitaciónpequeña en una taberna en el borde de Merroutas. Estamos practicando nuestrospoderes, tal como lo hacemos todas las noches.
-Él va a hacer su jugada antes que eso. -Tejo una pequeña cinta deoscuridad en la tierra y la dejo bailar en un patrón-. Los tramposos no dicen laverdad.
-Entonces ¿qué debemos hacer? No tenemos mucho tiempo si queremosganarle.
Niego, concentrándome en la cinta en miniatura de hadas bailando. Moldeotantos detalles como puedo en su rostro.
-Recuerda -le digo-, nuestro objetivo no es robar el pasador de diamanteantes que Magiano lo haga. Nuestra meta es convencerle de que valemos la penaser seguidas.
Violetta observa mientras cambio mi ilusión de la hada bailando, encorvandosu espalda, sustituyendo su hermoso cabello con espinas horribles. Creciendo en unmonstruo descomunal.
-Estás pensando en lo que dices, ¿no? -pregunta después de un momento-.¿Cómo el Rey Nocturno tiene diez mil mercenarios y un ejército a sus espaldas? Teencantaría tener ese tipo de apoyo a tu disposición.
-¿Cómo sabes?
Violetta sonríe con timidez antes de poner la barbilla en sus manos y admirarmi ilusión.
-Te conozco de toda mi vida, mi Adelinetta. Y creo que Magiano te hahablado de esos mercenarios por una razón.
-¿Y qué razón es esa?-Tal vez él quiere ganarlos a tu lado.Caemos en un cómodo silencio mientras juego con la ilusión. El monstruo
cambia gradualmente a una delgada y elegante cierva dorada, el animal favorito de Violetta. La sonrisa de mi hermana se expande a la vista, animándome para hacerlo aún más bonito para ella.-Magiano es arrogante -le digo-. Si realmente queremos ganar, podemosno sólo robar un pasador de diamantes. -La miro de nuevo-. Tenemos que darleuna sorpresa con lo que podemos hacer.
Violetta ve lejos de la ilusión de cierva y arquea una ceja.
-¿Cómo planificamos eso? Ya oíste a Magiano. Y también viste a los soldadosdurante el Festival de verano. Todos ellos se sienten intimidados por el ReyNocturno. Él gobierna con miedo.
En ese momento, la piel dorada de la cierva se vuelve negra, y los ojos de lacriatura resplandecen en color escarlata. Violetta instintivamente se encoge.
-Yo también -le digo.
Violetta se da cuenta de lo que quiero hacer. Se ríe un poco, tanto incómodacomo con admiración, y luego niega.
-Siempre has sido buena en los juegos -responde ella-. Yo nunca podríavencerte.
No soy tan buena, pienso, aun cuando sus palabras me dan calidez. Traté de
jugar el juego de Teren, y lo perdí todo.-Adelina -susurra, en serio esta vez-. No quiero matar a nadie.-No lo harás -le contesto, tomándola de la mano-. Sólo vamos a mostrar lo
que podemos hacer. Los mercenarios pueden ser persuadidos a volverse contra suempleador. Si podemos demostrar cuán poderosas somos más que el ReyNocturno, si podemos hacer que nos teman, y asegurarnos de que sus hombresvean, algunos pueden cambiar su lealtad. Podrían seguirnos.
Violetta me mira y busca mi mirada. Hay culpa allí, por cómo me habíadejado a mi suerte.
-Está bien -dice.
Es su manera de decirme que nunca me va a traicionar de nuevo. Aprieto sumano, luego me recuesto.
-Adelante -le digo a Violetta-. Toma mi poder.
Se acerca y tira de mis hilos de energía. Mi ilusión oscila salvajemente.Cuando Violetta usa su poder, se siente como si una mano invisible alcanzara migarganta y aspirara la energía de mi cuerpo. Se aferra con fuerza, mi ilusión sedisuelve. Trato de tener acceso a mi poder, pero no puedo más. Una sensación depánico brota como la bilis, el miedo repentino y familiar que nunca, nunca serécapaz de defenderme de nuevo, que ahora estoy expuesta para que todos me vean.
No entres en pánico. Recuerdo nuestra promesa y me obligo a relajar.
-Espera -le murmuro a Violetta con los dientes apretados. Tengo quedejarla hacer esto. Necesita practicar su resistencia.

Los segundos pasan a medida que continúo retrocediendo mi pánico, tratando de acostumbrarme a la sensación. Hay un cierto consuelo en ella, sí. La ausencia de la oscuridad. La falta de susurros retorcidos en la noche. Pero sin él, me siento impotente, y me muevo en espiral en mi versión que utiliza para acobardarse ante mi padre. Una y otra vez, trato de llegar a mi energía. Una y otra vez, no encuentro nada más que aire, el vacío donde había sido una vez una piscina batida de la oscuridad. Más minutos.

The rose societyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora