A la mañana siguiente no me sorprende estar otra vez bajándome del bus delante del hospital. Sam tiene algo importante que contar y a pesar del enfado que le traigo por haberme ocultado el regreso de Zoey, decido que por esta vez, será mejor interponer su bienestar antes que mi malhumor y ver qué es lo que tiene para contar.
Veo la hora en mi celular y me doy cuenta de que estoy relativamente atrasado. Me dijo que estuviera en el hospital a eso de las diez, y el reloj marca las 10:10. Detesto llegar tarde.
Ya adentro, saludo a la recepcionista como todas las veces y me dirijo al ascensor, el de la izquierda se cierra con rapidez sin darme el tiempo suficiente para detenerlo, así que espero pacientemente al que el otro se vacíe y llegue hasta la planta baja. Lo hace y presiono el botón de la planta cinco antes de dejar que mi espalda se recargue contra la pared.
—¡Espera! —escucho como alguien chilla desde el corredor.
Oh. no. Ciérrate, ciérrate, ciérrate.
Pero la suerte no se lleva bien conmigo. Una mano femenina, con las uñas pintadas de amarillo, se interponen entre las puertas eléctricas y hacen que el ascensor se detenga. Zoey levanta la vista y al notar que se trata de mí, se queda de piedra.
Piérdete.
No lo hace.
Abre la boca para decir algo pero al final la cierra en un instante. Yo solo dejo que un sonoro resoplido salga de mis labios y me corro para hacerle espacio.
Ninguno de los dos dice algo durante el segundo siguiente, nos quedamos en silencio mientras el elevador hace su trabajo y simulamos que a los dos, nos ha comido la lengua el gato.
Noto que me mira de reojo. Me cruzo de brazos, el silencio irónicamente resulta ruidoso y a pesar de ser solamente dos personas en un diminuto espacio, parece que este se queda sin aire.
Me cruzo de brazos mirando como lentamente vamos subiendo al segundo piso.
—No sabía que Sam también te había llamado —murmura, levantando banderita blanca— ¿Cómo has estado?
—Bien.
—¿Y tu familia?
—Bien.
El mutismo reina unos segundos más.
—¿Siempre eres así de grosero con todo el mundo o solo es conmigo?
Me parece tan tonta la pregunta que me pellizco el puente de la nariz, fastidiado, pero contesto con sinceridad:
—Soy grosero cuando me apetece serlo. Y con quien me dé la gana.
Teniendo en cuenta que no hay muchas cosas que hacer en un elevador y que mi celular se quedó sin batería porque olvidé cargarlo esta mañana, prefiero contar los pisos que nos quedan hasta llegar antes que intentar volver a entablar una conversación con ella.
ESTÁS LEYENDO
Dos veces hasta pronto
Teen FictionZoey, Luke y Sam fueron mejores amigos en la infancia, pero en la preparatoria cada uno de ellos decidió seguir su propio camino. Ahora tres años después, todos han vuelto a reencontrarse en la misma ciudad, solo que con la noticia de que a Samuel l...