19| Luke

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Lo primero que visualizamos al llegar a la cima es a una chica de unos veintitantos, con el pelo castaño hasta los hombros y de tez pálida, que suelta un chillido capaz de causar una avalancha al ver a su hermana

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Lo primero que visualizamos al llegar a la cima es a una chica de unos veintitantos, con el pelo castaño hasta los hombros y de tez pálida, que suelta un chillido capaz de causar una avalancha al ver a su hermana. 

Las hermanas Morel, idénticas entre sí a pesar de la diferencia de edad, se abrazan y hablan como locas mientras entramos a la tienda de esquí. Agradezco sentir la calefacción calar mis huesos apenas nos adentramos y agradezco también que mi teléfono suene y de esa forma, tenga excusa para separarme un poco de los chillidos y excesiva felicidad de las hermanas. 

Cuando estoy lo suficientemente lejos, a un costado de los ventanales que dan a la bajada de skii, contesto el teléfono. 

—¿Te volviste huérfano u olvidaste que tienes familia en Pensilvania?

La reprimiendo es de mi hermano. 

—No he tenido mucha señal que digamos. 

—No es excusa ¡casi matas a tu madre! —escucho a esta protestando. 

—¿Estoy en altavoz? 

—Si no fuera porque sé que viajas con Sam, que mantiene al tanto a Evelyn, ya me hubiera tomado un avión a donde sea que fuera para irte a buscar de las rastas. Agradece que tengo aquí a tu hermano que lo evita. 

—¡Y a mí! Que le digo a tu madre que se relaje porque estás de viaje con tu enamorada —escucho exclamar a la novia de Hayden. 

—¿En serio me tienen en altavoz? —inquiero.

—No contestas los mensajes y tampoco respondes a las llamadas.—replica más cerca del teléfono mi madre —¿De qué otra forma podemos estar todos al tanto? 

Mi atención viaja hacia recepción, percibo a un chico más o menos de mi edad coquetearle a una chica que no debe de tener más de dieciséis años. Se despiden cuando ella le pasa su teléfono. 

—¡Te extraño, tío Luke! —la voz de Archie me vuelve a conectar a la llamada —¿Me vas a traer regalos? 

—Que sí, pesado. 

—Mamá, el tío Luke me dijo pesado. 

—Dile que él es adoptado —esta vez es mi hermana.  

—Dile a tu madre que es ella la adoptada. Todo el mundo lo sabe. 

Cuando la chica sale, observo al muchacho posar su vista en el trasero de otra chica a través de los ventanales. Me pregunto entonces que tan necesitado debe estar alguien para prestarle atención a semejante idiota. 

—Cariño, ¿Cuánto falta para que vuelvas? —mamá de nuevo. 

—Todavía nos quedan un par de paradas antes de Colorado. 

—¿Llegaras aquí para tu cumpleaños? 

—No lo sé.

—Y yo que quería hornearle un pastel —oigo quejarse a la novia de mi hermano. 

Dos veces hasta prontoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora