—Y por eso nunca se debe dejar a dos chicos a cargo de una tarea tan importante como checar la gasolina de la furgoneta —inquiere Sophie— . Y ni se les ocurra tomarlo por un comentario ultra feminista, porque ahí tienen las pruebas.
Creo que es la primera vez que la veo tan molesta. Pero es comprensible, nos han despertado a media madrugada en quien sabe dónde de qué carretera a decirlos que estamos varados porque falta gasolina para la furgoneta. Cuando claramente, antes de dormirse, Sophie advirtió que teníamos que hacer una parada.
—Lo siento —se disculpa Sam.
Los ojos de Sophie van directos al peli-negro.
—¿Y tú qué? —le espeta.
—Perdón —repone este también.
—¿Y ahora que haremos? —pregunto.
—La gasolinera quedó a un par de kilómetros atrás —me contesta Luke— podemos ir a buscar nafta y traerla.
—No podemos dejar la furgoneta sola.—advierte la futura enfermera, después observa a Sam, que permanece sentado en las escaleras de la furgo —Te quedas a vigilarla.
—¿Yo solo?
—¿Cuantos años tienes? ¿trece? —inquiere su mejor amigo. Luego comparten una especie de mirada que no logro terminar de distinguir y este murmura —Vale, quédate también si quieres, Sophie. Seguramente solo dos sean suficientes. A no ser que también desees quedarte, Zoey.
¿Me está preguntando a mí, amablemente si me quiero quedar? No me cabe duda que hemos pasado algún portal a un mundo paralelo al correr de la noche.
Me duele la espalda y los ojos me pesan del sueño. Más me llenaría de remordimiento si el solo debe traer la gasolina hasta acá.
—Yo también voy —accedo.
Asiente. Perdemos un par de segundos en buscar las chaquetas de abrigo y los celulares antes de salir de la furgo y comenzar a caminar hacia donde recuerda que estaba la gasolinera.
A medida que avanzamos visualizo...negro, prácticamente no hay nada más que la oscuridad de la noche y un par de árboles y vayas que nos rodean. Caminamos en silencio, alumbrándonos con la linterna de su celular.
—¿Sabes? —comento, luego de un rato. Llevamos lo que puedo estimar como tres o cuatro cuadras caminando —En este momento y teniendo en cuenta la hora, nuestro medio de transporte y el frío que hace, te estoy odiando... demasiado.
—No debe faltar mucho —se excusa—, y si me odias ahora, espera a una hora cuando ya no tenga batería en el móvil y no tengamos linternas para caminar.
—Debí haber aceptado quedarme.
—Allá tú por qué no lo hiciste —se encoge de hombros.
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Dos veces hasta pronto
Teen FictionZoey, Luke y Sam fueron mejores amigos en la infancia, pero en la preparatoria cada uno de ellos decidió seguir su propio camino. Ahora tres años después, todos han vuelto a reencontrarse en la misma ciudad, solo que con la noticia de que a Samuel l...