—Al final no somos tan malos para armar una carpa—intento ver el lado positivo.
—Te sobró una estaca. —me advierte.
—¿Y?
—No debería sobrar ninguna. —aclara.
—Está de suplencia.
—¿De suplencia? no es un partido de soccer.
—¿Y?
—¡Se caerá!
—Pues duerme afuera entonces —sentencio. Me introduzco en ella y abro uno de los sacos para meterme dentro. Tenemos una noche larga hasta que amanezca y solo contamos con una carpa, dos sacos de dormir y nada que comer.
El muy desgraciado decide no meterse. Se queda afuera, en la oscuridad lo que parece ser un siglo, me arrepiento mucho de no haber traído un cargador portátil para el teléfono, o al menos, haber comprado más comida en la tienda de recepción. Me pregunto si algo podría hacer de la situación peor, y entonces, a los diez minutos obtengo la respuesta.
Estoy a punto de quedarme dormida cuando escucho un par de gotas rebotar sobre la carpa y deslizar sobre la tela.
Se larga a llover. Sí, ahí mismo, sin previo aviso o premonición. No teniendo más opción, escucho como el cierre de la carpa se abre y el oji-azul entra. Hago espacio para que tenga suficiente como para abrir el otro saco de dormir, y se gira dándome la espalda cuando se mete en él.
Hago lo mismo sin realmente estar prestándole atención y apoyo la cabeza en el suelo. No existen palabras para cortar el silencio, y aunque solo pasen cinco minutos, las gotas de agua que antes habían parecido diminutas y sencillas comienzan a convertirse en una lluvia ruidosa.
Él no hace más que sujetar con fuerza los costados de su saco de dormir. Como si estuviéramos a punto de volarnos, pero él con su extraña acción, pudiera evitar que algo le pasara.
El estómago me ruge interrumpiendo el silencio.
—Estoy muriendo de hambre —confieso.
—Igual yo.
—Deberíamos haber cargado con snacks para el camino.
—Podrías ir a cazar una ardilla —responde, para mi suerte es solo ironía. —Me estoy orinando también.
—Pues sal y orina. No pensarás utilizar nuestra única botella..
—¿A dónde? Si estamos en la quinta mierda de la nada.
—¿Y cuantas mierdas se supone que son? Digo, para que puedas irte a la más lejana. —indico, perdiendo los estribos.
Estoy agotada, hambrienta y yo también quiero ir al baño. Pero no voy a salir con esta tormenta y arriesgarme a perderme en el bosque.
ESTÁS LEYENDO
Dos veces hasta pronto
Teen FictionZoey, Luke y Sam fueron mejores amigos en la infancia, pero en la preparatoria cada uno de ellos decidió seguir su propio camino. Ahora tres años después, todos han vuelto a reencontrarse en la misma ciudad, solo que con la noticia de que a Samuel l...