Se notaba que luchaba por contener las lágrimas. Ella estaba a punto de quebrarse y él no podía hacer nada para evitarlo.
Sintió deseos de abrazarla, de hacerle saber que él estaba allí para ella. Pero también sabía que eso sería demasiado, así que se limitó a tomarla de la mano. La chica pareció apreciar el gesto y se aferró a su mano.
Cerró los ojos y unas cuantas lágrimas escaparon de sus ojos, sin embargo fueron las únicas porque cuando volvió a abrir los ojos, éstos solo se encontraban rojos.
—Sé que eres un extraño—empezó a decir ella, su voz apenas un susurro—, y quizás esa sea la razón por la que hablar contigo parezca demasiado sencillo... O quizá sea solo que hay algo en ti que me inspira confianza.
Detuvo su discurso, algo de color apareció en sus mejillas. Mauricio le dio un leve apretón a su mano para hacerle saber que todo estaba bien, así que ella continuó.
—Ya te dije que vivía en un pueblo—dijo, y él asintió—. Antes de vivir con mi abuelita, vivía con mis padres. Viví con ellos hasta que tuve diez. Verás, toda mi niñez crecí con la idea de que mis padres eran almas gemelas... Veía a los adultos a mi alrededor y ninguno parecía demostrar tanto afecto hacia su pareja como mis padres solían hacer, así que mi meta en la vida era encontrar alguien que me quisiera como mi papá quería a mi madre.
>>Cuando tenía nueve, escuché que mis padres discutían. No entendía muy bien qué decían pero recuerdo una palabra: divorcio. Mi madre le estaba pidiendo el divorcio a mi papá... Él no quería, le rogó que no se fuera, que a él no le importaba su engaño, le dijo que la perdonaba y que haría como si nada hubiera pasado. Le rogó una y otra vez que no lo dejara.
La voz de Lucía parecía enojada; aún le dolía.
—Pero ella no lo escuchó. La muy cruel le dijo que no quería su perdón, que ella se iba a ir con su amante con o sin el divorcio.
>>Mi padre no le creyó. Pensó que, al existir yo, ella sentiría remordimiento, que al menos se lo pensaría dos veces antes de irse. Pero no. Esa misma noche nos dejó. Mi papá...—su voz se le quebró y tardó unos segundos en reponerse—. Él intentó hacer como si nada. Bromeaba conmigo, intentó criarme solo pero... siempre estaba triste. Mi madre le rompió el corazón y él ya no se repuso. No se suicidó. Su corazón solo dejó de latir un día y me dejó.
>>Mi madre no apareció al funeral, no intentó contactarse conmigo ese año, ni el siguiente, ni el siguiente. Y no me afectó. No me dolió tanto que no me quisiera ver en ese entonces, sino lo indiferente que parecía ante la muerte de él—su tono pareció aligerarse pero en sus ojos aún había tristeza—. Nunca me prometí que no amaría a nadie, o algo por el estilo. Aprendí a vivir con ello y no me quejo. Pero, si tú hubieses vivido lo que yo con mi padre, ¿aceptarías ser la amante de alguien, sabiendo el dolor que podrías estar causándole a su pareja?
Mauricio negó con la cabeza, y supo de inmediato la causa de su dolor.
—Yo tampoco. Y pensé que nunca lo haría y sin embargo hoy descubrí que yo soy esa persona, la otra... La amante.
El chico se sintió impotente. No sabía qué decirle, cómo consolarla con palabras, así que sin importarle si era apropiado o no, se volvió a sentar a su lado y la acercó a él. La abrazó y ella recargó su cabeza en su hombro.
—No sabía que él era casado—continuó ella—. Es joven, tan solo un par de años mayor que tú. Un joven exitoso... Gerente de algo. Alguien ambicioso pero de buen corazón... Hace un año que nos conocemos y ni una vez sospeché que pudiera estar casado o comprometido de algún modo.
>>Aunque ahora que lo pienso, él no se acercó a mí de algún modo romántico cuando nos conocimos. Fue amigable, solo buscaba hacer una conversación para distraerme... Me dijo que me veía nerviosa. Y lo estaba; vería a mi madre después de tantos años, pero esa es otra historia. Así que intentó distraerme, hablamos hasta que llegamos a nuestro destino y fue todo por ese día. Pero nuestros encuentros se fueron haciendo cada vez más frecuentes y yo los anhelaba.
>>Él nunca pareció culpable ni me evitó; parecía corresponder a mis sentimientos y, de pronto, un día ya no solo éramos amigos.
De la nada, Lucía se levantó de la banca y empezó a caminar de un lado a otro, enojada.
—Pero qué tonta. Todas esas veces que me cancelaba o que hablaba en voz baja por teléfono, cuando me decía que no podía hablar, que estaba en una "junta". ¿Cómo es que nunca sospeché nada? ¿Por qué siempre estoy esperando lo mejor de las personas? Si tan solo fuera más desconfiada, menos ingenua, podría haberme ahorrado todo este dolor a mí y a ella porque ahora.... Ahora no sé si quiero dejarlo.
Mauricio levantó ambas cejas, sorprendido. De todas las cosas que podría haber dicho, esa era la última que esperaba.
—Pero dijiste que nunca serías la amante de alguien—señaló él.
—Pero ya lo soy.
—No lo sabías, en cambio si aceptas a seguir con esto...
Ella se llevó las manos a la cabeza y se amarró el cabello con una liguita.
—Lo sé pero lo quiero—dijo, impotente. Parecía perdida—. Y sé que tal vez parece una excusa patética pero es la verdad. Y si quisiera a su esposa, ¿estaría conmigo?
—Si de verdad te quisiera, ¿te habría mentido? Y por un año.
Y esas palabras parecieron quebrar cualquier resolución que tuviera. Lucía se agachó y enterró la cabeza en sus rodillas. Mauricio podía ver cómo se sacudía su cuerpo; volvía a llorar. Solo que esta vez él no se acercó a ella ni intentó consolarla. Parecía que ella solo necesitaba desahogarse.
Después de unos minutos, se recompuso y volvió a tomar asiento a su lado.
— ¿Cómo es que siquiera pensé en seguir con esto? Tienes razón. Claro que él no me quiere... Simplemente está jugando conmigo y con ella.
Mauricio se sintió aliviado ante esa declaración. Y no, no era porque ya tenía el camino libre para "conquistarla", sino porque si hubiese dicho otra cosa, lo habría decepcionado.
Volvió a tomarla de la mano y le dio un apretón.
—Cuando decidas terminar con esto y te sientas triste, puedes hablarme cuando quieras. Te dejo mi número, es...
Pero no logró dictarle nada porque un hombre apareció frente a ellos. Él. Por primera vez Mauricio lo vio sin traje. Tan solo una playera y un pantalón; se veía más joven. Y también preocupado.***************
N/A: Siento haber tardado tanto con este capítulo pero es que la universidad me mantuvo muy ocupada. Pero ya estoy de vacaciones y voy a poder actualizar más seguido.
P.D. Me disculpo si es que hay algún error ortográfico.
Post-P.D. Siento que la canción al inicio del capítulo es como el tema de Mauricio en toda la historia así que aquí les dejo mi traducción:
Extraño
Casi no te conozco
Y sin embargo me siento muy conectado a ti
Anhelo
Nunca te tuve
Y sin embargo me siento muy solo sin ti
Hermosa desconocida x2
Seguro
Casi no te conozco
Y sin embargo me siento a salvo a tu lado
Extraño
Ni siquiera te conozco
Y sin embargo me siento fuerte y valiente
cuando estoy contigo
Mi hermosa desconocida
Hermosa desconocida x2
Mi hermosa desconocida
Sé que suena un poco raro
Pero nunca volverá a ser lo mismo
Es como estar encerrado en una caja
Nunca volverá a ser igual
Nada se ha perdido pero siento avergonzado
Y no hay ningún culpable aquí
Bueno, ¿siquiera sabes mi nombre?
Estaba justo ahí cuando llegaste
Sé que suena un poco raro
Pero nunca volverá a ser lo mismo
Es como estar encerrado en una caja
Nunca volverá a ser igual
Nada se ha perdido pero siento avergonzado
Y no hay ningún culpable aquí
Bueno, ¿siquiera sabes mi nombre?
Estaba justo ahí cuando llegaste
Nunca volverá a ser lo mismo x9
ESTÁS LEYENDO
La chica del tren
General FictionComo todos los días, Mauricio sube al tren que lo lleva al trabajo, ajeno a todo y a todos hasta que su mirada capta a una joven. No sabe nada de ella, lo único que sabe es que no puede dejar de mirarla. * * * * * ADVERTENCIA ⚠️: Esta historia no es...