Las personas que lo conocían, ya fueron amigos o conocidos, solían describir a Mauricio como un chico taciturno, reservado, amable... La lista seguía. Sus conocidos podían decir que era serio, sus amigos decían que era gracioso. Pero en una cosa coincidían: Nunca lo habían tachado de tímido.
Porque una cosa era ser callado y otra muy distinta era ser tímido. Y Mauricio no era tímido. Nunca lo había sido y él dudaba que alguna vez lo fuera a ser. Por supuesto, todas esas opiniones habían sido formadas cuando Sofía aún no estaba en su vida.
Volvían a coincidir en las taquillas. Sofía repartía boletos y sonreía a los clientes. Y cuando no había, se la pasaba respondiendo mensajes. Alguna parte razonable de su mente le decía que eso era extraño, que su amiga nunca sacaba el celular en horas de trabajo, pero la verdad es que el chico no le puso mucha atención a esa parte razonable.
La chica lo tenía hecho un manojo de nervios. Y ella no se daba ni cuenta. No sabía si estaba fingiendo que no notaba las miradas que él le daba o que no dejaba de mover la pierna.
El chico podía fingir a la perfección que Sofía no lo afectaba (¡lo había estado haciendo por semanas, por todos los cielos!), pero después de haberse decidido a confesarle todo lo que sentía, esa capacidad que había perfeccionado pareció abandonarlo.
¡Parecía un maldito adolescente!
No. No iba a confesarse hoy. ¿Cómo hacerlo después de estar haciendo de idiota primerizo frente a la chica? No iba a hacerlo. Punto. Ya estaba decidido. Iba a esperar un par de días más, tal vez. Esperar el momento adecuado, invitarla a comer...
—Mauricio, ¿tienes algo que decirme?—preguntó la chica, interrumpiendo sus pensamientos.
El chico se le quedó viendo con lo que esperó, fuera una expresión confundida del tipo: "¿Decirte algo? ¿Qué? No, si son puras imaginaciones tuyas". O simplemente una expresión que no pareciera que lo habían descubierto.
Estaba a punto de decirle que no cuando cambió de idea. Sofía, su amiga, la chica que lo conocía mejor que cualquier otra, se había dado cuenta. No iba a hacerse el tonto y fingir que no tenía nada qué decir. Mejor oportunidad no se presentaría.
—De hecho sí—confesó el chico. Sofía lo miró de soslayo, asintiendo, pero no despegó la vista de su celular—. La verdad es que es algo serio.... Bueno, no serio, más bien importante. Para mí. Es importante para mí y me gustaría que...
Sofía se giró hacia él por completo, sonriéndole.
—Tienes toda mi atención.
Y sus nervios lo abandonaron. Era su amiga con quien hablaba; no tenía por qué temer su respuesta, aun si ésta era negativa.
Mauricio le devolvió la sonrisa, consciente de que se le había quedado viendo por unos segundos. Y entonces, ella se sonrojó y bajó la vista. El chico se acercó a ella y tomó su barbilla entre sus dedos.
—Sofi...
Y entonces al mismo se escucharon dos veces que gritaron al mismo tiempo:
— ¡Sofía!
— ¡Mauricio!
Ambos chicos se separaron y giraron la cabeza hacia las voces. Quien había gritado el nombre del chico había sido la propia Lucía que venía corriendo.
A Mauricio le dio la sensación de que revivía aquel día hacía ya tanto tiempo en el que Lucía salía del tren corriendo al encuentro de otro hombre. Llevaba un vestido de primavera, el cabello suelto y sonreía ampliamente.
Mauricio notó que varias personas se detenían a verla y entre esas personas estaba el chico que había gritado el nombre de Sofía.
—Supongo que tendrá que esperar—dijo su amiga, atrayendo su atención.
El chico la miró y asintió, un poco disgustado por la interrupción.
—Supongo que sí.
Su amiga le pidió que la cubriera por unos minutos y salió al encuentro del hombre. El chico los vio interactuar. Sofía parecía algo molesta y se alejó cuando él intentó darle un beso en la mejilla, y entonces le dirigió una mirada rápida a Mauricio. Avergonzado por ser descubierto, el chico apartó la mirada y se dio cuenta de que Lucía ya estaba frente a él, esbozando una sonrisa cómplice, como si entendiera la situación.
—Lucía—saludó el chico, adelantándose a ella, pues no quería que le preguntara nada de Sofía—. ¿Qué te trae por aquí?
Su sonrisa cambió a una de emoción.
— ¡He conseguido un departamento!—exclamó la chica—. No está muy cerca del centro pero tampoco me queda lejos de mi trabajo y...
—Pero creí que iríamos juntos—la interrumpió el chico.
—Y quería esperarte, pero tu madre me llamó e insistió en acompañarme. No quería rechazar su invitación y verme grosera con ella. Lo que no me explico es cómo consiguió mi número... ¿Tú se lo diste?—le preguntó la chica. Mauricio negó con la cabeza y ella se encogió de hombros, no dándole importancia—. Vine a decírtelo. Pude haber llamado pero esperaba que cuando salieras de trabajar, me acompañaras a ver el departamento y me dieras el visto bueno. ¿Qué dices?
Mauricio le sonrió con ternura. Cada vez que la veía, el chico notaba grandes cambios en ella y esperaba que con el tiempo, Lucía se recuperara del todo.
—Claro—contestó él—. Me encantaría.
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La chica del tren
General FictionComo todos los días, Mauricio sube al tren que lo lleva al trabajo, ajeno a todo y a todos hasta que su mirada capta a una joven. No sabe nada de ella, lo único que sabe es que no puede dejar de mirarla. * * * * * ADVERTENCIA ⚠️: Esta historia no es...