Aún medio dormido, prepara café en la cafetera y toma la cámara que está junto a la licuadora. Se reprende mentalmente; con todo lo sucedido anoche, olvidó guardarla.
Un poco más despierto, la observa con atención. No es la más moderna ni el mejor modelo en su colección pero le tiene un cariño especial. Después de todo, esta cámara es la responsable de las fotos que le consiguieron patrocinadores e inversionistas.
Hace su camino hacia el balcón de su departamento. No es un gran balcón pero la mesita y dos sillas que compró en su último viaje, caben a la perfección. Toma asiento en una de las sillas y espera a que el cielo se llene de los colores del amanecer.
Tiene cientos de fotos de los amaneceres y atardeceres pero no se cansa de fotografiarlos. En realidad, le encanta tomar fotos de la naturaleza en todas sus formas: bosques, montañas, cielo, mares y lagos. Los animales son más difíciles pero aún no pierde la esperanza. Después de todo, así había empezado su carrera como fotógrafo.
Y con la mirada perdida, escuchando los sonidos de la ciudad que comienza a despertarse, se sume en sus recuerdos.
Al comienzo de aquel viaje que lo había iniciado todo, solo llevaba la cámara de su teléfono consigo. Sin embargo después de ver a todos aquellos turistas con sus cámaras profesionales, decidió comprarse una; algo no tan ostentoso y que fuera barata pues no quería terminarse todos sus ahorros.
Comenzó a tomar fotos a todo lo que lo que le llamaba la atención: edificios antiguos y modernos, puentes y castillos, cafeterías y parques. Y luego estaban los paisajes naturales. Esos había intentado fotografiarlos muy al estilo National Geographic y estaba muy orgulloso de los resultados.
Sin embargo las personas también llamaban su atención. Le gustaban los lugares naturales y alejados de las ciudades, pero le encantaba estar rodeado de personas y observarlas. De ese viaje, también tenía miles de fotos de personas desconocidas que captaron su atención.
Tan orgulloso se sentía de su trabajo que había decidido subir sus fotos en su Instagram personal. Todos sus amigos y conocidos llenaron de comentarios sus fotos. Uno de esos comentarios le sugirió abrir una cuenta pública para todas sus fotografías y el chico pensó que era una idea brillante. Comenzó a subir todas sus fotografías ahí, llenas de etiquetas para que el mundo pudiera verlas, y sus fotografías habían sido bien recibidas por las personas de internet. Sin embargo el interés de las personas con dinero llegó cuando había regresado a su país. La foto que lo había vuelto famoso era de una chica de cabello color caoba y unos brillantes ojos verdes.
Le había resultado imposible contenerse y había sacado su cámara. En la foto, Lucía volvía a ser aquella chica desconocida que había visto hacía ya varios años. Excepto que no era cierto. Ella no era una desconocida y aquella felicidad inocente en sus ojos, se veía opacada por una sombra de madurez y fortaleza.
En la foto no miraba a la lente, sino a través de la ventana, y en Lucía se podía captar cierta impaciencia por llegar a su destino. Las personas sentadas a su lado parecían menos vivas y opacas. Lucía era todo color y había algo misterioso en su sonrisa; como si ocultara un secreto que se moría por decir pero que nunca diría. Esa sonrisa era un misterio para cualquier persona que viera la foto, excepto para él; sabía que esa sonrisa significaba que estaba enamorada.
La chica del tren se había ganado el corazón de millones y entonces el chico supo que su talento estaba en fotografiar personas, así que eso había hecho desde entonces.
El chico vuelve al presente y sonríe; la fotografía de Lucía es la favorita de todas las personas interesadas en su trabajo, sin embargo no la de él.
Mauricio tiene a su modelo predilecta, aún dormida, esperándolo en la cama. El amor que le tiene puede apreciarse en las fotografías que él tiene de ella por todo su departamento. No importa qué tan despeinada esté o si parece que está a mitad de una frase en las fotografías; ella siempre sale hermosa.
Algún día podría llegar a cansarse del cielo o de las montañas, pero nunca de aquellos ojos azules y cabello negro que tanto le encantaban de la chica.
El chico sale de sus pensamientos al oír el pitido de la cafetera que le indica que su café está listo. Observa el cielo y se da cuenta de que se ha perdido el amanecer. Regresa a la cocina y se dice que ya mañana será otro día; otra oportunidad para fotografiar el cielo.
Sirve dos tazas de café a pesar de que él no es muy fan de éste; sabe que a ella le encanta.
Camina hasta su habitación y sonríe al ver que ella ya está despierta, esperándolo con una sonrisa.
—Buenos días—dice ella.
Él se acerca y, dándole un beso en la frente, le deja una taza en sus manos.
—Buenos días—contesta.
—Ya vas tarde, ¿no?—señala ella, mirando la hora en su celular—. Ya sabes que no le gusta esperar...
Él asiente y deja la taza sobre el buró para poder cambiarse. Lo hace todo en menos de dos minutos y se voltea hacia la chica, sonriendo.
Ella pone los ojos en blanco, sacudiendo la cabeza; la chica habría preferido que se metiera a bañar. En el pasado, el chico lo habría hecho, sin embargo ahora eso no le importa tanto.
—No es como si fuera nuestro primer encuentro—dice él, tomando sus gafas y caminando hacia el baño—. Esta es la cuarta vez que nos veremos y...
—Pero es tu padre.
Mauricio guarda silencio, en parte porque no tiene respuesta para eso y en parte porque se está lavando los dientes. Al terminar, se acomoda un poco el cabello y sale para despedirse.
—Recuerda que iremos a comer con Lucía y...
—Lo sé—la interrumpe, besándola.
Él profundiza el beso, queriendo volver a recostarla sobre la cama y continuar lo que habían dejado anoche pero ella se ríe y lo aleja.
—Está bien, sabelotodo. Mucha suerte.
Mauricio pone los ojos en blanco pero de igual modo le sonríe y le da un último beso, esta vez sobre la nariz.
Piensa en lo que sería de su vida sin ella, su constante apoyo. Sin ir más lejos, seguramente seguiría siendo un fotógrafo anónimo. Después de todo, ella fue la que le sugirió abrirse esa cuenta de Instagram que lo había cambiado todo.
Cuando está a punto de abandonar la habitación, se gira, la mira por unos segundos y después dice:
—Te quiero, Sofi.
Ella levanta la vista de su celular y con una de esas sonrisas que hacen que toda su cara se ilumine, responde:
—Y yo a ti, cariño. No te imaginas cuánto.N/A: Y fin. La historia actual que estoy escribiendo se llama "Más adictivo que el alcohol", por si les interesa. Si no, tengo más historias en mi perfil 😉.
Aquí les dejo mi traducción de la canción:
Cariño, mi frustración
Me da, me da dónde más me duele.
Como cinco ganchos al estómago; no se ven tan fácilmente.
Y he estado lejos por mucho tiempo
y no espero que sigas siendo la misma.
Y supongo que sigo deseando ser el tipo de chico
que necesitas como tu tonto.Porque la vida es como una pelota en la carretera,
andando en estas cuatro ruedas
Oh, pero hay algo en eso no parece realTrabajo todos los días por ti, porque te quiero
Niña, yo no te quiero, te necesito
y no puedo ver otro caminoCariño
Trabajo todos los días por ti, porque te quiero
Niña, yo no te quiero, te necesito
y no puedo ver otro caminoOh, esta separación te hace pensar
y todos aquellos desgastados clichés
han desaparecido en el viento
Y me pregunto si eres la mitad de inocente
que dijiste que eras,
o si le agradeces por su tiempo
y simplemente no vuelves a llamarOh, porque después de todas las luces y
shows y todos nuestros juegos
seremos tú y yo otra vez
Pero hasta entoncesTrabajo todos los días por ti, porque te quiero
Niña, yo no te quiero, te necesito
y no puedo ver otro camino
Trabajo todos los días por ti, porque te quiero
Niña, yo no te quiero, te necesito
y no puedo ver otro caminoOh, vida
Estoy en casa
Así ámame
Y estoy en casa, cariño
Oh, así que tócameSí, estoy en casa
Así que bésame
Como acostumbras
Bésame, cariño
Bebé, te lo haréOh, bebé
Te deseo, cariño
Sí, estoy en casa, cariño
Así que tómame entre tus brazos
Oh, bebé
Ámame como acostumbras
Oh, bésame como acostumbras
Y, bebé, te apuesto a que te lo haré
Oh, no
Abrázame como acostumbras
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La chica del tren
Ficción GeneralComo todos los días, Mauricio sube al tren que lo lleva al trabajo, ajeno a todo y a todos hasta que su mirada capta a una joven. No sabe nada de ella, lo único que sabe es que no puede dejar de mirarla. * * * * * ADVERTENCIA ⚠️: Esta historia no es...