El chico llegó cansadísimo de aquella mudanza y ya no le quedaron energías para revisar si Sofía le había llamado o mandado un mensaje. Cayó rendido sobre su cama y durmió hasta el día siguiente sin siquiera cambiarse.
Era una suerte que al día siguiente tuviera el turno de tarde porque, de otra forma, no habría ido al trabajar.
Lo que lo despertó apenas un par de horas antes de su turno, fue un perro que ladraba sin descanso.
Mauricio se levantó y estiró los músculos adoloridos de sus brazos y espalda, y se talló los ojos. Luego tomó los lentes de su cómoda y revisó su celular. Tres llamadas y un solo mensaje, todos de parte de Sofía. No había dejado mensajes de voz pero el de texto decía:
<<Creo que te debo una explicación. ¿Cenamos?>>
El mensaje había llegado por la madrugada, casi a las cinco de la mañana. ¿Qué hacía Sofía despierta tan tarde... o temprano?
El chico le respondió rápidamente que sí y la respuesta llegó en menos de dos minutos:
<<Hoy salgo temprano pero te esperaré y de ahí te llevaré a comer.>>
Mauricio dejó el celular sobre su cama y comenzó a arreglarse. Intentó no pensar en nada relacionado con Sofía. Intentó no pensar en las razones por las que había estado despierta hasta la madrugada. Y, como era de esperarse, no lo consiguió.
¿Acaso no había podido dormir? ¿Tenía algunas preocupaciones que no la dejaban conseguir el sueño? ¿O quizás había salido de fiesta con unos amigos, a pesar de que al día siguiente trabajaba? ¿Había pasado la noche con aquel otro chico?Todasesas preguntas le rondaron por la mente del chico mientras se alistaba para eltrabajo. Y mientras pensaba en todo esto, se dio cuenta de que por tantas cosasocurridas en las últimas semanas, había dejado de lado el plan que había hechocon Sofía.
Ir al trabajo, uno que ni siquieradisfrutaba ya, era un martirio. Se dio cuenta de que solo anhelaba el trabajopor tener la oportunidad de ver a su amiga. En verdad que necesitaba ordenar sumente.
El viaje a la estación de tren y después altrabajo, le ayudó a ordenar un poco sus ideas. Tenía en mente lo que queríahacer, paso por paso.
Su turno se le antojó eterno. No podíapensar en otra cosa que no fuera salir de ahí y encontrarse con Sofía. Despuésde todo, hablar con ella era el segundo paso en su lista.
Al ser un cine pequeño, la últimafunción era a las nueve, por lo que salió de trabajar cerca de las once.
Iba de camino a cambiarse el uniformecuando se encontró con su gerente. El hombre simplemente le sonrió y siguiócaminando. Mauricio se quedó un momento en su sitio y luego lo siguió.
—Señor—lo llamó el chico—, ¿puedo hablar con usted un momento?
El gerente asintió y le pidió que loacompañara.
Media hora después, el chico salía delcine con la mochila que siempre llevaba al trabajo, con el celular en la manopara poder llamar a Sofía y preguntarle dónde estaba. Sin embargo no hizofalta, pues su amiga estaba en las puertas del cine, sonriéndole.
— ¿Algún plan para esta noche, guapo?—le preguntó ella.
Mauricio le sonrió. Que Sofía bromearaindicaba que no tenía preocupaciones graves. O quizás no, quizás solo queríadespreocupar al chico. No obstante, él le siguió el juego.
—Ninguno—respondió, deteniéndose frente a ella—. ¿Tienes algo en mente?
—Conozco el lugar perfecto.
Mauricio siguió a su amiga. En elcamino no dijeron ni una palabra. Sofía se veía cansada pero bien. Su cabellocorto se encontraba despeinado, como si hubiera pasado sus manos por él. Lo queindicaba que algo le preocupaba, y eso significaba que Mauricio era realmentemalo leyendo a su amiga.
—Llegamos—dijo Sofía, de pronto.
Estaban en una calle llena deedificios, la mayoría era de dos pisos. Sofía se acercó a uno un tanto viejo yabrió la puerta del departamento de la planta baja. Mauricio entró después deella.
—Quería llevarte a un restaurante—le dijo su amiga al tiempo que dejaba sumochila en uno de los sillones—, pero ya es tarde. Es más fácil hacer algo aquíque andar buscando por la ciudad qué encontramos abierto, ¿no crees?
Mauricio asintió pero la chica no lovio, pues estaba de espaldas a él.
El chico miró a su alrededor. Eldepartamento de su amiga era más grande que el suyo, aunque siendo honestos,todos los lugares eran más grandes que la caja de zapatos en donde vivía.
La cocina tenía un desayunador pero suamiga no tenía un comedor. La sala tenía un sillón largo y otro pequeño, perolo que más ocupaba espacio era el librero donde tenía una televisión. No erauna pantalla muy grande pero sí más de lo que él hubiera esperado. En ellibrero había unos cuantos libros pero más que nada estaba repleto depelículas. También había un par de cámaras antiguas acomodadas con cuidad allado de la televisión.
—Mis bebés—dijo Sofía desde la cocina.
Mauricio despertó de su trance y, unpoco apenado, dijo:
— ¿Te ayudo en algo?
— ¿Podrías sacar unos platos y un par de tenedores de ahí?—pidió, señalando unode los compartimientos en su cocina.
Cuando se acercó, el chico vio que suamiga hacía pasta.
Después de que todo estuviera puesto yambos estuvieran sentados a punto de comer, el chico habló.
— ¿Estás bien?—era la primera pregunta que quería hacerle.
Sofía dudó por un segundo pero asintió.
—Sí, solo un par de días difíciles—respondió—. Lo típico, ya sabes. Launiversidad, el trabajo, las cuentas...
—Sofía—dijo el chico, con un tono que decía que no lo engañaba.
Ella suspiró.
—Estos dos últimos días fueron muy estresantes pero, con suerte, no volverán arepetirse nunca.
Mauricio dejó su tenedor y, girándoseen la silla para poder estar cara a cara con ella, le tomó la mano.
— ¿Qué pasó?—preguntó él, preocupado.

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La chica del tren
General FictionComo todos los días, Mauricio sube al tren que lo lleva al trabajo, ajeno a todo y a todos hasta que su mirada capta a una joven. No sabe nada de ella, lo único que sabe es que no puede dejar de mirarla. * * * * * ADVERTENCIA ⚠️: Esta historia no es...