El inicio.

1.6K 85 5
                                    

La noche brillaba en lo alto del cielo en la ciudad de Karakura.
Él invierno era ya moda corriente en la ciudad y por eso mismo los habitantes de la misma evitaban rondar las avenidas hasta tan tarde.
Al igual que otras personas, los comerciantes, se veían obligados a cerrar sus puertas; no solo por las bajas temperaturas y la poca clientela si no por el temor de ser visitados por ladronzuelos y mal vivientes.
Este distrito, ahora taciturno y silencioso, fue el testigo de una batalla encarnizada liberada por los poderosísimos Arrancars del Hueco Mundo, los heroícos capitanes de la sociedad de almas y al maligno ex capitán Aizen hacía tan solo unos diez meses atrás.Durante aquella aguerrida contienda varias vidas se desperdiciaron por las metas y deseos de poder de unos pocos; vidas que quizás a algunos les parezcan insignificantes, pero que otros descubrirán que pueden llegar a ser mas que una turbia mota de polvo en sus revoltosos pasados.
Una de las principales plazas de Karakura lucía por demás desierta. La brisa gélida se desplegaba con elegancia entre los árboles y arbustos susurrando palabras melodiosas a las pocas criaturas vivientes de aquel lugar. Una familia de ardillas, unos cuantos insectos, varias cucarachas, algunos temerosos topos que dormían ahora placidamente en sus madrigueras y un extraño joven, eran presas de aquella impune brisa.
Sentado junto al tronco de un durmiente árbol se hallaba aquel que una vez fue una de las más poderosas almas que caminaron por todo el hueco mundo, hoy plagado de criaturas sin mente ni lógica, dispuestas a matarse entre ellas para devorarse unas a otras.
El muchacho casi desnudo, cuya única vestimenta eran unos largos pantalones color blanco rasgados, permanecía agazapado y acurrucado bajo el único consuelo del que ahora disponía, un envejecido árbol cuyo resplandor solo se encendía nítidamente en las épocas más cálidas.
Si bien la noche era inclemente y su cuerpo temblaba sin pudor, sentía que aquella diminuta tortura incesante era su castigo por ser lo que era ¡Un monstruo! Y no solo uno normal y corriente, era el peor de todos.
Muchos lo llamaban Ulquiorra, Ulquiorra Shiffer perteneciente a la poderosa casta de los Espada, nombre dado por aquel que había sido su creador, el capitán Aizen, un traidor al Seiretei, a sus compañeros y a toda la sociedad de almas.
Ulquiorra sin embargo no sentía ira por éste sujeto, después de todo lo había creado a él, ¡Sí! Al poderoso cuarto espada temido por sus contrapartes u simplemente ignorado por otros más fuertes.
Desde el momento mismo de su nacimiento Aizen solo lo utilizó para sus propios fines. Él solo era un arma, una marioneta construida a partir de una desdichada y agobiada alma humana. Era la semilla y el producto de algo inconsistente y carente de razón y lógica, que había surgido en su mundo para servir a su amo y señor sin discusiones ni cuestionamientos.
Durante tanto tiempo actuó sin miramientos asesinando a todo lo que Aizen consideraba amenazante a sus planes, y por supuesto, no dudo en lo absoluto cuando éste le pidió que le trajera a cierta mujer de silueta protuberante, hermoso y largo cabello, y los más bellos y tristes ojos que haya observado jamás, o quizás los segundos ojos más tristes por que varias veces había visto su mirada devuelta por su reflejo en el agua o en su propia Katana.
Si bien solo había sido su trabajo, esta mujer, despertó en él cierta curiosidad que hasta entonces desconocía.....

Orihime, Mi Razón.  Ulquihime••Donde viven las historias. Descúbrelo ahora