¡Doble problema!

512 36 5
                                    


Las vacaciones de verano habían comenzado en Karakura. Hacía casi 1 mes que Ulquiorra se hallaba en el mundo humano. Últimamente trabajaba casi sin descanso en la tienda de Urahara pues la clientela había crecido descomunalmente desde su llegada.

Según Shinta y Ururu, el joven espada, poseía cierto atractivo con las mujeres; aun que el pequeño Shinta sospechaba que detrás de todo aquello hubiese algún tipo de resurrección prohibida utilizada por el pelinegro con la finalidad de algún día apoderarse de los corazones y las almas de las ingenuas mujeres humanas y convertirlas en las más despiadadas bestias asesinas.

Mientras la juvenil mente de Shinta se dispersaba con aquellos pensamientos Urahara lucía algo preocupado. El tiempo corría sin descanso y llegaría el momento en que debería cumplir con su promesa, él debía poner fin a la vida del arrancar.

Ciertamente aquel escueto pensamiento solía ser reemplazado por varios planes y estrategias elaboradas con la finalidad de enseñarle a Ulquiorra un poco más sobre los sentimientos humanos. Aún que había probado varios métodos conocidos, el chico pocas veces le seguía la corriente o no lograba entender en realidad sus largas pláticas y explicaciones sobre las maravillas del mundo humano, como la comida rápida, el internet, el teléfono celular o la leche chocolatada.

El rubio se había devanado los sesos durante el fin del curso escolar ideando otro estúpido plan, como lo llamaba Shinta, para hacer que Ulquiorra hallará una motivación para vivir; pero a pesar de habérsele ocurrido la genial idea de inscribirlo en la escuela, el pelinegro se mostraba bastante reservado y antisocial, lo cual malograba en gran medida sus objetivos.

Después del último día de fin de curso el espada partió de la tienda cargado de encomiendas y paquetes dispuesto a terminar ese extenuante día lo antes posible.

El simple hecho de tener que pasar largas horas de su vida con Kurosaki Ichigo y sus amigos lo fastidiaba de alguna manera y mermaba gran parte de su poderosa energía espiritual. Seguramente los humanos poseían esa extraña habilidad de apropiarse de la energía ajena, ya que hacía un largo tiempo que se hallaba algo desganado.

Ulquiorra se preguntaba si todo aquel malestar no era producto de lo que los humanos llaman desprecio ¿O acaso sería algo más?

Lo cierto era que las extrañas actitudes que había tenido Orihime para con él, hacia casi unas semanas se habían interrumpido súbitamente ¿Acaso la chica ya lo había olvidado? ¿O era que lo ignoraba por completo? Ulquiorra continúo su entrega algo confuso y en cierta medida molesto, sentía que le habían ofrecido algo y súbitamente se lo arrebataban bruscamente y sin explicaciones.

Mientras que el espada realizaba las últimas entregas, Urahara recibió dos visitas inesperadas. La primera de ellas lo lleno de sorpresa, la mismísima Kuchiki Rukia, había acudido a su almacén y no exactamente en busca de algún raro producto o un nuevo gigai.

-Gracias por el té Ururu. –Exclamó la pelinegra dándole un sorbo a su humeante taza.

-De nada Kuchiki-sempai… -Dijo la niña casi imperceptiblemente retirándose de la sala.

-¿Qué te ha traído por aquí Kuchiki? ¿Acaso tú gigai está fallando? –Pregunto Urahara asombrado de que sus productos comenzarán a fallar repentinamente y eso no sería nada productivo para su negocio.

-De hecho lo que me ha traído aquí es Ulquiorra Shiffer. –Depositando la taza en la mesa.

-Ya le dije a Kurosaki Ichigo que no debía preocuparse por él, no entiendo por que insisten. –Rascándose la cabeza.

-¡Urahara! ¿Es verdad que tú y él hicieron un pacto y que llegado el momento deberás ejecutarlo?

-¡Ahh! Bueno así fue pero ¿Por qué te interesa? ¡NO ME DIGAS QUE TE GUSTA ULQUIORRA! –grito

Orihime, Mi Razón.  Ulquihime••Donde viven las historias. Descúbrelo ahora