Capitulo 6: mi pomulo, ctm

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Salimos por la puerta delantera con sumo cuidado todos atrás de los demás, y adivinen quien iba primero, yo. Caminamos súper lento porque había un olor a muerto, y abrimos la reja despacio. Las personas zombies eran, ni aparente a las películas, no son verdes, rápidos, ni tampoco tienen la ropa toda rota, de hecho, parecen personas, pero si se les nota lo pálido y ahueonao de cara, sin contar de la sangre que cayó al momento de que lo mordieron.

Está bien, estoy más asustá' que el pico, y nadie habla aún, todos estamos calladitos, cada uno viendo según nuestra perspectiva, AY UNA COSA SE ACERCA CONCHETUMARE.

Empezamos a caminar todos asustados y a correr al almacén más cercano que queda a dos cuadras del colegio. Una vez ahí, rompimos la cerradura del portón y entramos.

Nos encerramos en la weá y después ponemos unas bancas culiás que habían adentro.

Después respiramos y hablo —cabros, ¿están todos bien?

Todo asienten con la cabeza —estamos dentro de... ¿Fruna? No me cagui— dice la Lore.

—No es fruna— digo entrando al supermercado que de hecho estaba terrible oscuro.

Todos me siguen detrás y caminamos súper despacio. En eso, un culiao to' lleno de pistolas, me empuja a la pared y me pone la weá en la cabeza —¿quién eres, y que haces aquí pequeñita?

Todos gritan y se acercan, pero les hago una seña con los ojos a los cabros, porque si le pegan me va a matar, y no quiero eso, quiero sobrevivir.

—y...yo— pa que vamos a mentir, estoy que lloro.

—¿Te lo repito? ¿O prefieres morir?— apretó la pistola más a mi sien.

—Sueltala— dice alguien rompiendo nuestra entrada que habíamos cerrado, era el Gerardo y atrás de el venían puros culiaos muertos.

Me sorprendió ver que ningún zombie se acercó a él, lo esquivaron, y después en cuestión de segundos el Gerardo ya había matado al viejo culiao que me quería matar.

—¡Corran!— grita el Camilo esquivando a los zombies y todos lo seguimos, el Gerardo, tranquilo, me tomó del brazo y recogió la pistola del señor mientras los zombies se daban cuenta de mi presencia.

—Quiero vivir— le digo casi llorando, los cabros me miraban del otro lado asustados, les dije que se fueran, pero la Belén con la Lore se quedaron ahí.

Fue entonces cuando el Gerardo sacó una navaja, cortó su dedo y lo puso entre mis labios. Lo miré escéptica, seguía consciente de que estábamos en un Apocalipsis zombie y que mis amigas estaban en medio de toda esa mierda. Pero sentí que mi cuerpo se unía con el del Gerardo, y no, no de una manera cursi, era una weá terrible rara.

Quitó su dedo de mi boca y luego corrió —no te van a hacer nada, corre— yo como ahueona asentí con la cabeza.

Las cabras estaban ahí, mirándome sin entender lo que habían visto. Corrimos hasta más no poder y abrimos la reja del colegio, la cerramos y el Gerardo mató a unos zombies. Subimos las escaleras y cerramos la segunda reja del colegio, después, el Felipe nos abrió la puerta con su cara culiá de indeferencia.

Miró al Gerardo —¿estai bien, ahueonao?— El Gerardo sonrió y entró, el Pipe me miró las manos —¿y la comida?— doblé los ojos y sin querer estaba roja, tiritando y a punto de llorar.

—Casi se mueren, no seai tan volao, Felipe— dice el Gerardo sentándose en unas banquitas que hay dentro del colegio.

—¿Volao? ¿VOLAO? ¡ESTA MINA NOS DEJÓ SIN COMIDA A TI, A MI, A TODOS ¿Y VO DECI QUE SOY VOLAO?!— el Gerardo rodó los ojos.

—Ya para tu hueá, de verdad no estoy de buenas pa andar peleando con vo— dice parándose todo volao y el Felipe lo toma del brazo.

—Acepta que perdiste a tu mina, no la vai a encontrar, por más que querai— al Gerardo le brillaron los ojos. Pero después le sacó la chucha al Felipe, y obviamente este culiao se defendió, y yo, busqué el peligro.

Me metí entre los dos culiaos —PAREN SU WEÁ— les grité pero no paraban, no se daban cuenta de que todos los golpes los estaba recibiendo yo hasta que el Gerardo me mandó el meo' combo en el pómulo.

—Conchetumare— susurré.

Mentira, grite.

—CONCHETUMARE— me puse a llorar mientras saltaba como bebé —MI MEJILLA, me arde— gritaba y el Gerardo me sostuvo.

—Tra...te...tranquila Sofi— me levantó y me tomó, yo sólo me quejaba del dolor. Cuando abrí los ojos estaba en la camilla de la enfermería, la cual ahora no tenía enfermera, y quedaba sólo la camilla, y unas cuantas weás. Me acordé de mi mami, siempre me abrazaba, me hacia nanai, me curaba las heridas y luego me traía una sopita o algún cachureo, ahora no estaba con ella, y empecé a llorar con más fuerza. Sentí unos brazos rodearme y lloré, lloré y lloré —tranquila— me decía en el oído. Antes de toda esta mierda lo único que quería era estar con alguien, que el Gerardo me abrazara y estuviéramos solos en un cuarto, ahora, que era así, sólo quería todo de vuelta a la normalidad, a mis papis y a mis hermanos.

No sé cuando me quedé dormida.

Estaba corriendo, escapando de mi prima, estábamos jugando porque estábamos aburrias'.
Me atrapó y nos reímos, después la mire y estaba mordiéndome la cara, la alejé y vi su cara de zombie, me puse a gritar, le pegué y luego corrí, paré cuando vi mi casa, y entré, feliz.
Empujé la puerta y me encontré con mis papás alimentandose de mis hermanos, empecé a gritar, ellos me sonrieron y mi mama me tomo del brazo, me llevó a un espejo y me vi. Estaba pálida, llena de sangre... Como un zombie.
-ahora eres uno de nosotros, mi amor- me dijo y yo lloré.

Apocalipsis Chileno [terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora