Capítulo 65: pensamientos

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Sofi Pov

El Diego siempre fue lindo, era el medio mino, y aunque me haya gustado a cagar hace caleta de años y que el no me pescara porque era una mina inmadura, aunque me haya roto el corazón, siempre estuvo ahí, esperando algún día ser correspondida. Su piel blanca, su ojos penetrantes y su sonrisa que mata en un milisegundo a cualquier mina, su manera de caminar e incluso su manera de imponerse frente a cualquier persona, de creerse superior y mejor que el resto, de saber que era mino y de hacerlo saber, de aprovecharse de eso, es lo que más me gustó de él, aunque siempre fingí que lo odiaba, nunca fue así.

El Gerardo, María, o como sea; no lo había visto hasta hace unos años, pero aún así una vez que me fijé en él ya no había manera de quitarle los ojos de encima. Tenía algo magnético que hacia que mis ojos lo vieran si o si, y cuando estaba decidida a dejar de mirarlo, aparecían sus ojos posándose en los míos, era un juego de miradas que perduró por muchos años, nunca hubieron palabras de por medio, ni sonrisas, sólo miradas. Miradas que decían más de mil palabras en un segundo... o bueno, así lo vi yo.

Antes me importaba ser la mejor, aunque quizás nunca me funcionó, lo intenté. Intenté ser superior a todos, intenté hacer que se fijaran en mi, intenté subir las notas, intenté salir adelante por mis propios méritos. Pero el problema no era el querer superarme, sino sólo pensar en mi. Fui tan egoísta, nunca pensé en nadie más que yo y aunque quizás odié alguna vez a las personas egoístas y llevadas a sus ideas, me terminé transformando en una. Siempre estaba alejada de todos, el celular era mi mejor aliado, nunca disfruté los momentos con mi familia, solamente los veía cuando salíamos o teníamos que tomar once, y estoy muy arrepentida.

Pero de nuevo lo hice, fui egoísta.

Cuando alguien te gusta de verdad, no te lo podi cagar, y no es si puedes, simplemente no quieres y ya, no tienes ganas porque a la única persona que te queri comer es a quien juras serle fiel. Y yo quería tanto al María, lo quería demasiado, pero el Diego era algo tan distinto al María que mi cerebro no sabía que hacer y sólo escuchó al corazón, aún recuerdo los besos del Diego, eran tan suaves, ricos. Los del María eran iguales, pero tenían otro toque, tenían algo que el Diego no tiene, el Diego tiene otra cosa que el María no. Y los dejé, ¿por qué no se pueden amar a dos personas? ¿Por qué mejor esto no es un sueño? ¿Por qué soy una maraca culiá?. Soy una egoísta de mierda, dejé a mis amigas, dejé a los que me gustan, dejé todo y sólo por mi, por mi familia. Lo único que espero es que esto no haya sido en vano. ¡Puta que es difícil la vida! Y más ahora que estoy quizás donde, con la fiebre a cagar de alta y con el hombro adolorido, con lluvia y truenos encima de mi cabeza, más ahora que hay zombies rondando por ahí, y aún peor; saber que mi inmunidad se fue a la chucha.

Toso por onceava vez mientras lloro y mis lágrimas se mezclan con el agua de la lluvia. Agarro mi hombro que duele a cagar. ¿Y que va a pasar conmigo? ¿Voy a morirme no más?. Grito mientras saco el cuchillo que tengo guardado y corro donde el zombie que se acerca a mi casi volando, este es de esos que cambian los ojos de colores, y es preferible yo matarlo antes de que me haga algo a mi.

Le entierro el cuchillo y cae en dos segundos, suspiro aún llorando mientras dejo que el cuchillo se limpie con la potente lluvia, y luego lo guardo. Según lo que estoy viendo, mi casa queda a varios kilómetros de aquí, y estoy mucho más lejos que antes. Pasa que los zombies reculiaos raros me complicaron el camino ya que luego de que uno me mordiera, como por acto de reflejo grité y me di vuelta, acabando con su miserable vida. Estaba tan adolorida que sólo me largué a correr al medio de todos los zombies, ahora que lo pienso no se como cresta logré salir de ahí, era muerte segura.

Mi hombro duele a cagar, arde como la mierda y no puedo pensar con claridad. No traje suficientes hueas para hacerme curaciones porque puta ¡nunca pensé que no iba a ser más inmune!. Me saco la mochila y entro a algo que por lo que veo antes fue un kiosko. Empujo la puerta que está semi abierta y no hay nadie, todo el espacio es un poco chico y hay miles de papeles en el suelo. Me siento ahí y cierro la puerta con cuidado y silencio. Me cruzo de piernas y me saco la MK-48 que me tiene más chata que la mierda, es más difícil disparar hueón, hay que tener caleta de fuerza en los brazos, en Call of duty se veía más fácil la hueá.

Abro mi mochila mientras me saco el poleron que tiene un hoyo ya que el zombie me perforó toda la hueá. Corro un poco la polera mientras siento como me empieza a faltar el aire, me da repulsión la sangre, veo apenas la herida, de lo poco que se de medicina, sé que no es una hueá superficial. Tanteo alrededor, está como verde y tiene como escamas, frunzo el ceño y siento como mi estómago empieza a empujar lo poco y nada que he comido. Me corro a un lado y vomito por harto rato, y cuando siento que estoy mejor, me corro más para el otro lado para no tocar esa asquerosidad. Saco una especie de bandita curativa de mi mochila solamente para tapar la herida y que no me de una infección... peor. Me tiro hacia atrás mientras cierro los ojos y las lágrimas caen sin cesar.

Cuanto querría que alguien estuviera junto a mí...

Diego Pov

—Ya está Felipe, la voy a ir a buscar, porque la quiero, y créeme cuando te digo que la voy a encontrar— le doy una última mirada mientras le quito el arma de las manos y me dirijo a la salida trasera del colegio.

La necesito conmigo, no voy a dejar que unas cagás de muertos vivientes me caguen la vida.

Apocalipsis Chileno [terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora