Capítulo 60; mentirosa

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Gracias por las 3K ❤️

Belén Pov

Abro los ojos por un llanto insoportable, tengo mucha hambre y mi cabeza me duele mucho. No sé cuantos días llevo en esta cagá de cuadrado, sólo se que mis muñecas me duelen a cagar por culpa de la cuerda que me inmoviliza, el otro día llegó la Ber gritándome y diciéndome que le dijera donde cresta estaba la Sofi, y como no sabía y aunque lo supiera no le diría, me mandó a pegar con el mino que me había mirado de reojo, lo que me sorprendió fue que cuando me iba a pegar me susurró al oído «finge que te duele» y aunque dolió el primer combo en el pómulo, después ya fue soportable y fingí.

—¡Ayuda!— gritaba la Meilyn, desde que despertó que grita como loca y no deja de llorar. Resulta que a la loca de la Ber le gustan los gritos de esta hueona y le sacó el pañuelo de la boca sólo pa escucharla, pero está loca, a mi también me lo sacó el día que me pegaron para que sufriera, la Ber está chalá. Ella secuestró a la Meilyn porque la mina le había pegado y no sé que hueá, y a mi porque no habían encontrado a la Sofía y me preguntaba donde está, pero ni yo sé.

—¿Podi callarte? Gritando lo único que vai a conseguir va a ser zombies— estaba estresada, tenía sueño y no había podido dormir bien, me sentía sucia y extrañaba a mis amigos.

Alguien abrió la puerta; la Bernarda, y venía con el mino que supuestamente me había pegado, venían hablando:

—Sí, yo ahora voy para el refugio de estos tipos a ver si apareció la zorra Sofía, y para que no se den cuenta que yo tengo a estas enfermas— el asintió con la cabeza mientras ella nos miraba con asco. —dale algo de comer, no mucho, que no se escapen— el volvió a asentir con la cabeza mientras ella le daba un beso en la mejilla. —te amo hermanito— cerró la puerta y él quedó junto a nosotras.

Él no habló, ninguno lo hizo, sentía agrado por él ya que no me pegó tan fuerte como quizás esperaría de un musculoso lleno de tatuajes y más rico que la conchetumare. Tenía como veinte años aunque aparentaba menos, su pelo estaba un poco largo y tenía un poco de barba, sus labios estaban bien marcados y u...

—Deja de mirarme— resonó por la habitación, el mino me estaba mirando fijamente con sus ojos celestes y yo sin querer desvié la mirada, estaba nerviosa, podría ser muy guapo pero puta que tenía care malo. —díganme fido, mi hermana está loca pero eso no implica que yo igual lo esté, aunque si intentan escapar o algo parecido, no voy a dudar en sacarles la conchetumare— fruncí el ceño ¿un mino amenzandome?.

—¿Y vo quien te crei que amenazarme así?— le pregunté con una voz débil pero digna, sus ojos celestes me miraron por varios segundos y se acercó lentamente a mi con cara de poker.

—Me creo la persona que puede sacarte los ojos y puede cortarte en mil pedacitos ¿sabi por qué? porque yo tengo poder aquí, tú no— me miraba fijamente y yo también, aunque estaba intimidada por su cercanía, no dejé que él me venciera.

—No te tengo miedo— se acercó más a mi y puso una de sus manos en mi silla, sentía su respiración cerca de mi y nuestras narices rozaban, estaba roja pero ya sé cual era su plan; intimidarme y hacer que caiga a sus pies como una sumisa. ¡Chao reculiao! Se nota que no me conoce. Justo cuando él iba a hablar, se abre la puerta. Él se separó de golpe de mí y miró fijamente hacia allá, era un mino pero sólo veía su sombra ya que hacia contraluz con la luz del sol que venía desde afuera, no paraba de hablar.

—¡Dile a la Bernarda que deje de asfixiarme! Estoy chato loco, tu hermana es un caos andant...— cerró la puerta mientras me miraba a mí y después a la Meilyn, ahí pude ver su cara. Era un mino del colegio, su nombre era Julián, fue un ex amor mío, me gustó un tiempo pero él nunca lo supo, tampoco pensaba decirle porque siempre estuvo con su mina la Susana, él era blanco, tenía los ojos cafés y el pelo castaño, era medio flaite pero igual no más que estaba harto rico. —¿qué hacen ellas acá?.

El fido caminó quedando al lado de él y se encogió de hombros. —capricho de pendeja malcriada no más po Julián, sabi como es mi papá con la Ber— el Julián se acercó a la Meilyn y le empezó a tocar la cara y las manos, después se acercó a mi. —¿qué estai haciendo?— le preguntó el fido pero el no lo pescó. El Julián me miraba preocupado mientras tocaba mis pequeñas heridas y tanteaba mis manos que estaban detrás de la silla, amarradas.

—¡Esa mina está loca!— gritó en mi cara, me miró con sus ojos penetrantes. —¿le han dao algo de comer a estas minas?— se dio la vuelta y miró fulminante al fido que negó con la cabeza. —¿cuánto llevan acá?.

—Están acá hace seis noches exactas.

—¡Hueón!— el Julián se fue harto rato para después volver como con noventa kilos de comida.

—Julián, la Ber me dijo que no les diera tanta comida— el fido se veía realmente asustado.

—Chao con esa mina— le pasó un pote con algo dentro que no sé que era. —dale a ella— me apuntó a mí, yo negué con la cabeza.

—¡A mi nadie me da nada, si quiero comer tengo mis propias manos!— el fido rió.

—Mira cabra chica, si no queri morirte de hambre es mejor que aceptí, pa lo que nos cuesta— tragué saliva.

—Pero...

—Pero nada— se acercó a mí y me hizo abrir la boca, esparció un líquido dulce que tenía sabor a pera, estaba rico, si no me equivoco era compota, nunca me había gustado al cien por ciento pero al no haber comio durante tantos días no me importó. Estuvieron dándonos de comer harto rato, y pararon cuando se abrió la puerta y llegó una Bernarda frustrada.

—¡Los odio a todos!— se quedó mirándonos. —¡Julián! ¿Qué haci aquí?.

—¿Qué hacen ellas acá?— la Ber le sonrió incómoda mientras veía toda la comida que nos habían estado dando.

—¡Fido, esa era mi comida de la semana!— se acercó a nosotros y nos quitó la comida que aún no nos daban. —¡le voy a decir al papá!.

—¡NO!— gritó el fido. —no, es que... comete mi comida, no le digai al papá— ella lo miró por varios segundos y después se acercó a él para golpearlo.

—Chupalo, hermanito— nos miró fulminante a todos. —el papá va a a saber esto.

—¡No es mi culpa que te haya ido mal en el refugio de esos enfermos!— le gritó el Fido corriendo hacia la puerta y evitar que saliera.

—¡No me fue mal!— gritó frustrada. —¡es sólo que llegaron más personas y entre ellas la Sofía, pero volvió a desaparecer! Creo que anda sola por ahí y necesito encontrarla— él se agarró la cabeza.

—¿¡Qué teni con esa mina, Bernarda!? ¡Déjala tranquila por la chucha, nos vamos a meter en problemas!.

—¡Pero si son puros pendejos, no me dan miedo, no saben ni pelear!.

—¡Ella, la grande, la que dice que tiene veinte años pero tiene dieciséis! ¡La que dejó que el papá matara a la mamá porque te había castigado! ¡ÁNDATE A LA MIERDA BERNARDA!— no sé si fue todo literal ¿dieciséis? ¿Mamá muerta?.

—Fido... cálmate— le dijo el Julian asustado, la Bernarda tenía rabia en todo su cuerpo mientras unas pequeñas lágrimas caían por sus mejillas.

—¡Esa vieja merecía morir, se cagó al papá y no me quería, siempre te hacia los gustos a ti pero a mi nunca!.

—¿¡Cómo queriai que le fuera fiel si el papá la trataba como las hueas y la tenía pa puro culearsela!? !la mamá nunca te quiso porque estai enferma, estai loca!— la Bernarda se quedó callada.

—Déjame pasar— él negó con la cabeza. —¡DESPUÉS NO ALEGUI QUE EL PAPÁ TE ODIE! ¡Vai a ver fido, vai a ver!— lo ahorcó desprevenido haciendo que se debilitara y ella aprovechó de salir, sin antes gritar: —¡voy a decirle todo, nadie me hace llorar!.

Apocalipsis Chileno [terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora