Capítulo 46; "pelá"

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Sofi Pov

—¿Podi quedarte quieta?—. El María estaba tratando de curar a la Bernarda pero la mina se movía todo el rato, yo como por décima vez en el día rodé los ojos.

—¡Pero si eri tan bruto po!—. Le gritó ella. Suspiré y decidí salir de la enfermería, la Meilyn estaba adentro y el Diego había salio hace como diez minutos a no se dónde. Me gané afuera de la enfermería, y me senté en el suelo del gran pasillo mientras pensaba, me sentía chata de todo, quería agarrar mis cosas e irme lejos sin nadie y buscar a mi familia, quería verlos y escuchar que me reten una vez más, así me sentiría llena de nuevo. No me di cuenta cuando alguien se sentó al lado mío y suspiró, tampoco me importó por lo tanto ignoré a esa persona y cerré los ojos mientras ponía mi cabeza en la pared.

—¿Estai enojá conmigo?—. Sentí como su pierna hacia contacto con la mía, antes no me había importado, pero ahora que escuché su voz sin querer me puse roja.

Abrí los ojos de golpe, saqué mi cabeza de la pared y lo miré, sus ojos cafés estaban mirándome dudoso. —¿por qué habría de estarlo?—. El Diego sonrió mientras se encogía de hombros.

—No se po, por eso te pregunto—. Yo negué con la cabeza mientras suspiraba y me mordía el labio.

—No estoy enojá—.

—Ah...—. Susurró, yo suspiré. —hace frío, se está haciendo de noche ya—. Volví a cerrar los ojos y a poner mi cabeza en la pared.

—Ha sio' un día largo ah—. Abrí mis ojos pero aún tenía la cabeza en la pared, el asentía con la cabeza mientras miraba a la nada como pensando y cuando sintió mi mirada volteó a verme, sus ojos estaban más brillantes y rojos que de costumbre, sus labios estaban rojos ya que se había mordido los labios y sus mejillas estaban un poco rojas, sin contar que su pelo ahora estaba un poco largo ya que no ha tenido la oportunidad de ir a una peluquería en un apocalipsis, a todos les pasa, es entendible.

—Fue un gran día, me di cuenta de cosas e hice cosas que no fueron tan desagradables—. Inmediatamente me acordé del beso que se dio con esa culiá y también de lo que vi, fue como una conexión.

—¿Ah sí?—. Sentía como me ponía tensa mientras cortaba nuestro contacto visual y me paraba. —que buena po—. Estaba dispuesta a irme cuando el también se para y toma mi mano.

—¿Vei? Estai enojá por algo y no se por qué—. Ignoré como se me dormían las piernas ante su contacto y como me sonrojaba, él pareció notarlo ya que su sonrisa ego creció y se acercó a mí.

¡Aléjate de él hueona, acuérdate del María, con el deberíai sentir esas cosas!

Mira conciencia reculia, yo quiero al María, pero el Diego me intimida.

!Claaaaro po! Si no te lo comí ahora, te vai y no le hablai nunca más.

¿Oye y quien so vo pa decirme lo que tengo que hacer?.

Yo soy tú, pava culiá.

—Suéltame Diego—. Le hablé como si estuviera chata de él aunque no lo estaba, a él no le importó ese tono y me empujó de una manera bruta a la pared y me soltó la mano pa ponerla alrededor de mi, en la pared, intimidandome al cien por ciento, ahí fue cuando me enojé. —¡Diego hueón suélt...!—.

—Mientras no me digai por qué estai enojá conmigo no pienso soltarte—. Sentía sus ojos mirarme y su aliento chocar en mi frente.

—¡Pero si no estoy enojá, ahueonao!—. Forcejeé sabiendo que sería imposible sacarme de su agarre. —¡Diego hueón, suéltame por la chucha!—. El sonrió mientras relamía sus labios, se estaba acercando tanto que tuve que poner mis manos en su pecho para alejarlo, el pareció sorprenderse  pero le restó importancia y me miró coqueto.

—Si queri tocarme, vo dale no ma—. Rodé los ojos ¡este mino no se cansaba hueón!.

—Diego culiao, para de creerte la media hueá—. Frunció las cejas, se puso rojo y acercó más a mí, yo estaba hiperventilando sin querer y estaba roja a cagar.

—No puedo no creerme nada si te siento tan nerviosa cerca de mí—. Nuestras narices rozaron, pero en vez de correrme, me quedé ahí mirándolo y el sonrió de lado, de aquí se veía más turnio, pero me aguanté las ganas de reír y sólo tenía una sonrisa contenida.

—Ya para—. Sin querer se me escapó una sonrisa y el cambió de una sonrisa ego a una distinta, sonrió normal y achicó sus ojos, como por arte de magia, me puse seria, el momento no estaba pa reírse y el también se puso así, sentí un ruido cercano pero lo ignoré, ya que sus ojos...

Pensé que confiabai en mi...

Yo no podría mandarme un cagazo contigo...

Yo te quiero a tí...

Confía...

Me acordé de todo lo que le dije al María hace un puto rato ¡soy una maraca!, me sorprendí cuando no quería separarme pero aún así lo hice, bajé mis manos de su pecho y el aflojó sus brazos para dejarme ir, empecé a caminar pero su dedo tocó mi brazo tímidamente, yo me di vuelta pa mirarlo, sus ojos volvían a estar brillantes. Con su mano tocó mi mentón y con la otra me abrazaba por la cintura, se acercó a mí lentamente y al ver que yo no ponía resistencia sin querer se le escapó una sonrisa, cerró sus ojos y cuando pensé que lo peor iba a pasar la voz y los pasos firmes del Maria nos interrumpe.

—¡Suéltala ahora si no queri que te mate conchetumare!—. Acto seguido, el María saltando encima de él y pegándole combos por doquier, me giré donde la Meilyn que estaba en shock y la Bernarda me miraba con una sonrisa triunfante.

Apocalipsis Chileno [terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora