Capítulo 19: "nuestro primer beso"

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Sofi Pov

Recien había entrado a la biblioteca, no me dolía el hombro, pero si me puse un nuevo vendaje.

Había ido al baño porque estaba que me meaba, despues subí, y aquí estaba.

La Lore entró sola y se sentó conmigo —hace frío— me dijo.

—Si hueón— me froté las manos y las puse bajo mi frazada —oye, ¿y la Belén?

Tosió —eh, no sé— se sentó al lado mío.

—Ah— me acurruqué en la frazada ¿donde estaba el Gerardo cuando lo necesitaba?

Miré para el lado, encontrandome con el Diego. Estaba conversando con el Nacho, lo quedé mirando porque estaba aburrida, despues el Nacho se calló y me miró, y el Diego se dio vuelta, para ver quien era, y cuando se dio cuenta, se puso rojo.

¿como?

En eso entra el Gerardo, frotándose las manos por el frío y atrás de él venía la Belén.

Mera coincidencia debe ser.

Me miró y me sonrió triste, después se sentó al lado mío, en el suelo —hola— me dio un besito en la mejilla.

—Hola— lo abracé —tenía mucho frío, ¿donde estabai'?

—Afuera— me abrazó mas fuerte.

—Ya po, si eso ya lo sé— bufé.

—Oye, ¿cómo está tu hombro?— me preguntó, instintivamente mire mi hombro.

—Eh... Bien, no me duele— le sonreí y le di un piquito.

Ahggg, impulso reculiao.

Se quedó quieto como cinco segundos, después sonrió y me dio un besito en la frente —hace tuto— yo acepté, y me dormí.

Desperté gracias al sonido de las voces de las personas que dormían en la misma habitación que yo.

Abrí los ojos, estaba acurrucada en los brazos de Gerardo, mi gerardo. El aún seguía durmiendo, pero con un leve movimiento, lo desperté.

—Buenos días, dormilón— le sonreí y el hizo lo mismo.

—Hola— me besó la mejilla y se levantó, me tendió su mano —¿acompañame a cambiarme de ropa?— me estiré porque soy una floja culiá, pero acepté. Empezamos a caminar de la mano.

¿Han sentido esa sensación culiá de que alguien los está mirando? Weno, eso mismo me pasó a mí.

Miré para el lado izquierdo, el Diego nos estaba mirando muy fijamente, tanto que me cohibí, cuando él se dió cuenta de que me percaté de su mirada, la desvió, y siguió hablando con Rodolfo.

Me puse roja y el Gerardo me miró extrañado —uy si se pone rojita— me guió hasta la salida de la biblioteca —¿por qué tan roja?— salimos de ahí y comenzamos a bajar las escaleras. Yo iba con una mano agarrando la mano de él, y con la otra tenía una prenda de ropa con mi cosmetiquero, tenía hartas hueás, la mayoría cosas de aseo personal y maquillaje, que saqué de las farmacias y el supermercado.

—¿...Gerardo?— un mino más grande que nosotros le habló, no era del colegio —hola, mi nombre es Andrés, soy el que arreglaba el baño pa' que haya agua— el Gerardo asintió.

—¿Qué pasó?— preguntó.

—¿No sabes dónde está el Felipe?— se rascó la nuca.

—Ah, sí, está arriba, estaba hablando con un amigo, anda no más.

El culiao asintió con la cabeza y después se fue. Nosotros seguimos nuestro trayecto al baño. Seguimos en silencio, luego nos separamos para ir cada uno a su baño.

La ropa que había elegido hoy era un buzo plomo y una polera de tiritas negra. Obvio que las zapatillas.

Me miré en el espejo, estaba horrible, así que abrí mi cosmetiquero y con unas toallitas húmedas me "lavé la cara", tenía solo dos paquetes, así que no se las prestaría a nadie.

Me peiné y me hice una cola de caballo, mi pelo olía como las hueás, cinco días más y estoy infestada en caspa.

Me encrespé y pinté mis pestañas levemente, no me quería volar, como lo hacía siempre, cuando esta mierda aún no pasaba.

Agarré mis cosas y me fui afuera del baño de hombres, estaba esperándolo, en eso sale el Bastian.

Que viejo amor conchetumare.

Me atreví a saludarlo —hola po— el me miró y me sonrió.

—Holi— se acercó a mi y besó mi mejilla —que raro esto que está pasando, ¿cierto?— yo asentí con la cabeza, un poco sonrojada por su repentino saludo.

¡Es que el culiao antes con cuea me hablaba en whatsapp!

En eso sale el Gerardo, con un buzo apitillado, una polera negra que dice "home run" se veía rico.

Se acercó a nosotros y tomó mi mano —hola Basti— le dijo a él.

—Hola— tosió —bueno, los... dejo— se fue caminando hacia la biblioteca, una vez que se fue, lo miré.

Se veía tan lindo el culiao.

Era hermoso.

Y era sólo mío.

—Oye— empezó a caminar con nuestras manos aún entrelazadas —¿cómo empezó todo esto?— entramos al patio de los kinder, sí, mi colegio tenía kinder, y estos cursos tenían unos columpios, entramos, pero no nos sentamos.

Me abrazó por la cintura y yo lo abracé por los hombros.

—Uhm— sentía su respiración cerca de mí, y tragué saliva —no sé— le sonreí.

—Dicen que las cosas no planeadas son mejores que las planeadas— acercó su nariz a la mía, luego susurró —¿cierto?

ESTABA NERVIOSA CONCHETUMARE.

Sonreí —sí.

Cerró sus ojos, yo igual lo hice.

ERA OFICIAL.

ME ESTABA COMIENDO AL GERARDO SÁNCHEZ.

Sus labios eran lo más suave y rico del mundo, no es que haya besado a muchos minos, pero esto era tan distinto, por primera vez sentía que todo iba bien, aunque estuviera semanas sin bañarme, aunque me faltara mi familia, aunque esté muriendome de hambre, aunque el mundo se esté yendo a la chucha, me di cuenta que con él todo podría ser distinto, y que si estaba junto a él, quizás no la pasaría mal. Me di cuenta que este culiao me gusta, y me gusta de verdad, no pa' pasar el rato.

Nos separamos, sonreí.

Dejamos nuestras frentes juntas mientras respirábamos, por mi parte, trataba de asimilar que lo que recien había pasado no era un puto sueño, porque así me sentía hueón, sentía que andaba en las nubes.

—Te quiero tarúpida— susurró.

¡¿EL ME DIJO ESO?!

Me puse roja —yo te quiero más— Y nos volvimos a comer.

Era tan rico... el beso.

Y él, obvio.

Apocalipsis Chileno [terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora