Capítulo 59: quizás ni vuelva

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Sofi Pov

—¿¡Q... Cómo!?— el Augusto me había tomado por el cuello pero cuando me conoció, se relajó.

Me explico.

El Augusto era un amigo del Felipe y del María, era un compañero de ellos, pero el no era el único que estaba con ellos, también estaba la mina de un ex amor de la Belén, la Susana, el ex amor se llamaba Julián, y había una mina, la que menos querría ver en este momento, la María Paz, la que fue mina del María y nunca terminaron ya que debido a las circunstancias de los zombies no se volvieron a ver más. Por último, otro mino, si no me equivoco se llamaba Matías y era el hermano de la María Paz. Todos estaban hediondos, flacos y feos.

—¿Cómo llegaste acá?— preguntó el Augusto soltándome y agarrando mis cosas.

—¡Oye barsa reculiao, devuélveme mis hueás!.

—No, ahora son nuest...

—¡Pásaselas Augusto! Quizás nos ayude...— lo interrumpió la María Paz y se acercó a mi. —hola— me sonrió, yo apenas pude hacerlo. —me llamo María Paz pero podía decirme maripi— asentí con la cabeza.

El Matías me miró de pies a cabeza y luego habló: —¿de dónde veni?.

—De... yo— tragué saliva mientras sostenía mi cuchillo a escondidas. —tenemos un refugio— todos se miraron entre sí.

—¿Tenemos?.

—Algunos del colegio... nos estamos refugiando ahí— me iba a arrepentir, estoy segura, pero se veían tan mal que no me importaba.

—¿En... en serio?— asentí con la cabeza, todos se callaron y a los segundos el Augusto empujaba a todos para irnos al colegio.

—Nos vai a llevar ahí, ¿te queo claro?.

—¡No teni por qué empujarme, saco huea!— me zafé de su agarre mientras le mostraba mi cuchillo.

—¿Me queri matar?— lo miré fulminante, él seguía mirándome feo.

—No, pero no me toquí— me acomodé la mochila que pesaba como cien kilos. Él me soltó mientras llegaba el Matías con un mapa.

—Éste es Santiago— me aclaró. —aquí estamos, si no me equivoco— señaló con su dedo índice mientras buscaba con otro dedo el colegio. —aquí están las calles de nuestro colegio, hai recorrio harto ah— asentí con la cabeza.

—Salí cuando amanecía, se está haciendo de noche y estoy aquí— todos se callaron.

—¿Y si vamos mañ...?— el Augusto interrumpió a la Susana.

—Vamos hoy y punto— cerró la puerta de esa humilde casa y nos empujó pa volver al colegio, el Matías me pasó el mapa.

—Tenlo tú.

No le respondí, solamente asentí con la cabeza y comencé a caminar mientras ellos me seguían detrás, se estaba haciendo de noche y esto no se veía bien, pero no podía hacer nada, el Augusto por nada no parece loco.

(*)

Me sorprendía la poca cantidad de zombies que habían, y si llegaban a ser hordas de ellos los cabros los mataban al toque, eran secos haciéndolo, tanto que me sentí con falta de experiencia. Habíamos caminado horas y horas ya que como Santiago es gigante, es como ir al otro lado del mundo.

Los rayos del sol empezaron a salir, lo que de cierto modo hacia que me sintiera más segura, no confiaba en el Augusto, tenía algo que no me gustaba.

—Sofia...— escuché la voz de la Maripi, me di vuelta para mirarla mientras seguíamos caminando. Estábamos un poco adelantadas así que no nos iban a poder escuchar.

Apocalipsis Chileno [terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora