Capítulo 64: ¿papá de Ber? ¡Ya es historiaaaa!

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Lore Pov

—¿Alguien?— escuchaba a lo lejos. Abrí los ojos mientras sentía como tosían. Apenas lo hice se cerraron automáticamente, la cabeza me ardía y no podía respirar bien ya que me habían puesto un trapo dentro de la boca y en la nariz.

Grité ante el dolor, pero sonó como un murmullo, uno muy silencioso. —no te movai, espera un poco— hice caso a la voz mientras trataba de calmarme un poco. Mi ojos se abrieron lentamente, dejándome ver casi la misma oscuridad pero esta vez con pequeños rayos de luz alumbrando a mis amigos y compañeros de refugio, todos dormidos.

—¿Qu...— no terminé de hablar porque mi cabeza volvió a estallar y sentía como se me subía la poca comida con la que me había alimentado.

—Sht, calla, no intenti hablar— miré a la persona, era un mino, el que nos había ayudado a entrar, estaba como a siete metros de distancia y estaba justo al frente mío. Sus ojos me miraron fijamente y me quedé como tonta mirándolo, no me percaté de que mirarlo hacia que me sintiera mucho mejor. Cuando él desvió la mirada, ya sentía que no me faltaba el aire y me sentía como una pluma.

En un movimiento rápido el se deshizo de las cuerdas con las que lo habían amarrado y se paró hasta quedar frente a mí, ¿que chucha?. Me sacó el trapo de la boca de un tirón y después se posicionó detrás mío, sentía como mis manos eran liberadas lo que me tranquilizaba. —párate— cuando lo hice, una puerta se abrió, instintivamente cegándome y haciendo que cerrara mis ojos.

—¡Hermanito!— una luz se encendió mientras veía como la Ber aparecía con una sonrisa de felicidad pura, detrás de ella venía el Diego. —¡TODOS DESPIERTEN!— gritó como loca mientras aparecían unos tipos matones detrás de ella y empezaban a zamarrear a mis amigos, que apenas despertaban gritaban desgarradoramente, igual que yo al despertar.

—¡Oye hueona!— le grité enojá. Ella me miró con su sonrisa espeluznante, a la vez que todos los gritos cesaban y los matones dejaban de despertar a mis amigos ya que la Bernarda hizo un movimiento con su mano para que dejaran de hacer lo que sea que estuvieran haciendo.

—Tú— me apuntó con su dedo mientras giraba levemente su cabeza. —prima de la maraca y mejor amiga de la polola del que se las da de líder, ¿cierto?— no respondí, sólo me quedé escuchándola mientras mi cuerpo empezaba a hervir. —¡no importa! Ahora son todos libres, tranquila— rió mientras abrazaba al Diego, fruncí el ceño mientras me acercaba a él y lo empujaba para que se alejara de ella. —no— sonrió. —él se queda conmigo— aplaudió dos veces y los matones terminaron de despertar y desamarrar a los que quedaban, miré al Diego con confusión y él desvió la mirada para ver a la Ber, como rogándole algo. —Ya, ya— dijo la Bernarda cuando vio que todos estábamos parados. —traigan a las otras zorras— los minos caminaron hasta la salida y en cuestión de segundos la Belén con la Meilyn venían entrando, cuando la mirada del Pipe se encontró con la de la Belen, él corrió hacia ella y se abrazaron como si no se hubiesen visto en años, a lo que yo me acerqué cuando el Felipe se alejó y la abracé mientras lloraba, la había extrañado mucho y aparte se veía mal psicológica y físicamente.

—Me teníai asustá, hueona— le susurré mientras ella reía y lloraba a la vez.

—También te extrañé oh.

—Ya, mucho— se metió la Bernarda mientras nos separaba. —váyanse antes de que me arrepienta— sentí su tacto en mi estómago y el cuerpo volvió a hervirme, me acordé de lo maraca y mierda que ella había sido, así que con todas mis fuerzas le pegué un combo hasta dejarla en el suelo, literalmente. Los matones me agarraron y cuando pensé que me iban a matar a golpes todos se meten y empiezan a pegarse por aquí y por allá, yo estaba asombrada, la Bernarda ya estaba parada y su pómulo sangraba ¡que tengo fuerza conchetumar... un tirón de pelo me llega, me di vuelta para ver de quién se trataba, era un viejo reculiao.

—¡Basta!— gritó a la vez que me tomaba el cabello y ponía un arma en mi cabeza. —¡si no paran, los mato, pendejos de mierda! ¡Y voy a empezar con ella!— puso su pistola más cerca de mi sien, ¡pero hueón! ¡Era un momento la raja, nunca había sentido tanta adrenalina, pero tiene que llegar este viejo conchetumare weno pal pico! ¡Que la chupe!. Hice un movimiento raro y le quité el arma de sus manos, se la puse en su cabeza mientras lo tiraba al suelo y sin pensarlo dos veces cargaba el arma y le disparaba en su frente.

Mi corazón y mis sentidos dejaron de funcionar cuando me di cuenta de lo que acababa de hacer, no escuchaba nada, sólo miraba como la Bernarda venía con lágrimas en sus ojos a por mi y el mino raro que me había ayudado la agarraba por la cintura, reteniéndola. La pelea seguía, habían más personas de los otros, pero no podían con nosotros, no podían con los "pendejos". Me paré en shock mientras la Belén me miraba sorprendida, caminé hacia ella sin agachar la mirada, no quería mirar atrás ni ver al señor que había matado.

—Es...tá bien Lore— me abrazó mientras mi cuerpo intentaba reaccionar, pero no podía. —te iba a matar, fue por tu propia salud— no dije nada, sólo trataba de procesar lo que había hecho.

Una mano tocó el hombro de la Belén, aún con la pelea en pie. Era el Pipe —váyanse mientras, nosotros terminamos con estos giles y volvemos al refugio— él me miró. —Tranqui Lorena, hay veces en las que uno tiene que deshacerse de las personas que sabi que te harán mal, y tu no teni que atormentarte por eso— me sonrió apenas mientras nos empujaba suavemente por el hoyo en el cual antes habíamos entrado, no sin antes darle un largo beso a la Belén. En eso llega el María con la Meilyn y su mina. El María con la Maripi se dijeron unas palabras y después se despidieron igual que el Felipe y la Belén. —tengan cuidado— nos gritó el Felipe mientras nos alejábamos.

Estaba muy nerviosa, ya estaba haciéndose de noche y no se podía ver casi nada, pero... será.

Apocalipsis Chileno [terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora