9

518 20 1
                                    

Se adentraron lo suficiente como para haber sobrepasado la zona de pesca. Habían apagado el motor del barco y habían preparado focos, cámaras y arpones. No se oía nada. Dejaron el barco a la deriva.

Mark observaba el agua a un lado del barco y a otro. Cinthya, una de las mujeres de su equipo se acercó a él.

—Mark, aquí no vamos a ver nada, esto es mejor de día.

—Mañana puede haberse ido —le respondió él

—De eso se trata, de que el animal se vaya —replicó ella.— Además de noche tampoco podremos ver si nos atacan los pájaros.

—¿Por qué le llamáis animal? —preguntó la otra mujer que los acompañaba— No son animales exactamente.

—Sí que lo son, algún tipo de especie que desconocemos. —replicó él.

La chica frunció el ceño.

—Son legendarios, únicos —le dijo ella— Tú mejor que nadie deberías saberlo.

Mark le dio la espalda y dirigió su mirada a la oscuridad del agua. Se hizo el silencio.

—No son únicos —añadió Mark al fin — El AFI tiene fotos de ellos.

—Si ni siquiera ellos pueden darles caza, menos nosotros. —dijo uno de los hombres agarrándose a las cuerdas para asomarse al agua— Además ahora parecen más grandes que ant...

Cinthya lo empujó al agua y el hombre cayó. Ella rompió a carcajadas.

—¡Imbécil! —la insultó Mark— ¡Paul! Agárrate aquí. ¡Diana! ¡Patrik! Ayudadme a sacarlo.

Ayudaron a Mark a subir a Paul. Cinthya también colaboró en el rescate

—¡Esta te la debo Cinthya! —Paul parecía más divertido que molesto.

Cinthya le ayudó a quitarse la camisa mojada.

—Después de tantos años, aquí seguimos… —dijo Cinthya— intentando cazar monstruos.

Todos rieron con ella. Markus se sentó en el suelo.

—Al menos logramos cazar a algunos ¿no? —dijo Patrik— Tampoco somos tan patéticos.

—Sí —respondió Cinthya— un año para matar al primero.

—Solo éramos unos niños, tendríamos la edad de la sobrina de Mark, y nadie sabía cómo coño se mataba a “Eso”. –añadió Patrik.

Mark se empezó a reír y todos esperaron a que contara qué tenía tanta gracia.

—Llevamos años, unos veinte, pensando que teníamos aquí ciertos “entes” únicos y sorprendentes, hasta el punto que cuatro de nosotros nos fuimos a estudiar biología para intentar averiguar qué eran. Y ahora resulta que están por todas partes del planeta, y que hay hasta reportajes fotográficos sobre ellos.

—Qué foto traían Mark, ¿de aleta o de tentáculos? —preguntó Paul.

—De aleta

Todos rieron a coro y Mark recordó otra cosa.

—Lo que sí dijo es que no nos acercáramos a la isla.

—¿Y eso por qué?

— Porque era la primera vez que oía que el cielo y el mar atacaran a la vez —Mark se quedó pensativo.

—Pero siempre han estado aquí que sepamos, — dijo Diana— las tres especies ¿no?, los que nadan, los que vuelan, y los que recorren la montaña.

—Sí —respondió Markus— Pero no que atacaran a la vez, sincronizados.

—A lo mejor el viento produjo la corriente —comentó Paul y Markus negó con la cabeza.

—Tampoco es lo normal que ataquen sin motivos —dijo Mark casi para sí recordando el incidente de la playa. Los pájaros no solían acercarse a la isla nunca.

—Bueno vámonos — propuso Cinthya— aquí no hay nada.

—Paul, ¿puedes llevarlo tu? —pidió Mark— Quiero echar el último vistazo.

Paul subió por la escalera por la que se accedía al timón. Mark se quedó con Cinthya. Ella le empujó suavemente con el hombro.

—¿Qué te preocupa Markus Blom? —preguntó

Markus la miró. Cinthya era una de las mujeres más atractivas de la isla. Habían estudiado juntos los primeros años de biología, pero luego Cinthya decidió irse a otras partes del mundo para completar su formación. Sudamérica, África,  había recorrido el mundo y fue la última de sus amigos en volver, cuando ya ni siquiera la esperaban. Tenía el pelo rubio platino, y desde que regresó a la isla lo solía llevar corto. A pesar de haber sido una jovencita dulce y femenina, ahora vestía ropa basta, casi hombruna, y su carácter aunque seguía siendo divertido, no parecía tan cercano como antes. Pero conservaba su intuición e ingenio.

—Halia —pronunció ella y él asintió.

—Yo pensé que la AFI podría aclararnos algo…—dijo él. Cinthya colocó su mano en el hombro de Mark— Le prometí a Adam que la protegería.

—Y lo estas haciendo

—¿Y qué me dices de lo que pasó en la playa? No la quiero presionar, y trato de parecer indiferente a todo lo que ella hace, por sorprendente que sea. Pero Halia hace cada vez más preguntas y exige libertad. Por ahora tengo el pretexto de la vista pero…

—Bueno… hasta lo que yo sé, Halia no es ninguna tullida —lo interrumpió ella— La he visto jugar al fútbol, pescar, bucear, y hasta encestar la pelota en una canasta de baloncesto. Sin hablar de las flechas que lanza.

—Eso es lo que me preocupa. Que todo lo que ella hace no es solo aparentemente normal sino sorprendente para ser solo una joven de quince años, ciega o no. Y ella en el fondo lo sabe. ¿Te das cuenta que siempre está sola? No quiere la compañía de los humanos, la detesta. Lo sabe, sabe que es diferente. Le dije a Adam que algo pasaría, por mucho que se empeñara, los orígenes de Halia…

Los dos se miraron en cuanto oyeron el estruendo. El barco había vibrado. En seguida buscaron alguna señal en el agua.

—Ahí —escucharon gritar a Patrik efusivo— ¿lo veis?

Cinthya, empujó a los otros para ponerse en primera fila. Una corriente formaba eses en el agua hacia ellos.  De pronto el agua pareció querer abrirse en dos, y una aleta de pez reflejó la luz de la luna. Cinthia sonrió.

—¡Paul! A prisa —gritó Mark— Aléjate de él, estamos demasiado cerca.

Mark apuntaba con un arpón de gran tamaño hacia las eses que formaba el agua. Cinthya sujetó el arpón desviándolo del agua.

—No nos está atacando —le reprochó a Mark

—No quieras ver más de lo que son Cinthya —le respondió él.

—¡Eso mismo le decías a tu hermano! —parecía ofendida.

—Pues entonces termina tú como él. Pero no cuentes conmigo.

El barco giró levemente hacia la derecha. Tuvieron que agarrarse para no caer al suelo. La fuerza que el animal ejercía en el agua, impedía que el barco se moviera con libertad. Mark subió por la escalera para ayudar a Paul que parecía tener problemas con el timón.

—Diana —gritó Cinthya— despierta a Ulrik, a ver si es capaz de sacar alguna foto decente de la sirenita.

La aleta volvió a reflejar la luz para luego irrumpir de nuevo en el agua. Su cuerpo se movió tan rápido que no podía apreciarse con claridad su forma.

Cazadores de Titanes: La cuarta razaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora