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Su tío se tiró al agua para sacarla. Los ladridos desesperados de Ulises lo habían alertado. Halia estaba inconsciente aún cuando Mark la depositó en el suelo del porche.  Cinthya comprobó su estómago, no había agua en él, y la joven parecía respirar sin dificultad a pesar de que su cuerpo estaba medio sumergido cuando la encontraron.

La tumbaron en el suelo y la colocaron de lado. De repente, su cuerpo se encorvó y empezó a toser tal y como lo había hecho la noche anterior. Markus la incorporó.

—Halia —la llamaba.

Halia no reaccionaba a las palabras de Mark,  pero se giró hacia un lado y vomitó. Quedando nuevamente inmóvil y aparentemente inconsciente.  Cinthya y Markus se levantaron. Ambos se coordinaron para levantar a la niña del suelo, pero no fue posible, pesaba demasiado. Cinthya y Markus cruzaron sus miradas.

—Habrá que arrastrarla —propuso ella.

Markus no reaccionó a la proposición y Cinthya se dispuso a hacerlo por su cuenta. Rodeó con sus brazos a Halia a la altura de las axilas y con gran dificultad, a pesar de ser una mujer de gran fuerza, la comenzó a arrastrar hasta la puerta. Markus acudió en su ayuda, Cinthya notó la palidez del rostro de Mark y la desesperación en sus ojos. Optó por no decir nada.

Ya dentro, hizo falta gran esfuerzo por parte de los dos para elevar a la niña hasta el sofá. Cinthya examinó los ojos de Halia, el azul similar al del mar, que estaba acostumbrada a ver en sus iris, se había tornasolado de una forma sorprendente, e incluso le pareció distinguir una capa translúcida sobre ellos, que le impedía ver con claridad las pupilas. Halia,  no respondía, no reaccionaba.

—Tendremos que llamar a un médico —dijo Cinthya.

—No creo que sea buena idea. —le respondió Markus

—¿Tu hermano te dejó indicaciones por si ocurría algo parecido a esto? —Cinthya se mostró dura, casi enfadada.

—No

—Entonces la llevaremos a un médico —finalizó.

Markus se quedó pensativo un instante y seguidamente se dirigió deprisa hacia la cocina.  Regresó al instante con algo en su puño derecho, Cinthya no logró apreciar qué era, hasta que él tomó a su sobrina por la nuca y le acercó aquellas pequeñas pastillas de azúcar a la boca. Halia seguía sin reaccionar y Markus impaciente le introdujo una de ellas en el interior de la boca, depositándola sobre la lengua de la joven. En cuanto el azúcar se humedeció su lengua comenzó a moverse, y su mandíbula al completo rompió a crujidos el terrón, que rechinaba entre sus dientes. Markus sonrió.

—Muy bien Halia —dijo sin dejar de mirarla.— Muy bien.

Cinthya miraba a Halia con recelo. Se acercó más a ella y fue contemplando cada parte de su cuerpo. Halia representaba su edad en cuanto a complexión y estatura. Era hermosa, pero eso no era sorprendente para quien conociese a su padre, a su tío, o incluso a su madre. Algo extraño había en sus ojos, lo había podido comprobar de primera mano, y el misterio no era que estuvieran vetados de visión. Por lo demás, Halia era una joven con buenos reflejos, perfecta orientación y su salud era envidiable. Cinthya se sorprendió de verla en aquel estado.

—¿Desde cuando le ocurre? —le preguntó a Mark

—Desde anoche, aunque…— se quedó pensativo un instante— con la necesidad de azúcar comenzó hace tiempo.

Cinthya miró los terrones de azúcar con desconfianza. Markus movió la cabeza.

—Golpeó a Yen porque le escondió los dulces y …

—Le vi la cara esta mañana —le cortó Cinthya— dice que se cayó en el puerto.

—Halia no es agresiva —Mark miró a su sobrina pensativo.— Está cambiando, algo esta cambiando en su cuerpo. ¿Y si…

Cazadores de Titanes: La cuarta razaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora