Cap 17: Ella, ella y tú.

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Narra Daryl:

- ¡Daryl! -escuché que alguien me llamó, me di vuelta y era Alex-. ¿Has visto a Alina? -preguntó.

- Hace como una hora se fue con Christina -dije.

- ¿A donde? -preguntó.

- Dijo que iban a buscar provisiones -dije tratando de recordar.
- ¡Mierda! -musitó.

- ¿Sucede algo? -pregunté.

- Te juro que no me estoy inventando. Cuando se fueron logré ver a unos hombres con ellas...

- ¿Hombres? -sentí como mi corazón se aceleró.

- Parecía que las querían secuestrar -dijo.

- ¿Secuestrar? -noté como mi voz se elevó.

- Si pero las vi desde lejos y creía que eran caminantes, pero ya ha pasado mucho tiempo y no han regresado -dijo.

Me lo puse a procesar, unos hombres las secuestraron, a su hermana y a Christina. ¿Secuestraron a Christina? No sé porqué pero me estoy estresando mucho el echo que la hayan secuestrado, debo admitir que me siento atraído por ella y que enserio debo encontrarla.

- Vamos -dije.

Tres días después...

Narra Christina:

Okey este lugar llegó a su límite, no puedo aguantar más aquí, por suerte a Alina y a mí no nos han tocado ningún hombre y tampoco ha habido otra "selección".

- Por el amor de Dios ¿donde están? -dije caminando de lado a lado.

- Christina estamos muy lejos de la prisión, te lo aseguro, y se van a demorar unos cuantos días en encontrarnos -dijo Alina.

- Tienes razón -dije- Por lo menos no hemos tenido ningún "cliente" -dije.

- Ajá -dijo ella.

Miré la habitación muy detalladamente, había una muy pequeña ventana que entraba la luz del sol, pero estaba en la parte superior de la pared y estaba fuera de nuestro alcance. Fui caminando y me acerqué a esta, me quedé viendo la ventana viendo si hay alguna forma de romperla.

- ¿Que haces? -me dijo Alina.

- Tal vez...

- ¡Señoritas! -gritó el hombre que siempre venía y nos avisaba si había clientes- ¡Tres clientes, salgan rápido! -nos gritó.

Todas salieron corriendo y para variar Alina y yo las seguimos por detrás, al último. Nos formamos horizontalmente y pudimos ver a los tres "clientes". Uno tenía cabello blanco alrededor de 47 años, el segundo era calvo pequeño y gordo, y el último era castaño, alto e igual de pervertido que los demás, solo que él parecía tener unos 30 años.

- Ella -dijo el de cabello blanco, señaló a una chica de color castaño claro y ojos verdes.

- Ella -dijo el que era calvo, señaló a una chica de cabello negro y de estatura pequeña.

El hombre castaño todavía no se decidía, miraba a todas pero no decía nada.

- Ella -señaló a Alina. La piel se me heló. Ella abrió los ojos y parecía que en cualquier momento iba a llorar, sus piernas temblaban y con dificultad levantaba la vista sin poder creer. No iba a dejar que se la lleven, quién sabe de qué son capaces esos cerdos.

- ¡No! -grité mientras agarraba a Alina y trataba de ponerla detrás de mí. El hombre que nos había traído se acercó a mi enojado y me apuntó con su pistola, iba a disparar cuando.

- No la mates -reclamó el hombre, él bajó su pistola- dame a la chica difícil -dijo.

Todo se fue a la mierda.

- Es todo ¡Largo! -gritó el hombre que nos trajo. Alina me miró sorprendida, no quería irse pero las demás chicas la empujaban y fue con ellas. Miré por última vez a Alina que se iba caminando con las demás, ella me miró bastante preocupada y yo también a ella. Fue la última vez que la vi.

Las seleccionadas nos tuvimos que quedar así que no me moví, aunque tenía muchas ganas de hacerlo. El hombre que me seleccionó se acercó a mi y amarró mis muñecas en mi espalda, los otros hombres hicieron lo mismo, me puso una bolsa encima.

Sentí como comenzaba a empujarme y yo caminaba a no sé donde, escuché una puerta abrirse y pude sentir el sol en mi piel, seguí caminando y pude darme cuenta que no estábamos en el bosque, no llevaba zapatos así que me di cuenta fácilmente, estábamos caminando por una carretera supuse. Unos minutos después escuché una puerta abrirse y me metió dentro de esta, ahora sentía baldosas en mis pies, debíamos estar en una casa. Bajamos por unas escaleras y abrió otra puerta, me metió y por fin quitó la bolsa de mi cabeza.

Era una habitación oscura que tenía solo un foco colgando que iluminaba un poco, supuse que era el sótano. El hombre me dio otro empujón y que siguiera caminando, al fondo de la habitación, en la pared, habían una especie de cadena. Entonces me di cuenta de lo que era, iba a intentar a escapar pero el hombre me tomó de las muñecas y me sentó a la fuerza en el suelo, puso las cadenas alrededor de mis muñecas y parecía una prisionera. Al rato que intenté halar no servía de nada, las cadenas no eran tan largas. Iba a gritar pero el hombre me puso una bandana que la amarró alrededor de mi cabeza tapando mi boca.

- Bien nena, nos vamos a divertir... -se desamarró el cinturón.

¡Mierda!

Mi hombre de la ballesta (Daryl Dixon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora