Cap 43: El secreto

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Abrí mis ojos y pude darme cuenta que estaba en una cama, estaba cubierta con unas cobijas.

— Ya despertaste —dijo una chica de lentes mientras se acercaba a mi. 

— ¿Que hago aquí? —pregunté.

— Habías llegado a Alexandria, y te desmayaste —dijo.

— Por Dios dime que no le dijiste a Rick la razón de porqué —dije en susurro.

— No lo hice... quería hablar contigo —hizo una pausa— Christina  te encuentras en un estado muy grave, a estas alturas puedes tener un aborto en cualquier momento, en sí tú estás mal pero... peor aún estando embarazada —dijo.

— Comprendo lo que está pasando pero sólo te pido que no se lo digas a nadie, y peor si se trata de Rick —dije.

— ¿Porque? —preguntó ella.

— Sólo no lo hagas. Cuando él venga, o cualquier persona, y quiere preguntarte de mí... invéntate cualquier cosa, no he comido bien, no he descansado lo suficiente no sé —dije.

— Está bien... —dijo.

— Gracias —dije aliviada.

— Pero. Debes estar en completo reposo, nada de correr, nada de salir. Y sobretodo nada de enojarse. ¿Entendido? —preguntó.

— Si —respondí.

— Bien. Puedes irte, Rick está esperándote afuera —dijo mientras se iba.

— ¡Espera! —la llamé. Ella se detuvo— ¿Cuánto tiempo tengo?

— Dos y medio —respondió y se fue.

Me levanté de la cama y fui caminando hacia la puerta, en unas repisas logré ver cofres de pastillas, no sé porque pero me llamó la atención, iba a salir por la puerta pero vi una que llamó mi atención.

“Pastillas abortivas ” decía en la etiqueta. ¿Debería tomarlas? Miré detrás que ella no me viera y tomé el cofre. Las guardé inmediatamente en mi pantalón.

Abrí la puerta y me encontré con Rick.

— ¿Como estás? —preguntó.

— Bien —respondí.

— Ven. Te llevaré con Deanna, quiere hablar contigo —dijo.

— ¿Quien es Deanna? —pregunté mientras caminábamos.

— La líder de Alexandria —respondió.

En unas cuadras más adelante, Rick me dejó en la entrada de la casa.

— Ve, te esperaré afuera y te llevaré con el resto —dijo.

Abrí la puerta y entré. No había sonido alguno, todo era silencio.

— ¿Hola? —dije.

— ¡Ya viniste! —dijo alguien.

Me acerqué a la sala y pude ver a la misma mujer que nos recibió en la entrada.

— Toma asiento —dijo.

Me fui acercando y me senté en un sillón, al frente de ella. Me di cuenta que había una cámara que me grababa.

— Grabará todo mientras hablemos ¿entendido? —dijo, asentí con la cabeza— bien... Tu eres Christina ¿verdad? —dijo. Asentí — dime ¿que eras antes de todo esto? —preguntó.

— Vivía con mi hermana en un departamento... Es todo lo que puedo decir —dije tratando de no decir tanta información sobre mí.

— Está bien... ¿Cómo conociste a Rick? —preguntó.

Mi hombre de la ballesta (Daryl Dixon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora