Philip

Trente-sept

Joanne me dijo que quizá ya va siendo tiempo de que te cuente todo lo que te ocurrió desde nuestro punto de vista.

Porque tu sólo sabes el tuyo.

No quería, de verdad, e intenté retrasar esto tanto como pude pero ¿Quién soy yo para decirle que no a una Lecroft?

Para la universidad que quiero entrar es necesario, aparte de salir bien en el examen, tener buenas notas. En la última parcial del año pasado me fue horrible, así que tenía que esforzarme mucho para mejorar en los finales.

Después de matarme estudiando día y noche y de estresarme por los exámenes,  al fin subieron las calificaciones. Todo mundo parecía haberlas visto, excepto yo pero no me importaba.

Pasé junto a una bolita que estaba viendo el cuadro de honor pegado a la entrada y al pasar, Berenice me gritó.

―Eh, Méndez, me tienes muy sorprendida. Casi sacas al estirado de Philip de la lista.

Corrí a ver el papel y era cierto: ella estaba en primero, yo en segundo y tu en el tercer puesto.

Te busqué con la mirada entre las personas y te encontré cerca de la entrada, con lágrimas escurriendo de tus ojos. Miraste en mi dirección, pero seguramente no a mí y saliste corriendo del colegio.

Grité tu nombre varias veces, incluso agarré tu brazo para que no escaparas, pero sin siquiera voltear te soltaste y te perdiste entre las personas que pasaban por ahí.

No regresaste al colegio ese día.

Philip, sé que quizás no es mi culpa, pero no tienes una idea de cuanto lo siento.

Espero que algún día puedas perdonarme.