Philip

Quarante-six

26 de junio

Fui a visitarte como cualquier otro día, aunque no era uno normal.

Hoy se cumple un año de tu accidente.

Joanne no estaba ahí, ni en su casa, ni con tu tía; pero de ella no me asustaba lo que pudiera pasarle, siempre supo cuidarse sola.

La encontré en el parque de mi colonia, paseándose en los columpios como tu lo hacías.

Cuando me vio acercarme se detuvo, pero no me miró.

―Es mi culpa que mi hermano este así.
―No lo es, sólo te sientes así porque hoy se cumple un año y estas triste, es normal.
―No, Richard, de verdad lo es. No lo digo únicamente por lo que no le dije de mi madre, el pobre vivió años idolatrando a una bruja, hay más.
―¿De qué hablas?
―Pasé años viendo como mi padre pisoteaba los sueños, esperanzas y la confianza de Philip hasta que no quedó ni rastro de eso. Vi como le gritaba por cada pequeño error y lo hacía sentir horrible, también como le condicionaba comprarle cosas que necesitaba para la escuela o que eran importantes según lo que lograra o no. Él no era su hijo, sólo su método para obtener premios y medallas que luego podía presumir.
―Y tú no hiciste nada.

No pretendía juzgarla ni nada por el estilo, sólo completé lo que ella decía.

―No, porque tenía miedo de que me tratara igual o peor si decía algo. Detesto ser una cobarde.

No lloró esta vez, nada mas se quedó mirando la nada por un buen tiempo y columpiándose un poco.

Alguna vez escuché que si herías a un mellizo o gemelo, el otro también sufría.

Anne me demostró que es cierto.