Philip

Quarante-quatre

―¿Crees que mi hermano despierte pronto?

Cuando me lo preguntó ya llevabas una semana en ese estado.

Fue hasta ese momento que nos dejaron pasar a verte, pues según los doctores no teníamos edad para hacerlo.

Pero tu tía -o quizás el dinero e influencia de tu padre- logró convencerlos.

―Claro que sí, sólo ten fe en que lo hará.

Cada uno estaba a un lado diferente de tu cama, sin despegar la vista de ti, por muy doloroso que fuera, mientras platicabamos.

Pero cuando contesté me miró muy soprendida.

―¿Tú, pidiéndome que tenga fe? Dios, la situación debe ser peor de lo que pensaba para me digas eso.

Yo no era nada religioso, pero después de lo ocurrido me había sorprendido pidiendo a todas las deidades que conocía para que volvieras pronto.

Incluso a tu dios, en el que siempre me negué a creer.

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Sólo por si acaso:
No pretendo ofender a nadie con este capítulo.

Y lamento decirles que como mañana empiezo los exámenes, no podré actualizar hasta el sábado. Pero los compensaré, lo prometo.