Capítulo 26

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Me encontraba en mi casa, hace días que llegué y claro que mi madre me dio el sermón del año y me castigó y a Jacob... NO LE DIJO NADA y se fue dejándome a la suerte. Por su culpa me CASTIGARON, no puedo salir de casa, bueno solo al instituto y de alli a la casa y sin recibir visitas, aunque claro será imposible de que me deje sin visitas ya que no recibo ninguna y en eso suena mi teléfono. Lo agarré sin ver el identificador.

Llamada telefónica

-Quien quieras que sea no puedo hablar ahora.

-No te quitaré mucho tiempo querida-quede petrificada. Era de nuevo esa voz.

-¿Que es lo que quieres de mi?-le dije de manera dura, aunque no me pueda ver, mi semblante estaba tenso y frío.

-Ya llegará ese momento señorita-su voz se me hacia familiar era la de un hombre, ronca y dura. Y cuelga antes de que dijera algo.

Aun tenía el teléfono en la oreja con mi mirada perdida... esa voz se parecía tanto a la de Kay... pero no puede ser verdad... es una locura lo que pienso. Cerré fuertemente mis ojos dejando caer bruscamente el teléfono, apretando los labios y en eso siento el sabor salado de mis lágrimas correr por mis mejillas hasta llegar a mis labios. Trataba a toda costa retener mis lágrimas, pero fueron en vano, tenía que liberar ese nudo de mi garganta... todo lo que tengo guardado. Mi vida es una porquería, no tuve una infancia de color de rosa, mi adolescencia estaba basada en golpes, nunca e tenido un novio o al menos a alguien con quien pueda contar. Mi madre se había casado con un malnacido que la golpeaba pero yo intervenía y era a mí a quien dejaba inconsciente por tantos golpes, muchas veces despertaba en un hospital y mi madre tenía que mentir porque la tenía amenazada, pero un día, varios policías llegaron a nuestra casa, llevándose a maldito que se hace llamar padre. Cuando llegaba al instituto todos me veían hasta incluso se asustaban, pero eso no les impedía lastimarme. Ya no soportaba este infierno y por eso me cortaba, pero un ángel me había salvado y fue mi mejor amiga Ana, ella me defendió, me ayudo y estuvo en mis peores momentos, no sabia como agradecérselo, pero... la mate por culpa de mi ridícula e insignificante vida... Nos mudamos ya que mi madre no quería estar en ese lugar del infierno, cuando apenas nos estábamos mudando, ella conoció a un hombre, se casó con él y esta vez, si era el indicado. Al llegar a aquí pensaba en iniciar de nuevo,tratar de... ahogar mis demonios pero me di cuenta, de que ellos saben nadar. Pero la llegada de alguien cambio mis planes dando un giro rotundo de 180º, que hasta ahora me a sacado sonrisas que jamás había pensado que volvería a tener, todo lo veía en blanco y negro y ahora veo todo de multicolor. Jacob Pine cambio mi vida.

Mis párpados los sentía pesados, al igual que todo mi cuerpo, no me contuve y caí en los brazos de morfeo.

Horas más tardes

-Hija, despierta-escuchaba un susurro a lo lejos-Despierta-esta vez me estaba masajeando mi mejilla y con ese ligero toque, desperté encontrándome con mi madre sentada a un costado de mi cama, sonriendome.

-Hola-mi voz salió ronca a lo que mi madre se rio.

-Lamento despertarte, pero tienes visitas cariño-es bueno escuchar a mi madre en un tono relajado sin preocupación alguna y en un movimiento rápido, agarre a madre dándole un abrazo de oso.

-Te amo, mamá-la abracé como si fuera el último día que la volvería a ver.

-Yo también mi niña-me da un beso en mi mejilla y se separa lentamente y me da esas miradas de amor que te dicen que todo estará bien y por último me da un beso en la frente. Y sin decir nada más, se levanta y se va.

Me levanto de la cama y me veo en el espejo, mi rostro esta un poco hinchado y mis ojos se encuentran un poco aguados, tomo la llave del lavamanos dejando correr el agua, lo miro por unos instantes y con mis manos los lleno de agua y me lo restrego por todo mi rostro. Me arreglé el cabello, me cambie de ropa y me maquille un poco para no parecer un zombie, tomé mi teléfono y tenia varias llamadas perdidas de Jacob y como unos 150 mensajes de él y unos 20 de Emely sin exagerar. Respire profundo y salí de mi cuarto.

-Bueno aquí estoy y quienes son los...-abrí mis ojos como platos y sorprendida.

-Hola-dijeron al uníso con una sonrisa.

-Hola... no me esperaba que me dieran esta sorpresa... bueno de ti Jacob, si me lo esperaba, pero de ti no Emely-les dije sonrientes mientras me acerca y le daba un abrazo a Emely.

-Si bueno.... quería verte-me dice Emely con una sonrisa. Me separé de ella y me acerqué a mi novio. Le di un fuerte abrazo a lo que él me eleva y da giros al rededor mientras reía. Me bajó y me separé un poco y le di un beso fugaz. Él se quedo estático por unos instantes pero reaccionó al momento y me lo devolvió y éste se extendió un poco. Sus labios tenían un sabor a menta y fresa, era calmado sabiendo que teníamos gente pero eso no me importó porque mi momento solo era él y yo, no me importa si el mundo a mi alrededor se estuviera derrumbando con tal de besar de nuevo esos labios carnosos de Jacob Pine, MI NOVIO.

-Ehh... chicos sigo aquí. No desaparecí-nos interrumpe Emely riendo y me separé a regañadientes de Jacob el cual protestó.

-Vete a otra habitación Emely-le dice Jacob en tono burlón y ella lo vio indignada.

-No los dejaré solos. No quiero ser tía todavía-la mire sorpredida mientras salía de la sala.

-Ok... es mejor ir a la cocina-mis mejillas las sentía calientes y usando mi cabello para ocultar mi color rojo de mi rostro y claro, que no me viera Jacob.

-Que linda te ves ruborizada-oh por dios, si me vio.

-Ehh... gracias-puse mis ojos en blanco y rápidamente tome su mano dirigiendolo ala cocina. Sentía su sonrisa a mis espaldas, no podía estar mas roja de lo que ya estaba.

Mi madre y Emely estaban comiendo gelatina mientras reían. Me acerqué con Jacob y nos sentamos. Emely me da una mirada pícara al igual que mi madre, Jacob se dio cuenta y trataba de mantenerse serio, pero solo debes en cuando se le escapaba una risita. Estábamos hablando entre risas y me di cuenta que estaba con las personas que mas amo, a pesar de que Jacob o Emely me dejen, preferiria eso a que... me los arrebaten cruelmente.

Caminos Cruzados [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora