Estaba en el cuarto de Vanessa, todos los recuerdos llegaron como un balde de agua fría, cuando nos divertíamos, nos enojabamos por cosas estúpidas pero divertidas. Mi madre estaba en la cocina preparando algunos emparedados, la ropa estaba lista. Me acosté en la cama y sentí su olor al instante, su aroma a caramelo me vuelve loco, casi puedo escuchar su risa en la habitación, abrazé su almohada contra mi pecho como si fuera ella a quien abrazaba, ella me da todo lo que nunca yo pedí, tan solo quisiera estar a su lado, verla feliz a mi lado, ella me devolvió a la vida, ella es la luz de mi andar entre la oscuridad. Me quedé unos minutos pensando mirando un punto fijo en la pared, cuando mi mamá me llama. Me levanté con pesadez y bajé las escaleras.
-Tienes que comer algo hijo. Vanessa te necesita más que nunca y te tiene que ver sano y fuerte-me alentó mi mamá mientras que me estiraba un emparedado con queso, jamón, tomate y mayonesa. Y sin relinchar lo agarré.
-Gracias mamá-se lo agradeci, pero no por el emparedado y como si me leyera la mente, me abraza.
-Sabes que puedes contar conmigo amor-me dio un beso en el cachete y se fue a la cocina. La boca se me hizo agua por el manjar que tenía entre mis manos y le di el primer mordisco. No me habia dado cuenta del hambre que estaba presente, no lo sentía desde que...
-¿Estas listo?-me sorprende mi madre. Me levanto de la silla aún con el emparedado en mano.
-Vamonos-saque las llaves y habría las puertas traseras para que metiera el bolso con la ropa. Subimos al auto y nos abrochamos los cinturones.
Llegada al hospital
Saqué el bolso y nos dirigimos a nuestro piso, al llegar al pasillo no vimos a mi suegra ni a Henry y suponemos que estan en la habitación. Al entrar, me quedé en mi lugar tieso mientras que veía hacia la cama. Es posible que la sangre dejó de fluir y bombear mi corazón, mi respiración se aceleró y una voz que pensé que jamás volvería a oír hace que reaccione.
-¿No me vas a besar, idiota?-aún seguía en shock, procesando todo el panorama ante mí. Mis ojos se cristalizaron mientras que agarraba de los lados su cabeza y ella tomaba mis manos.
-¿Vanessa?-no podía creer que estaba despierta, sus ojos estaban empañados de lágrimas.
-Aquí estoy Jacob-dijo en un susurro y sin esperar más, la besé, saboree sus labios, llenandola de amor. La tomé de la nuca para atraerla más hacia mi. La besé como si no hubiera un mañana, la extrañaba demasiado, sentí el sabor salado de nuestras lágrimas. Nuestras lenguas iniciaban una guerra, sus manos acariciaban mi cabello. Duraría hasta el fin de los tiempos besándola pero nuestros pulmones exigían aire. Me separé lentamente de sus labios con mis ojos cerrados, asimilando el momento juntando nuestras frentes.
-Estás aquí-dije con lentitud con mi voz débil. Todavía no aceptaba que mi Vanessa está frente a mi, despierta.
-Te amo Jacob-rompió a llorar. Le di un beso en la frente y la abracé fuertemente. Hasta ahora recuerdo que teníamos público así que me separé de ella y mirando a mi madre con una sonrisa, a mi suegra algo incomoda con la mirada hacia otro lado de la habitación y a Henry con las manos en sus bolsillos con la cabeza hacia abajo. En cortas palabras, estaban incómodos.
-Lo siento-dije con nerviosismo.
-No tienes que disculparte hijo. Lo entendemos-dijo Henry con una sonrisa reconfortante y tranquilo. Miré a las mujeres y estas asistieron sonrientes.
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Caminos Cruzados [En Edición]
RomanceVanessa una chica de 17 años, está en 4º año, era de Mississippi y se mudó con su madre a New York City, una chica de carácter fuerte, cerrada con las personas y sentimientos, no confía ni en su propia sombra ya que tiene un pasado no muy satisfacto...