Capítulo 38

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Las semanas pasaron, y poco a poco todo fue volviendo a la normalidad.

O, mejor dicho, todo empezó a ser como debería haber sido desde el principio: Con un Isaac y Malía plenamente incorporados a la manada, y una Cora que decidió mudarse a Beacon Hills de manera definitiva, no queriendo estar lejos de la poca familia directa que le quedaba, y menos ahora que había encontrado en Malía una amiga con la que poder hablar de todo... Incluidos esos secretos que, en teoría, nadie más debería conocer.

Incluso Peter estaba siendo cada día más normal, (lo normal que cabría esperarse de él), y no eran pocas las veces en las que Stiles llegaba a casa y se lo encontraba charlando tranquilamente con su padre, al parecer recibiendo consejos sobre cómo educar a un hijo adolescente propenso a meterse en líos de carácter sobrenatural...

Lo cual era a un tiempo curioso, divertido, y absolutamente terrorífico.

Pero Stiles estaba contento. Todo iba bien.

Sí. Aún no habían dado el paso, pero a cambio estaba disfrutando de lo que no podía ser otra cosa que ese famoso arcoiris, mariposas en el estómago y nube constante en la que habían estado todos los enamorados alguna vez en su vida.

Ya iba siendo hora de que le tocara a él.

Aunque pensándolo bien... Ya iba siendo hora de dar también ese gran paso.

El problema... El gran problema, era que no tenía ni idea de qué hacer al respecto: Después de haber hecho todo lo posible para que a Derek le quedara claro que el sexo no era lo único que quería de él... ¿Cómo explicarle que ahora no le importaría tenerlo? Más importante aún: ¿Cómo hacerlo sin parecer un hipócrita y/o un obseso?

Stiles trató de alejar aquellos problemas de su mente, y entró en el loft usando la llave que Derek le dio la semana pasada, tras una explicación tan directa como amenazante: "porque es absurdo que no la tengas si estás más tiempo aquí que en tu propia casa".

Eso era lo bueno de que su novio se llamara Derek Hale, pensó Stiles entonces: Algo que muchas parejas no sabrían cómo mencionar, como era el hecho de darse las respectivas llaves de sus casas, en su caso simplemente se hacía. Más directo imposible.

- ¡Ya estoy en casa, cariño! – canturreó a voces mientras dejaba las llaves en la mesa, y empezaba a sacar las bolsas con la comida.

- ¿Vas a dejar de hacer eso en algún momento futuro? – gruñó/preguntó Derek desde el sofá, donde estaba sentado tranquilamente, leyendo... Como no.

- Claro – miró por encima del hombro para guiñarle el ojo – Cuando deje de molestarte.

Derek negó con gesto cansado ante la mueca socarrona de Stiles, pero cerró el libro para poner la mesa: Es decir, para colocar los dos únicos vasos que tenía.

- ¿Qué has traído? – preguntó al tiempo que abrazaba a Stiles por la espalda, y le daba un beso en la mejilla - ¡Otra vez tailandés!

- Sip.

- Sabes que soy medio lobo, ¿verdad? – Stiles le miró por encima del hombro, curioso - ¿No te hace intuir eso que prefiero un buen filete de carne, para variar?

- ¿Eso va con segundas, cielo? – le guiñó el ojo, travieso, y volvió a reír cuando Derek se sonrojó – Claro que sé que eres carnívoro - terminó de llevar la comida hasta la mesa, y sacó de la mochila el Dvd que tenía preparado para esa noche – Pero como sigues emperrado en no tener una cocina de verdad, y no tengo más remedio que traer siempre comida para llevar, intento que sea un poco más sano... Y la tailandesa es la mejor opción.

My King and his QueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora