Capítulo 10

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A las diez y media de la noche Stiles decidió ser el perfecto caballero y acompañar a Lydia a su casa. Después de todo lo que había hecho por él (aunque no hubiera servido de nada para localizar a Kate), era lo mínimo que podía hacer.

Bajaron las escaleras hablando de la clase de Historia. Ahora que el Sheriff Stilinski estaba al tanto de todo lo sobrenatural del pueblo, tenían que ser más cuidadosos a la hora de usar ciertas palabras. Y no es que Stiles creyera que antes fuera tonto, ni mucho menos (el puesto de Sheriff se lo ganó a pulso, y quien dijera lo contrario era un idiota), pero ahora palabras aparentemente normales como "oler", "sentir" o "luna llena", conseguían que automáticamente se encendieran las señales de alarma en el mayor de los Stilisnki.

En el fondo, Stiles odiaba tener que seguir mintiéndole. Más aún cuando, como había quedado demostrado, su ayuda les había venido de perlas a la hora de entrar en sitios sin tener que estar quebrantando una media de cinco leyes por minuto. Pero había algo que no terminaba de tranquilizar a Stiles, y que le decía que era mejor que de momento no lo supiera. Porque en cuanto lo hiciera, como Sheriff que era, se involucraría sin pensar en los riesgos.

Ya tenía la puerta de la calle abierta y con la chaqueta puesta, cuando John Stilinski se acercó a los dos adolescentes. Llevaba unos vaqueros y un jersey de deporte bastante viejos, pero que parecían casi nuevos de las pocas veces que se lo había puesto en comparación con su uniforme.

- ¿Ya os vais? – preguntó, consultando su reloj – Hoy es sábado.

- Voy a llevar a Lydia a su casa. No tardaré mucho.

- De acuerdo – asintió no muy seguro, tras lo que colocó una mano en el hombro de su hijo - ¿Puedo hablar un momento contigo?

El chico observó extrañado a su padre, tras lo que miró a Lydia, sin saber qué hacer. Ella sólo dejó los ojos en blanco, comentó que le esperaba en el jeep, y dio las buenas noches al Sheriff.

Cuando estuvieron a solas, por si acaso, Stiles cerró la puerta. En la casa donde vivían el Sheriff del pueblo, y el amigo de todos los hombres lobos, chicas coyote y Banshees de Beacon Hills, uno nunca sabía qué temas podrían acabar saliendo a la luz. Así que lo mejor era dejar las puertas cerradas... Siempre.

- ¿Qué pasa?

El Sheriff se rascó el pelo antes de responder. Era un gesto que hacía cuando estaba nervioso y que le había pegado a Stiles, hasta el punto de que parecían dos gotas de agua cuando lo hacían.

- Esto... Últimamente ves mucho a Lydia ¿no?

- Lo normal. ¿Es mi amiga?

- ¿No era también la chica que te gustaba?

- Ehhh. Sí. Pero eso fue hace mucho.

- Un año no es mucho tiempo.

- Sí en este pueblo.

- Touché – sonrió el hombre. Hace no mucho, cuando acababa de descubrir que no sabía la mitad de lo que pasaba en el pueblo pese a ser el Sheriff, no le habría parecido gracioso que su hijo hiciera bromas a costa de lo sobrenatural que le rodeaba. Pero después de los últimos acontecimientos, se alegraba muy mucho de que su hijo fuera el de siempre: Un muchacho capaz de bromear de absolutamente todo - Entonces... ¿No hay nada entre vosotros?

- No. Sólo me está ayudando a hacer un trabajo.

- Oh... De acuerdo.

- ¿Qué es lo que pasa, papá? – hizo un aspaviento con los brazos, un tanto nervioso - Porque ese "de acuerdo" no ha sonado muy "de acuerdo".

My King and his QueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora