Capítulo 14

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No podía creerlo.

Era tan surrealista, que por un instante se preguntó si no estaría teniendo otro de esos sueños que parecían ser reales...

Hacia menos de quince minutos que Stiles había sentido un alivio inmenso por creerse libre y a salvo, después de horas temiendo por su vida; sólo para justo después considerarse un Judas que estaba traicionando a su rescatador al dejarle atrás... Pero al final todos los gritos y lágrimas que derramó no sirvieron absolutamente de nada, porque nunca estuvo realmente libre.

Y para colmo, no sólo tenía que volver a aquella maloliente celda, sino que encima lo tenía que hacer al lado de un Derek que ahora le consideraba culpable de todo lo que había ocurrido.

Y puede que en parte tuviera razón, ya que fue él quien se empeñó en buscar a Kate aun cuando Derek le había dicho que no quería que lo hiciera. Pero vamos, era Stiles... Si no lo hacía él, quién demonios se encargaría de resolver el misterio.

Y sí, estaba sonando prepotente... lo sabía. Aunque a su favor tenía que las otras veces siempre había sido él quien dio con la respuesta correcta. Y que la única vez que no pudo ayudarles porque estaba teniendo un serio problema con un espíritu japonés que le había poseído, las cosas no acabaron saliendo muy bien.

Pero el caso era que, por muy culpable que fuera, Derek no tenía derecho a comportarse así con él. No podía soltarle unos cuantos gritos y amenazas para luego actuar como si no existiera, y esperar a que Stiles se quedara tan tranquilo.

Eso no funcionaba con él y menos cuando, por unos míseros segundos, había creído que la pesadilla por fin había terminado; sólo para encontrarse de nuevo metido en ella hasta el cuello.

La suma de rabia y miedo que ahora sentía, estaban consiguiendo que Stiles empezara a perder la paciencia y la poca calma que le quedaba.

En un principio intentó calmarse pensando en lo bueno: No estaba solo y a su lado estaba el mismísimo Derek Hale. Si, puede que siguiera estando encerrado y a manos de una psicópata sobrenatural; pero ahora Derek estaba con él. Y como siempre había creído y motivo por el que se convirtió en el rey de su tablero particular, sabía que daba igual lo que ocurriera, él siempre le salvaría.

Lo triste es que eso no significaba que su situación hubiera mejorado.

Allí estaba: A dos metros de distancia de la persona que había pasado a ocupar el centro de su universo, y sin poder hablarle porque él no quería. Porque si Derek había acabado en manos de su mayor enemigo, había sido sólo porque se le había ocurrido jugar otra vez a los detectives, aun cuando ya le advirtió que era peligroso y que no quería que hiciera nada... Entre otros motivos, porque ya no confiaba en él de la cantidad de veces que le había fallado.

Y cuando ya creía que era imposible cagarla más...

Lo peor era que ni siquiera podía pensar en cómo intentar arreglarlo. Sólo que llevaba más de un día allí encerrado, sin comer y sin dormir. Que cada vez tenía más frío porque la humedad se le estaba empezando a colar por los huesos y que además, por si eso no fuera suficiente, empezaba a sufrir los primeros síntomas de su constante hiperactividad.

No podía remediarlo.

Siempre había sido un chico al que le costaba concentrarse, y que acababa sacando de quicio a todo el que le conocía. Pero tan sólo tenía que tomar su medicación y, si esta no estaba a mano, intentar distraerse con lo que fuera: Internet era un pozo sin fondo en ese sentido, pues tan pronto se cansaba de ver videos de youtube, podía leer algún artículo interesante para clase, o simplemente cotillear lo primero que viera. Y cuando el vasto mundo de la red tampoco le calmaba, siempre podía jugar a un video juego, o incluso practicar con el Lacrosse... Aunque eso lo tenía bastante olvidado.

My King and his QueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora