Capítulo 30

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A kilómetros de distancia de donde Kate Argent se preparaba para iniciar una guerra, tres personas aguardaban la llegada de novedades.

Se encontraban un poco alejados de la zona bastante frondosa de vegetación, donde Cora y Scott habían asegurado que se encontraba Derek. Eso fue lo que dijeron cuando se adentraron en la selva, e hicieron una ronda de reconocimiento.

Pero cuando los dos regresaron señalando el punto exacto donde estaba Derek, y que resultó ser un complejo de cuevas prehistóricas que no aparecían en todos los mapas; decidieron no actuar en seguida. Que en vez de atacar de frente, usando como única ventaja la sorpresa y la superioridad en número, lo mejor era idear una emboscada... Y sólo después de asegurarse que todos estuvieran a salvo.

El primero al que debían poner a salvo, por razones obvias, era a Derek. Sería absurdo no hacerlo cuando él sería el primero en sufrir las consecuencias de un rescate fallido... Por tanto, era fundamental que estuviera lejos de Kate, y por una vez todos se mostraron de acuerdo.

El problema llegó cuando en ese "todos a los que debían poner a salvo", se incluyó también al grupo de humanos y Banshee, que debían permanecer lo más lejos posible de la acción.

Y por eso ahora se encontraban allí. En una zona lo suficientemente alta y despejada como para no perder la cobertura del teléfono satélite que el Sheriff se había agenciado, y sentados en unas rocas llenas de bichos... Sin poder hacer otra cosa que esperar al resto.

- Odio esperar – protestó Stiles por enésima vez.

Al llegar a la zona que se debía convertir en el punto de reunión, Stiles agradeció el cambio de escenario: Después de horas metido en el coche y sin apenas sitio para moverse; le había sentado bien poder estirar las piernas.

Pero de aquello ya habían pasado horas.

- No podemos hacer otra cosa – le recordó su padre, al tiempo que comprobaba otra vez el teléfono.

- Pero es desesperante – se llevó las dos manos a la cabeza – No entiendo cómo podías estar tan tranquilo cuando pasó lo de los asesinatos rituales, sabiendo que había gente en peligro.

- Bueno... - John Stilisnki se encogió de hombros – No es que tuviese muchas opciones. Principalmente porque nadie parecía querer contarme nada de lo que estaba pasando...

Stiles se quedó unos segundos con la boca abierta, sacándose el puñal imaginario que acababa de lanzarle su padre; para mirar luego a Lydia. Ella estaba sentada en una de las piedras más planas, apoyada contra las rocas, y jugando al ajedrez con Deaton. El veterinario había sacado el tablero en cuanto llegaron, comentando que por lo menos podían intentar pasar el rato de un modo un poco más ameno.

Lydia había sido la única que aceptó la invitación.

El Sheriff había declinado, apostando que Deaton le daría una paliza; y a Stiles esas figuras le traían recuerdos no muy lejanos en los que prefería no pensar ahora.

Lydia estaba a punto de comerse un peón con el alfil, pero antes lanzó una mirada a Stiles llena de reprobación.

- Vale – tuvo que admitir a los dos - Esa me la he ganado.

- No se preocupe, Stilinski – dijo Deaton sin levantar los ojos del tablero - Ahora mismo hay cuatro hombres lobo, un cazador experimentado y una Kitsune, luchando contra una única mujer.

- Es una mujer jaguar – recordó el adolescente - No es lo mismo.

- Pero sigue siendo una – intervino el Sheriff.

My King and his QueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora