Capítulo 16. Preguntas asesinas 2

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Estampé a Lau contra la pared y lo sostuve a unos centímetro del suelo con mis manos en sus caderas. Sonreí cuando el rubio rodeo mi cuerpo con sus piernas consiguiéndonos más cercanía de la que antes teníamos.

Era realmente reconfortante tener a Lau nuevamente entre mis brazos, sobre todo después del estrés que las llamadas de mi padre me hicieron sentir, el sentimiento de su piel desnuda al entrar en contacto con mis dedos... Era perfecto en tantos sentidos que casi no podría describirlo.

Bajó sus brazos hasta mi estómago y apretó mi polera entre las manos para subirla y sacármela con rapidez. Nuestras pieles se fusionaron y la temperatura baja que emanaba el pecho de Lau, por haber estado semi-desnudo por bastante rato luego de su ducha, era refrescante y me obligaba a querer hacerla aumentar.

Lau comenzó a pasear sus manos por todo mi torso mientras yo hacía lo mismo en el suyo hasta llegar a su entrepierna, repartí caricias por toda su extensión mientras los gemidos que el ojiverde soltaba des preocupadamente en mi oído y hacían que mi respiración se agitara aún más de lo que ya estaba.

-Vamos a la cama...-suspiró Lau mientras sus labios se cerraban alrededor de los míos. No pude evitar sonreír al escucharlo. Me encantaba este Lau sensual e impaciente.

Le hice caso y lo lleve en brazos hasta su cama en donde lo lancé sin cuidado alguno pero esta vez sin intenciones de salir por la puerta aunque el mismísimo presidente me estuviera llamando por teléfono. La visión de Lau estirado en la cama, agitado y, con el pelo húmedo y revuelto me causaba dos deseos, quedarme admirando su posición por horas o abalanzarme sobre él y devorarlo a besos. Obviamente la segunda opción ganó la batalla.

Me quité los pantalones quedándome solo en boxers y me recosté sobre Lau. Él, ya impaciente, tomo mi cara entre sus manos y apretó sus labios contra los míos abriéndolos ligeramente ¿Desde cuándo él tenía el control de la situación?

No podía dejar que esto continuara así...

Puse una de mis piernas entre las de Lau y la moví, frotándola contra su entrepierna frenéticamente y sin detenerme, motivado por los sonidos que ya estaban empezando a surgir de la garganta de Lau. Lentos, suaves, pero apremiantes.

Empecé a repartir besos por su cuello y clavícula, formando un camino de pequeñas mordidas por todo el pecho de Lau, jugué con sus pezones hasta que ambos estuvieron rígidos y decidí seguir bajando un poco hasta terminar nuevamente en su miembro.

Le dibujé círculos con la lengua y lentamente comencé a introducirlo en mi boca.

-Al...- suspiro Lau, haciendo que involuntariamente mi respiración se detuviera. No podía seguir con el juego de las caricias. No aguantaba solo pasear mis labios y manos por mi cuerpo, necesitaba sentirlo más cerca.

Subí por el camino que antes mis mordidas habían marcado y posé mi cabeza en el hombro de Lau, quedándome quieto solo unos segundos.

-Te quiero- susurre en su oído... No sabía por qué, pero creía necesario decirlo en aquel momento.

A mi rubio se le cortó la respiración y giró el rostro para que pudiéramos vernos claramente el uno al otro, luego de un instante sonrío, radiante ¡La sonrisa más linda que había visto en mi vida! Con su rostro sonrojado, su respiración descoordinada y sus ojos brillando.

Decidí no hacernos esperar más y continúe con lo que mi cuerpo pedía tan fervientemente. Separé nuestros cuerpos un momento y miré a Lau, luego baje una mano por su espalda e introduje lentamente un dedo en su entrada.

Love & MurderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora