Llegar al hospital y encontrar a Lau no fue difícil. Entrar a la habitación, por otro lado, fue casi imposible. Estaba custodiada por todas partes, a pesar de estar ya muy entrada la noche.
Tuve que pensar el plan de entrada mucho rato, y entre mi nerviosismo y miedo no era fácil poder maquinar alguna estrategia que no fuera a terminar en un fracaso profundo. Minutos más tarde decidí entrar por la ventana. Sí, era un hospital de cuatro pisos, pero no es como que no hubiera escalado antes hasta una ventana para colarme por ella.
La ventana estaba medio abierta, y agradecí a Dios por darme aquel regalo en esa situación. Entre silenciosamente y me acerqué a la cama poco cómoda en la que estaba recostado Lau. La escena fue horrible, estaba inconsciente, lleno de cables y tubos por todas partes, el latido de su corazón se mezclaba con los sonidos de la bomba de oxígeno y el goteo del suero. Tuve nauseas por décima vez en la noche, pero también estaba tranquilo. Lau estaba vivo.
Acerqué una silla a la cama del rubio y me senté en ella dejando que mis manos se enredaran con la que Lau tenía libre de tubos y agujas insertadas. Lo observé respirar, y por alguna razón pensé que estaba en paz. Sus ojos estaban quietos, su rostro no tenía líneas de expresión. Dormía plácidamente, sin preocupaciones ni pensamientos molestos. Ese era el rubio que quería conservar para siempre, uno que pudiera vivir tranquilo, sin tener que estar siempre esperando que algo malo pasará. Sí, era una paz falsa porque estaba inconsciente y en un hospital, pero sabía que si lo dejaba llegaría el día en que podría dormir así en su cama sin necesidad de calmantes.
Mi decisión estaba tomada hace mucho tiempo, pero verlo en ese estado la reafirmó, no quería tener que vivir al lado de un Lau desesperado y con miedo, no quería verlo nuevamente en aquella situación de vida o muerte. Lo amaba y por eso mismo debía dejarlo ir. Iba a ser doloroso, pero podría vivir pensando en que el estaría bien en otro lugar que no fuera a mi lado.
Porque a mi lado, realmente nadie podría estar bien. Y no dejaría que mi egoísmo arruinara por segunda vez la vida de alguien a quien amaba.
Era casi ridículo pensar en lo rápido que me había enamorado del rubio, casi fue amor a primera vista, y cada día que pasó en los meses que nos conocimos reafirmaba mi cariño creciente hacia él. Sí, quizás no teníamos una relación común, pero realmente no la necesitábamos, teníamos algo más importante: La certeza de saber que queríamos estar juntos pasara lo que pasara.
Y gracias a esa certeza mis decisiones se complicaban, porque no me costaba nada pensar en que todo saldría bien y que quizás en unos días Lau y yo volveríamos a estar juntos como antes. Pero no podía pensarlo, ni siquiera me podía permitir fantasear, nada se resolvería a menos que todo terminara de una vez, así tenía que ser, desde el principio de nuestra la historia.
Le di un beso en la frente a Lau y me quedé ahí, estático por algunos minutos, sintiendo el calor de su frente traspasar mis labios. Salí del hospital por donde mismo entré y me quedé con la imagen del rubio recostado y durmiendo grabada en mi memoria.
Pasaron cuatro meses en donde todo comenzó a tomar forma, mi padre y sus aliados se encargaron de sus enemigos de maneras no muy convencionales, yo seguí trabajando con él pero ya no asesinaba, era más bien un espía que llamaba cuando necesitaba algo en particular. Pensé que sería fácil desligarme de los negocios de mi padre cuándo me prometió libertad, pero en realidad yo no sabía hacer nada más que eso, ser un sicario era mi naturaleza, y a pesar de que ya no tomaba trabajos entorno a asesinar personas, era muy bueno siguiéndolas, extorsionandolas o formando planes, por lo que decidí quedarme un tiempo más hasta que las cosas en mi mente se pudieran organizar.
Respecto a Lau, no lo volví a ver, pero sabía de él recurrentemente, ya fuera por medios legales como los que no. Había estado inconsciente luego de su ataque por una semana y media, y cuándo despertó era la única noticia que recopilaban los noticieros. A pesar de que el ataque fue planeado no pudieron dar con quienes lo habían cometido (Algo de lo que somos nosotros culpables, claro) así que en vez de convertirse en una noticia policial, se transformó más en publicidad política para el padre del rubio.
En un mes más se terminaban las clases y todos los estudiantes de mi grado necesitarían rendir los exámenes para la universidad. Obviamente yo no los necesitaba, pero ya que el tiempo me sobraba últimamente, había dedicado mi tiempo libre a estudiar, ya que había abandonado la escuela era necesario que pusiera mucho de mi parte para no perderme ninguna materia en específico.
-¿Qué haces?- me preguntó mi padre, mientras yo intentaba no caer dormido encima del computador que descansaba en mis piernas.
-Estudio... Química, creo... - respondí sin ánimos y bastante confundido. Había veces en que las materias se mezclaban y ya no sabía que estaba estudiando realmente ¿Era matemáticas? ¿Por qué habían fórmulas en la filosofía?
-Pues vístete, tu vuelo sale en dos horas. Vas atrasado.
...
¿Vuelo?
-¿Mi qué?- pregunté más confundido que antes.
-Tu vuelo, te vas a París, me necesitan a mí, pero no puedo ir, así que irás en mi lugar- respondió mi padre muy tranquilo, como si fuera algo planeado de toda la vida.
-¿Y cuándo volveré?- lo miré asustado, sabía que no podía negarme pero era un poco repentino. A pesar de que me fuera solo el fin de semana, la ansiedad de no haber planeado nada me invadía.
-¿Un mes? ¿Un año? Quién sabe, muévete- mi padre aplaudió, como si fuera un gesto para que me levantara rápidamente y salió de la habitación dejándome pasmado en el sillón.
Media hora más tarde llegó un automóvil a buscarme, me dejó en el aeropuerto y entré, gracias a alguna divinidad, con papeles totalmente legales a policía internacional.
Jamás había viajado tan lejos, y ahí, sentado en el avión esperando el despegue, vi desde la ventana una cabeza rubia entre la multitud de personas que se estaban subiendo y fantasee con que fuera Lau, con que estábamos fugándonos juntos, y que por fin podríamos vivir lejos de todo, felices...
Pero solo era un chico rubio, uno de tantos otros, y solo en ese momento me di cuenta, de lo real que era la sensación de que no volvería a ver a mi objetivo; nunca más en mi vida.
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¡Hola! ¿Cómo están?
Creo que ha pasado demasiado tiempo desde que no actualizaba, pero era bastante difícil escribir la historia sabiendo que está por terminarse jajaja
Espero que no sufran demasiado por el capítulo, y nos leemos luego (espero) con el siguiente.
¡Adios!
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Love & Murder
RomanceAllen Fold es un chico de diecisiete años sin ilusiones o esperanzas en la vida. Desde pequeño su mundo ha sido cruel y despiadado todo gracias al peculiar trabajo que su padre lo obliga a ejercer. Allen es un sicario, es el encargado de ''sacar de...