Luego de lo que paso con Lau salí lo más rápido que pude del instituto y corrí por las calles como endemoniado. No podía creer lo que había hecho... Intenté respirar hondo mientras las lágrimas se apelmazaban en mis ojos color gris.
No podía dejar de tocar mis labios, que estaban ardiendo al igual que mis mejillas al pensar en todo lo anterior... Sonreía de vez en cuando, y luego lloraba. Estuve entre el éxtasis y la desesperación por lo menos unos quince minutos y volví a correr para alejar todo de mi mente.
Después de correr saque mi teléfono y llame a ''Pequitas'', estar con él me calmaría, un rato por lo menos. Necesitaba hablar con él y sus consejos con brevedad.
-Zach ¿Puedo ir a verte?- Pregunté. Mi voz sonó algo temblorosa, pero seguramente no lo habría notado.
-¿Allen? Si, puedes pero... ¿Tienes demasiada hambre?- Lo escuché tragar en seco y toser.-Sabes... se me acabaron los panqueques hace unos minutos y los ingredientes. ¡Pero puedo ir a comprar más!
Me reí por sus preocupaciones. Esa era una de las cosas buenas de Zachariah, siempre se preocupaba por cosas tan pequeñas, solo porque era demasiado amable con todos. Intentaba hacer todo lo posible por ayudar a cualquiera. Era un ángel con todos. O bueno, con casi todos.
Había un chico que iba a ver a Zach por lo menos cuatro veces por semana, y se quedaba esperando en una mesa de la cafetería, que Zachariah se sentara con él y conversaran. Al parecer el chico nunca se rendía y llevaba esperando a Zach dos años, pero él nunca le hacía caso y lo terminaba echando de la cafetería. Era el amor no correspondido más penoso que había visto jamás, el pobre chico hacía de todo por Zach, pero este ni siquiera lo miraba con cara amable como al resto de sus clientes.
-Podré soportar un día sin panqueques, tranquilo.- le respondí y colgué el teléfono para apresurarme a llegar al café.
El café de Zachariah era una tienda de tamaño normal en la esquina de una calle antigua y elegante como todo el barrio que la rodeaba. Tenía un gran cartel color azul pálido, con unas letras suaves y románticas, en las que estaba escrito el nombre de la tienda: ''Mollis''
Era un lugar hermoso, delicado y acogedor. Era algo femenino, pero siempre me había encantado, es mi lugar feliz. Un oasis en un desierto de desesperación.
Pasé por la puerta transparente con pequeñas flores celestes pegadas en las esquinas de los marcos, unas pequeñas campanitas anunciaron mi llegada, y detrás del mostrador estaba Zachariah observándome con una sonrisa.
Me saludo con un gesto de cabeza y yo me fui a sentar a mi mesa preferida. Unas mesas más allá estaba el chico ''acosador'' de Zach, haciendo como que miraba el Menú cuando en realidad estaba sacándole fotos furtivas al chico tras el mostrador. Solté una carcajada al ver la escena.
Después de unos minutos el castaño vino a mi encuentro con dos platos que rebozaban de panqueques y jarabe. Pase la lengua por mi labio inferior sintiendo como mi boca se hacía, lenta y tortuosamente, agua bajo ese delicioso panorama.
-Tienes suerte, Angeline trajo ingredientes nuevos hace poco...- Angeline era una de las chicas que trabajaba con Zach en la tienda. El castaño se sentó frente a mí y saco un pedazo de mi preciado panqueque con un tenedor para luego introducirlo en su boca.
Los panqueques me habían hecho olvidarme de la razón por la cual fui a ver a Zachariah. Mi estomago al recordar el beso perdió toda muestra de apetito y seguramente mi rostro había palidecido porque ''pequitas'' me miró con preocupación.
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Love & Murder
RomanceAllen Fold es un chico de diecisiete años sin ilusiones o esperanzas en la vida. Desde pequeño su mundo ha sido cruel y despiadado todo gracias al peculiar trabajo que su padre lo obliga a ejercer. Allen es un sicario, es el encargado de ''sacar de...