Capítulo 18. Un acosador celoso

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-Entonces... ¿Dormiste en su casa? - le pregunté a Allen mientras lo miraba divertido. ¿En qué momento esos dos se habían vuelto tan atrevidos?

-Sí- me contestó sonriente mi mejor amigo, siempre que hablaba de Lau tenía una sonrisa enorme en la cara. Lástima que hablar del rubio solamente me hacía pensar en el final trágico que ambos tendrían. Intenté disimular mis pensamientos lo mejor que pude mientras lo miraba.

-Pero... ¿Realmente durmieron algo? - al terminar de pronunciar las palabras Allen me miró escandalizado y yo solté una sonora carcajada parándome de la mesa antes de que me estrangulara. No entendía como se exaltaba tanto cuándo hablábamos de estos temas si él mismo siempre mencionaba sus ganas de besar a Lau en todas partes.

- ¡Zach! - me gritó cuándo yo estaba lo suficientemente lejos para no ser asesinado.

Caminé hasta el mesón que se situaba justo frente a la "cocina" de la cafetería, era el típico mueble tipo bar en donde había una larga mesa y algunos taburetes para sentarse. En uno de los banquitos se encontraba sentado un chico de pelo castaño claro, el cual estaba agachado sobre la mesa leyendo un pequeño libro.

- ¿Qué te sirvo? - le pregunté desde el otro lado del mesón acercándome bastante a él y sonriéndole, pero el chico no me contesto. Suspiré y lo volví a intentar: -Gael ¿Qué quieres comer?

Gael no respondió y yo reí por lo bajo, cuándo leía realmente tenía una concentración tal que ni siquiera se daba cuenta de lo que estaba pasando en el mundo, podría haber un apocalipsis zombie y Gael se quedaría ahí leyendo hasta el fin de los tiempos o hasta que alguno lo mordiera. Decidí intentar con una técnica algo más drástica pero efectiva.

Crucé al otro lado del mesón, me posicione justo en la espalda del castaño y antes de que se diera cuenta sople suavemente en su cuello, lo que le ocasiono un notorio escalofrió, para luego susurrarle: - Me estás ignorando, otra vez.

Obviamente mi táctica funciono de maravilla ya que Gael, sonrojado hasta la punta de la nariz me miró avergonzado y cerró el libro al instante, mientras yo volvía a mi lugar de trabajo.

- ¿Qu-qué pasó? - preguntó apenado, guardando el libro en su bolso y sin mirarme a los ojos completamente. Era demasiado lindo, joder.

-Te pregunté qué quieres comer... unas tres veces. - apoye la mejilla en mi mano esperando su respuesta mientras volvía a sonreír. Realmente no tenía idea por qué siempre le preguntaba que iba a tomar o a comer ya que sabía exactamente su respuesta: "Sólo un té, por favor"

-Sólo un té, por favor- dijo en voz baja. Seguramente era por eso, porque escuchar su voz me gustaba mucho, era tan baja que tenías que prestarle atención para escucharla por completo, era dulce y tímida acorde totalmente con su personalidad.

- ¿Te he dicho que hago buenos panqueques? Pregúntale al chico de allá, se los está devorando- apunté a Allen con una mano mientras en mi mente intentaba descifrar porque un chico de diecisiete años seguía haciéndole rostros a la comida. La voz de Al se alojó en mi cabeza diciendo repetidas veces: "¡Es el Conde Panquencula!".

Gael miró con una sonrisa formándose en sus labios hacía su espalda, dónde yo le estaba apuntando, pero justo al cruzar sus ojos con Allen se dio la vuelta algo ofuscado. Lo miré extrañado, pero me quedé callado, seguramente había sido idea mía.

-No tengo hambre- respondió de forma seca y yo le entregué su té con cuidado de no derramar nada.

- ¡Cariño! - gritó Allen varios minutos más tarde corriendo en nuestra dirección y abrazándome con el mostrador entremedio de ambos - Es hora de que me marche, el deber me llama, pero volveré por más panqueques.

Love & MurderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora