Capítulo 25. Preguntas mudas y verdades muertas.

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Estaba lloviendo, pero realmente no me di cuenta hasta que pasaron unos minutos y mi cabello quedo totalmente empapado y pegado a mi rostro. Ya no importaba mucho que tanto se mojara o si la ropa que había elegido no le gustaba a Allen, todo eso había quedado en el pasado, en un pasado que quería recuperar más que a nada pero que sabía que jamás volvería.

Lo sabía todo, y no podía entender como había tardado tanto en darme cuenta de las situaciones, Allen me estaba usando, y peor que eso; Allen me estaba cazando, como si fuera un conejo, sólo porque alguien se lo ordenó.

Una lágrima cayó por mi mejilla, pero ya habían sido miles las que habían pasado por ese lugar esa misma tarde, ya ni siquiera se podían diferenciar con las lentas gotas de lluvia que descansaban en mi cuerpo para más tarde seguir su camino al suelo, su camino hacía el fondo de todo.

Llegué a la esquina de la cafetería de Zachariah, dónde estaría Allen esperando, seguramente con una sonrisa, falsa o no, mi llegada. Y cuándo me acerqué más efectivamente lo vi ahí, sentado dentro, esperando impaciente y con una media sonrisa, totalmente seco, y con un plato de panqueques frente a él. Intenté sonreír al ver la escena, pero no pude, mi corazón dolió en el segundo en que lo intenté y una nueva tanda de lágrimas cubrió mis ojos.

Allen me vio, primero con felicidad en su rostro y luego al darse cuenta de la situación, cambio su semblante tranquilo a uno de preocupación, corrió fuera del lugar y se encontró conmigo en un segundo, para rodearme con su chaqueta y tomar mi rostro con sus manos que se estaban humedeciendo por el clima y por mi pelo.

- ¡¿Estás loco?!- intentó secar mi cara con sus manos y correrme el pelo hacía atrás- Lau ¿Qué te pasa?

Su preocupación no podía ser fingida, era imposible, sería realmente terrible si lo era. La forma en que sus ojos me miraban intentando entender la situación no podía ser una actuación, en ningún caso, y de todas formas a mí interior le costaba creer en sus gestos.

-Lau, entremos, te vas a enfermar- intentó nuevamente Allen, pero yo no podía contestarle, las palabras no me salían ni siquiera de la garganta- Lau ¿Me estás escuchando? Estás empapado, puedes coger un resfrío grave si no te secas ya.

Me empujó hasta la puerta de la cafetería, pero yo no entré, dejé de moverme unos pasos antes de cruzar el umbral y por primera vez desde que había llegado lo miré a los ojos, como nunca lo había hecho antes; con duda, sin el amor incondicional, con dolor y sobre todo decepción. Me estaba volviendo loco de a poco y Allen ni siquiera se enteraba.

- ¿Realmente te preocupo? - pregunté sin más, con la voz más vacía que había tenido en mi vida. Con los ojos muertos, esperando una respuesta que no sabía si podría soportar.

- ¿Qué dices?

-Si muero por un resfrío ¿No sería mejor para ti? - ¿Realmente sería mejor para él si yo muriese de esa forma? Sólo quería saber si todo era realmente cierto, pero la verdadera pregunta que necesitaba formular no podía hacerla. No era capaz.

Allen me miró extrañado y luego pude notar de a poco cómo su rostro se transformaba al terror puro, su tez blanca se volvió pálida y grisácea en un instante, y me miró con su labio tembloroso. Y a pesar de todo, verlo de esa forma me rompió, más que todo de lo que había pasado, el corazón, quise correr a consolarlo, pero debía convencerme de que él no era mi Allen, él era un asesino, un criminal, alguien a quién no conocía realmente.

- ¿Todo es cierto? - tragué saliva y parpadeé lentamente- O peor ¿Todo fue una mentira? ¿Tenías todo planificado?

-No... yo- Allen se intentó acercar a mí, pero yo me alejé lo más que pude y caminé hasta un pequeño callejón que había cerca de la cafetería, no necesitaba que todos los que pasaban por ahí vieran nuestra escena. Él me siguió de cerca balbuceando aún e intentando tomarme de alguna parte- Esto no es...

Love & MurderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora