Capítulo 8. Sentimientos asesinos.

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Estaba en la cocina hablando con Amir, uno de los empleados de mi padre. Teníamos casi la misma edad y siempre fuimos buenos amigos. Odiaba que tuviera que compartir el mismo ''oficio'' que yo.

Estábamos esperando que mi padre llegará, ya que había convocado a varios de sus ''estudiantes'', o seguidores como yo los llamaba, en nuestra casa esa tarde. Obviamente todos estábamos nerviosos por lo que nos diría. Mi padre no es la clase de persona que reúne a todos en su casa solo para comer juntos y convivir.

Por algún motivo yo, a pesar de estar nervioso, no cabía en mí de felicidad. El motivo era Lau. El día anterior por un descuido casi lo había besado, y se sentía tan bien esa cercanía con él, que no había podido dormir en toda la noche pensando en cómo hubiera sido besarlo de nuevo. Perfecto seguramente...

Mi padre llegó media hora más tarde, y el ambiente tenso podía cortarse con un cuchillo, o con una bala, lo que se tuviera a mano. Se sentó en uno de los sillones de nuestra gran sala de estar, y cruzó las manos encima de su pecho, mirándonos a cada uno de los presentes.

Sus manos siempre me habían intimidado, son fuertes y grandes. Gracias a ella ahora parezco un dálmata, sobretodo mi espalda, que está llena de manchones café oscuro y morados. La vez que me pego por defender a Lau ha sido una de las más violentas golpizas que me ha dado. Pero nada que una noche de reposo no curara. Ya estoy bastante acostumbrado...

-Debemos hablar de sus misiones, chicos- Dijo, su voz siempre ha sido gélida e intimidante, y esta vez no era la excepción.

Fue llamando de uno en uno a todas las personas que estaban en la sala, las conversaciones no duraban mucho, excepto una conversación que tuvo con una chica pelirroja, que además de durar bastante dejo a la chica bastante choqueada. Ignoro el porqué. Pero podía hacerme varias ideas...

Cuando me llamo a mí mi corazón dio un vuelco, no sabía que esperar de nuestra ''pequeña reunión'', pero seguramente no sería nada bueno. Me acerque al sillón en donde estaba sentado y me senté frente a él. Joder, mi cabeza dolía horrores.

-¿Nervioso, hijo?- Preguntó, mirándome divertido, maldito.

-No, padre.-Le sonreí intentado esconder mis emociones lo mejor que podía.- ¿Por qué me has llamado?

Era gracioso, o algo extraño, que entre familia habláramos de forma tan formal. Pero al fin y al cabo mucho cariño jamás nos hemos tenido. Bueno, yo por él si, pero dudo que mi padre piense en mí de forma cariñosa...

-Bueno, como ya he dicho, quiero hablar con todos sobre los trabajos que están llevando a cabo. Y que me informen los avances- hizo una pausa y sonrió ampliamente- Así que, hijo, ¿Has conseguido sacarle información al hijo de los Yirumi?

Y ahí estaban de nuevo; los malditos nervios que recorrían desde la boca de mi estómago a la punta de mi cabeza, y helaban mi cuerpo por completo.

-No...- contesté, mientras mi voz se cortaba un poco, sin darme cuenta había empezado a sudar en frío.- No quiero seguir con este trabajo. Encontraré información ¡Te lo juro! Pero a Lau no...

-Cállate...- me interrumpió, bastante calmado, lo que me sorprendió- Hablaremos de esto luego. Ahora, necesito pedirte algo...

Su forma de contestarme me desconcertó completamente, estaba preparado para todo: golpes, insultos, gritos... Pero jamás pensé que dejaría el tema para otro momento. Por unos instantes sentí que me comprendía.

-Necesito que cuando todos estemos charlando en la cena, me apuntes con tu arma- vale, admito que eso también era extraño. Quizás la vejez lo estaba afectando. Iba a contestarle pero me callo con la mano- Cuando yo diga ''Lau''- la mención del nombre de Lau saliendo de sus labios hizo que mi corazón entrara en estado de colera.- Tú te levantarás de la mesa y apuntaras tu arma contra mí. Ya puedes irte.

Love & MurderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora