Internado Grimore (Adelaida D'Angeles 1) -Editando-

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Capítulo 3: Faltando a clases

—¡Adelaida, espérame! —gritó una voz.

Obedeciendo, me quedé en mi lugar, mirando entre la multitud de gente para descifrar quién me llamaba.

—¡Hola, Britannia! —dije al verla y le di un beso en la mejilla.

—¡Perdón por lo de ayer! No estaba en mi mejor estado —hizo una mueca.

Reí.

—Tranquila, Bri, no importa —aseguré. —¿Último primer día de tu novio, o algo así?

Rió a carcajadas y la miré sin comprender, debido a que me había perdido el chiste.

—¿Yo? ¿Con novio? —más risas. —Eres graciosa, chica. No, son todos amigos.

—Ay perdona, creí que... Cómo eras tan unida...

—¡Claro que voy a ser unida! ¡Son los chicos de último año! —rió. —Además de los mejores amigos de mi hermano, digamos que eso ayuda.

—Nunca estuve en un colegio antes —confesé, en voz baja.

—¡¿Qué?! —estalló en risas, tomándolo como un chiste.

Al ver mi cara, dejó de reír y se lo tomó en serio.

—¡Pero...! ¡¿Cómo es eso?! ¡Tienes dieciséis años! ¡Alto! ¿Tiene que ver con eso de tus papás, cierto? Lo debí haber imaginado... ¡Mira, allí está Lucas! ¡Lucas! —gritó, llamando la atención del mencionado.

—¡Britannia! —dijo Lucas, abrazándola. —¿A quién tenemos aquí? —preguntó, mirándome curioso.

Lo miré a los ojos y lo reconocí. ¡Es el chico que me preguntó de cojer y me besó ayer a eso de las nueve de la mañana! Abrí los ojos más de lo necesario, sin poder creerlo. De todas las personas, Britannia era amiga de él.

—Ella es Adelaida. Es nueva, re buena onda, te va a caer bien —presentó la rubia. —¿Te cuento algo interesante de ella? ¡Es su primera vez en un colegio!

—¿Eso es cierto? —cuestionó el chico, mirándome intensamente.

Mis mejillas cambiaron de color y bajé la mirada, asintiendo.

—¡Ade, él es mi hermano Lucas, de quien te hablaba antes!

¡¿Su hermano?! ¡Ay, Dios mío!

—Hola, Adelaida —saludó el rubio.

—Hola, Lucas —respondí en su mismo tono, mirándolo a los ojos.

—Un gusto volver a verte, preciosa —comentó él.

—¡¿Ya se conocen?! ¡Pero si ni llevas aquí una semana! —dijo, mirándonos acusadoramente.

—Digamos que... me la crucé ayer —contó.

Me sonrojé y Britannia nos miró, tratando de descubrir qué no le contábamos.

El timbre sonó y la rubia salió corriendo, gritando una despedida para ambos.

Miré atenta a Lucas, que no se había movido.

—Tu hermana es muy... entretenida —declaré, para cortar el silencio.

—Créeme que conmigo la pasarás mejor —aseguró. —¿Nos vemos luego?

Tras esa pregunta, empezó a caminar lejos de mí. Tragándome mi orgullo, grité:

—¡Lucas! ¡Espera!

Se dio vuelta, ceja alzada, y me miró, curioso. No sólo él, pero todos, absolutamente todos en ese pasillo me miraron.