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Capítulo 23: El helado prohibido y la entrevista mentirosa

El reloj dio las doce y tomé mi valija. Me despedí de Maxon y Molly, y bajé a planta baja.

Con ayuda de algunas personas que me dijeron por donde ir, llegué al edificio de Simón y tomé el ascensor hasta su piso.

Bajé y me encontré con muchísimos hombres yendo y viniendo, y algunas chicas saliendo de cuartos con el pelo desordenado y un aspecto de haber pasado la noche despiertas haciendo cosas indebidas.

Pasé de largo de todos ellos y toqué timbre en la puerta de Simón.

Pero no fue él quien me abrió, y me maldije por no haberme preparado mentalmente a esto antes.

-¿Puedo pasar? -pregunté.

Asintió y se movió, caminando en boxers hasta el sillón, donde la tele estaba prendida y había unos pochoclos. Dejé mi valija al lado de la puerta y cerré detrás de mi. Caminé hasta el cuarto de Simón sintiendo su mirada en mi espalda, pero no atreviéndome a hablarle.

Toqué y entré, para encontrarlo dormido. ¿Era un chiste?

-¡Simón! -exclamé, cerrando la puerta. -¡Despertate! Salimos en media hora, sabía que tenía que venir un poco antes.

Lo sacudí y despertó, mirándome extrañado.

-¿Dormiste aquí? -preguntó.

-No, estúpido, ¿te acordas que ibas a venir a una fiesta esta noche?

-Ah, si, hablando de eso... Mi-mi mamá está en el hospital, nada grave, pero quiere que la vaya a ver así que... no voy a poder ir.

-¡Y me lo decís ahora, media hora antes!

-¡Lo siento! No me grites que me duele la cabeza, me pasas esas pastillas.

Se las tiré y le pregunté, histérica, con quién iría ahora.

-Lucas está a una puerta de distancia, puedes pedirle a él...

-¿Estás loco? -exclamé.

-¿Tienes una mejor idea?

-¡No! Eres increíble, Dios mío. Qué tu mamá se mejore, envíale mis besos.

-Perdón, en serio.

-Está bien, no pasa nada.

Salí y pegué un suspiro al cerrar la puerta detrás de mi, olvidándome que no estaba sola.

Me senté en el piso al lado de la puerta y miré mis zapatos, debatiéndome sobre qué hacer.

-¿Pasó algo? -preguntó Lucas, asustándome.

-¿Eh? En... no, bueno si, pero está bien. Tengo que...

Me levanté del piso, alisé mi pollera y caminé hacia mi bolso, el cual estaba sobre la valija.

-¿Segura que estás bien? Es decir, nos separaba una pared... Digamos que escuché algunas cosas...

Su voz detrás mío me volvió a asustar y le dije que tenía que dejar de hacer eso, a lo que sonrió.

Internado Grimore (Adelaida D'Angeles 1) -Editando-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora