Capítulo 3

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Una vez llegamos, cogemos un taxi de seis plazas para caber los cinco en el coche y le damos la dirección que nos escribió mi padre al taxista para que sepa donde llevarnos. Ni siquiera nosotros sabemos dónde está la casa. Supongo que por la descripción que nos dieron en la organización sabremos llegar, y si no, ya preguntaremos a la gente que pase por la calle.

-Así que... ¿De dónde sois? -Pregunta el taxista. Odio a la gente que se mete en todo...

-No es de tu incumbencia -Os prometo que esa no he sido yo... Ha sido el superior Alfred. Los espías somos todos tan simpáticos... Notad mi sarcasmo.

-Está bien... -El conductor parece un poco incómodo. Lo entiendo, yo también lo estaría.

Seguimos el resto del viaje en silencio, ya que tenemos prohibido hablar delante de los civiles sobre cosas de la SAO. Y es lo único que tenemos en común para poder hablar... Pensaréis: Tantos años luchando y entrenando juntos ¿y no sois amigos? No, pero tampoco somos enemigos. Nos llevamos todos muy bien, excepto Leslie y yo. Y en el campo de lucha estamos muy coordinados y somos de los mejores grupos de la organización. Creo que no sabría luchar en otro grupo, ya que por mucho que odie a Leslie, adoro el grupo que tenemos hecho.

Cuando menos me doy cuenta hemos llegado a una calle y el taxi para. Nos pide 100 dólares por el viaje... JODER. Por suerte, la organización nos ha dado suficiente dinero para casos imprevistos como este. Si, este es un caso imprevisto, porque ninguno de nosotros sabíamos que un taxi era tan caro. En otra vida me haré taxista, con lo que deben ganar me haré rica...

Nos bajamos del coche después de pagarle y miramos a nuestro alrededor observándolo todo.

-¿Tenéis idea de donde estamos, o de cuál es nuestro apartamento? -Pregunta Leslie mirando las enormes casas que hay por todos lados.

-Mi padre me dijo que nos alquilaba una casa, no un apartamento -Intervengo yo- Porque en los apartamentos hay demasiada gente y son para pasar las vacaciones. Nosotros hemos venido a trabajar y no sabemos el tiempo que estaremos aquí.

-Bien, pues nos dijeron que está rodeada de ventanas enormes -Nos indica Cameron- Pero por lo que veo, todas las casas tienen muchas ventanas.

-Sí, pero no como aquella casa de allá, en la cual las ventanas están tintadas -Miramos todos hacia donde nos señala Mark y caminamos hacia allí convencidos de que será esa la casa.

-Un momento, ¿eso quiere decir que no tendré nada de privacidad en mi habitación? -Se ''asusta'' Leslie.

-No, eso quiere decir que debe ser nuestra casa porque con ventanas TINTADAS nadie verá lo que hacemos dentro y tendremos mayor privacidad. -Explica Cameron como si Leslie fuese retrasada. Bueno, lo es... -Es decir, nosotros vemos lo que pasa fuera, pero los de fuera no ven lo que pasa dentro, ¿entiendes?

-Sí -Mira Leslie al suelo avergonzada por su estupidez.

Llegamos delante de la puerta y rezamos para que sea nuestra casa y no tengamos que dar muchas vueltas.

-¿Quién tiene la llave? -Pregunto yo.

-Yo -Nos enseña la llave Alfred y la pone en la cerradura de la puerta para probar a abrir.

Miramos intrigados la puerta y oímos un "clic". Suspiramos aliviados y nos adentramos en la casa intrigados. Qué lástima que no pueda vivir aquí y tenga que estar encerrada en una residencia.

Esta casa es realmente increíble. Al entrar vemos una sala enorme amueblada, y solo tiene una habitación apartada que es la cocina. En el centro de la sala hay dos sofás grandes y una tele de plasma. Detrás, más al fondo, hay una enorme mesa con sillas, supongo que esto hará la función de comedor. Me acerco a la cocina y es enorme, tiene de todo. Aquí disfrutará Mark, con lo que le gusta cocinar...

A Punta De PistolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora