Capítulo 9

4.8K 311 25
                                    

Lunes. Principio de semana. De vuelta al trabajo. De vuelta a las clases.

Con lo bien que he estado este fin de semana de fiesta y de salida divertida con Edward. Sí, fue divertido. Muy divertido. Y ahora, vuelvo a hacer guardia por las noches, a dormir por las tardes y a tener clase por las mañanas, haciendo que apenas tenga tiempo para nada. Genial...

Pero bueno, es mi trabajo y es lo que me toca hacer. Sin quejarme y sin escaquearme, sino mirando hacia delante y cumpliendo con mis obligaciones.

Miro la hora, y ya son las ocho menos cuarto, así que será mejor que salga pitando a clase de educación física, antes de que la profesora llegue y me riña por la tardanza.

Cuando salgo al salón de nuestra habitación veo que Nicole ya no está. Genial, y encima va y me deja tirada. Qué raro de ella... Salgo de la habitación y voy trotando al campus de la universidad para empezar a correr. Desde las ventanas de la residencia veo a lo lejos a Edward corriendo. Él y su puntualidad...

Al fin llego al campus y me posiciono al lado de Edward, el cual sonríe cuando me ve a su lado.

-Buenos días, princesa. ¿Te has quedado dormida?

-Cállate -No soy muy simpática cuando me levanto tarde y tengo que ir corriendo a todos los sitios porque no llego a tiempo. Bueno, en realidad no soy simpática nunca.

Edward, por una vez en su vida, obedece y sigue corriendo.

A los 10 minutos vemos a todos salir del gimnasio y a la profesora cabreada detrás. Por lo que veo, han vuelto a no hacerle caso y no estaban corriendo. Menos mal que esta vez he hecho como Ed y he empezado antes a correr. Me fijo por si veo a Nicole, pero no está. A ver si se ha dormido también y la que la ha dejado colgada he sido yo y no ella...

-¿En qué piensas tanto, princesa?

-No te incumbe -Digo sin siquiera mirarlo. Ed se ríe.

-Tú tan simpática como siempre -Sonrío, pero no le respondo y seguimos corriendo.

Veo que Ed está intentando adelantarme. Oh no, eso sí que no. El chico debería haber aprendido que a mí no me ganan ni al parchís. Así que acelero la marcha y lo supero por un par de centímetros, pero Edward me alcanza rápidamente y me supera. Así estamos, picándonos unos minutos más hasta que estoy un poco cansada y Ed va por delante de mí.

Pienso alguna manera de poder alcanzarlo, pero la idea viene a mi cabeza sola. Sonrío y acelero un poco mi paso. Cuando consigo estar justo detrás de él, le salto a la espalda. Noto como Edward se tensa, pero parecer sentir que soy yo, de modo que se relaja y se ríe un poco. Pero mi peso no le molesta, sino que me sujeta de las piernas y sigue corriendo tan tranquilamente.

Doblamos a nuestros compañeros y todos nos miran como si estuviésemos locos. Y es posible que lo estemos.

-¿Estás cómoda, princesa?

-Mucho, princeso -Me sujeto bien de sus hombros- Esto es imposible. ¿Cómo demonios no te cansas llevándome encima?

-Nena, yo soy incansable -Me lo imagino con una enorme sonrisa arrogante.

Ruedo los ojos y doy un salto al suelo para seguir corriendo por mí misma a su lado. Ahora que ya he descansado un poco estoy perfecta para seguir su ritmo. Es raro que me canse tan rápido... Pero entre la fiesta del sábado y este tonto que no me dejó descansar ayer, estoy todavía resacosa.

-Bien, chicos, parad -Oímos a nuestra profesora y corremos hasta llegar a su lado junto a todos- Vamos dentro a empezar con la lucha.

Nos adentramos en el gimnasio, y María se me acerca y camina a mi lado. Espero a que diga algo.

A Punta De PistolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora