IV• (Actualizado)

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Era inevitable pensar en el pasado en aquella situación. Inés fue atormentada por los recuerdos del oscuro pasado que sufrió, de su tiempo con Loreto. Los años llenos de violencia, abuso y las innumerables maldades que ese miserable hizo con ella, en especial su cuerpo. Ella sabía con el tiempo las heridas sanan, pero las cicatrices que él dejó no sólo la afectaron físicamente. Inés sin poder conciliar sus sueños se levantó y fue a la cocina a prepararse un té, que con suerte calmaría su mente.

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Cocina-

Victoriano bajo a tomar un vaso de agua, pero al llegar vio a Inés de espaldas sentada en una silla

V: Inés, ¿que haces aqui?

I: Victoriano... (Secándose las lágrimas)

V: ¿Estabas llorando?

I:No... (respondió mientras se levantaba) Me voy a dormir, con permiso.

V: Ines, no me mientas (sosteniendo su mano y acariciando sus nudillos, con su otra mano acaricio su mejilla sintiendo el rastro de las recientes lágrimas) Estabas llorando... Dime, Morenita, ¿porque? (Acercándose más a ella)

I:Victoriano... Yo... (con voz seca sin poder contener sus lágrimas por otro segundo más)

Victoriano al ver a Inés tan frágil, tan débil, la atrajo hacia su pecho y la abrazo suavemente.

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Habitación de Victoriano y Debora

D: (hablando por teléfono) Alonso, necesito que le propongas matrimonio a Diana lo antes posible... No me importa.... Has la parte que te corresponde, hermanito... Dentro de una semana tendré los resultados... Claro que si, te dije que arriesgaría todo incluso mi figura para cumplir con nuestra a venganza...

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Cocina

V:Inés, dime por favor. ¿Porque llorabas?

I:Victoriano... No puedo

V: ¿Tiene que ver con Emiliano?

I:No...

V:Entonces por quién... ¿es por Loreto?

I: (se mantuvo callada)

V: Lo extrañas, es eso. ¿Lo echas de menos?

I: ¡No, por Dios! (Ines aún no podía contarle a Victoriano las continuas visitas que Loreto le hacía en el Mercado, no era le momento adecuado) Victoriano esta conversación no llegará a nada. Mejor vámonos a dormir... me refiero que tu debes ir con tu esposa y yo... con permiso.

V: Ines, por favor.

I: Victoriano, entiende que no. Deja las cosas como estas, no vale la pena remover el pasado.

V: ¡No, Ines! Has callado por mucho tiempo. Exigió que me digas que fue lo que pasó, te pido una explicación ¿Porque te fuiste con Loreto? ¿Porque me dejaste?

I: Victoriano este no es el mejor momento.

V: Y ¿cuándo lo será? Han pasado muchos años, Inés. No es posible que aún no me digas la verdad. Quiero saber tus razones por las que me dejaste, por abandonarme.

I: Perdóname, pero no te lo voy a decir, Victoriano. Buenas noches...

V: ¡Nada de buenas noches! (enfurecido sostuvo el brazo de Ines y la atrajo peligrosamente a su pecho)

Sus narices se rozaban, podían respiraban el mismo aire. Sus bocas estaban solo a unos centímetros a punto de sellar un beso que por años los dos habían anhelado. Victoriano con la respiración agitada miro los ojos de Inés. Esos ojos verdes avellanas que lo volvían loco de pasión. Aquellos que le hacían volver el tiempo atrás, recordando su inocente amor. Ines mantiene su mirada en sus ojos y simultáneamente miraba la cercanía de sus labios a los suyos. Ella sabía lo que estaba a punto de venir y por instinto propio se humedece la comisura de sus labios. Ni aunque quisiera, no podría escapar de la llama de pasión que pedía a gritos ser consumida.

Las Amazonas: Ines y VictorianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora