Capítulo 22

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Las ventanas de su coche estaban abiertas, el viento hacía que mi cabello estuviera alborotado. Los dos platicábamos de cosas sin sentido, hasta que él hizo que le dijera por qué peleaba con Jennifer. Me insistió mucho, tanto que me desesperé y le conté todo, tal vez fue un error porque sus reacciones no fueron las que yo esperaba...

-¡No te rías!, no fue divertido.-bufé.

-Está bien.-dijo entre risas. -Por cierto, no creo que tengas un enorme y gordo trasero.-sonreí y mordí mi labio para contener una carcajada.

-Gracias.-bajé la mirada. -¿Quieres decirme a dónde vamos?, llevamos unos 10 minutos recorriendo las mismas calles.-

-No lo sé.-rodé los ojos. –dime, ¿adónde quieres ir?-

-Mmm... a un centro comercial.

-Me lo imaginaba.- reí por lo bajo. Sabía exactamente a dónde iría, a uno de los centros comerciales más grande que hay en Manhattan.

Comenzamos a caminar y platicábamos de las cosas que había ahí, era un momento muy bonito... sus ojos verdes no se despegaban de mí, de vez en cuando se acomodaba sus rulos y eso me dejaba sin aliento. Pero... ¿qué era ésto entre nosotros? Hasta un ciego se daría cuenta que tal vez estábamos en una cita, bueno... cita o no... si preguntaba iba a cometer una completa estupidez, mejor quédate callada _____. Miré mi reloj y faltaba media hora para que terminara el horario de escuela y tuviera que regresar a casa.

-Harry... creo que debemos irnos, si llego tarde mis padres se preocuparan y no quiero que me den un sermón.

-Tienes razón, además... quedamos en que hoy íbamos a estudiar.

-Sí, vamos.- lo tomé de la muñeca y salimos del centro comercial.

En un par de minutos nos encontrábamos en la entrada de mi casa.

-Linda casa.- dijo Harry.

-Gracias.- tomé las llaves de mi bolsa y abrí la puerta. –pasa.- le dije y él obedeció.

Subimos a mi habitación. Dejé mis cosas en el buró cerca de mi closet y él se sentó en la cama.

-Bien... abre tu libro de francés.-lo vi buscar en su mochila. Comenzamos a resolver algunos ejercicios que le faltaban. Me daba cuenta que me volteaba a ver y sonreía cada vez que lo hacía.

-No puedo creer que hables tan bien el francés.- dijo Harry sorprendido.

-Mis padres me llevaban a clases de francés porque tengo familiares en parís, y querían que cuando fuéramos de vacaciones, hablara tan bien como ellos.

-Entonces... ¿cómo es que tus amigos...?-

-Teníamos una muy buena maestra de francés en la secundaria.- respondí.

-Eso explica todo...- reí. Quede pensativa, miraba su rostro y esa hermosa forma en sus labios, observaba cada movimiento que hacia, no podía evitarlo, es simplemente... no sé cómo explicarlo. Por suerte él no me veía, o al menos eso creí.

-¿Qué piensas?- me dijo con una sonrisa pícara. Oh mierda, se dio cuenta.

-nada...- me tape con el libro. Sentí con el movimiento de la cama como se acercaba a mí.

-¿en nada?- bajo el libro y nuestras miradas quedaron frente a frente.

-si... en nada...- me miraba con esos ojos verdes que de ninguna manera se podían evitar.

-no te creo.-

-lastima... es la verdad...- él se acercaba cada vez más a mí, sus labios y los míos quedaban a corta distancia, trataba de controlar mi corazón que parecía que quisiera salir de mi pecho.

En pocos segundos, nuestros labios se unieron en un beso, eran tan dulces y suaves, jamás en mi vida había probado tan deliciosos labios, tenían un sabor único, especial, algo que me hacía sentir como si pudiera hacerlo que quisiera; era una combinación de dulzura con salvajismo. Sus manos tomaron de mi cadera y yo pase mis brazos a su cuello, fui subiendo mis manos a su cabello y jugaba con él con mis dedos, el acariciaba mis caderas, subía sus manos a mi espalda y volvía a bajar, de repente sentir las puntas de sus dedos tibios por debajo de mi blusa, no me importo y seguí la corriente.

Empezó a subir mi blusa poco a poco sin darme cuenta, yo hice lo mismo con su camisa, pero un poco más rápido. No decíamos nada, solo seguíamos con el beso, era como si algo no nos pudiera separar. Comencé a bajar mi posición, de manera que el quedo encima de mí, de vez en cuando decía su nombre, pero el solo hacía que no hablara. Cuando algo nos detuvo.

-¡____!, ¿estás en casa?-  

Por Un AccidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora