Capítulo 13: Caída libre

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Agarré una agenda pequeña que siempre guardaba en mi mochila. Ahí llevaba la cuenta de cuántos días habían pasado sin que se presentara algún problema, algún ataque, cualquier cosa sospechosa que tuviera relación con mi mente.

Nueve días. No había sentido ni un leve cosquilleo en mi nuca durante más de una semana. Lucas estaba contento con ello, pero yo y Simone lo encontrábamos medio sospechoso. Si realmente estaban ansiosos por manejarme a su antojo, no esperarían tanto tiempo dado que el tiempo era lo que yo más necesitaba para desarrollar mis nuevas habilidades.

Y vaya que lo estaba haciendo. Durante esos nueve días pasé gran parte encerrada en mi habitación practicando con Simone o con Lucas, e incluso con los dos. Mamá siempre pensaba que estaba estudiando como la muy buena alumna en la que me había convertido. Sin embargo, no estaba dejando mucho tiempo al estudio y temía que eso me pasara la cuenta en los próximos exámenes. Solo bajé mis calificaciones por una o dos decimas, nada importante por ahora.

Claro que, luego de la declaración de Dave, los policías llegaron a mi casa con nuevas preguntas. Corroboré los dichos por mi hermano y, además, agregué mi versión de los hechos, haciendo mucho énfasis en la visita de Chris a mi habitación luego de atacar a Dave y a su visita tres días después, incluyendo lo que él me había comentado esa noche acerca de dónde estuvo escondido. Los policías me preguntaron porqué no había dado esta misma información antes, ya que hubiese ayudado mucho a la investigación, entonces solo me encogí de hombros y les dije que seguía shockeada por el ataque a mi hermano. Lo más importante para mí era mencionar que Chris pudo haber muerto en alguna riña de borrachos durante el tiempo que estuvo escapando y, que si lo hizo, fue porque él había intentado asesinar a Dave, no Lucas.

Los policías se fueron esa tarde con la promesa de que volverían o que me llamarían por si necesitaban más información. Yo les había dicho todo, pero por Lucas no me importaba tener que enfrentarme a ellos de nuevo.

Ese día en particular no estaba de ánimos para más prácticas mentales, ya podía leer mentes con más facilidad, había practicado incluso con gente en el centro comercial, cuando fui a comprar ropa con Simone. Pero, a pesar que tenía que estudiar algebra, estaba agotada y tan solo quería dormir todo el día.

Como el tiempo era mucho más cálido, me senté en una tumbona en el jardín de mi casa, aprovechando que el sol daba de lleno en todo el patio. Papá y mamá habían salido a hacer las compras mensuales de comida mientras mi hermano estaba acompañando a su novia a comprar ropa, lo cual significaba que llegaría estresado.

–Qué vista –una voz murmuró desde el otro lado de la cerca, la que daba a la calle. Abrí los ojos y me senté. Mi corazón se aceleró por el miedo cuando comprobé que, quien me observaba desde la puerta de la cerca, era Nick.  

–¿Tu? –fue lo único que pude decir. Muy bien Amy.

–¿Así que aquí vives? –Eso me dio más pánico–. Venia de visitar a Paul, vive muy cerca de aquí, a una dos cuadras más o menos…

Él hablaba con total naturalidad pero yo sabía que no debía confiar en su sonrisa perfecta y su postura relajada. Tenía muchas dudas, ahora más que nunca. Estaba casi segura que Nick estaba ahí por algo, no algo amoroso precisamente.

–Hace días que no te he visto, parece que estuviste evitándome en la escuela –siguió hablando, yo me senté en la tumbona para mirarlo de frente–. ¿Me invitas a pasar?

Sin esperar una respuesta por mi parte, él abrió la puerta del jardín que no eran muy difícil de abrir, solo había que meter la mano para el otro lado y subir el seguro. Mi cuerpo se tensó cuando él caminó en mi dirección y se sentó en la tumbona de al lado. Maldición, esto tenía que pararlo ahora.

Un novio de otro mundo #2: OcultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora