Capítulo 25: Vacaciones al estilo Qatsina

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Del agua venimos.

Frente al mar, es el mejor lugar para pensar o también para olvidar.

Lo mejor de todo es que la vista que tenia ahora era de un mar diferente, cristalino y color turquesa, repleto de arrecifes, corales y peces coloridos. El oleaje era casi imperceptible, como el de un lago. Todo era tan sereno, tan pacifico y lejano, que los problemas en ese lugar desaparecían. Jamás podrían alcanzarme los malos pensamientos en este lugar. En esta isla.

Sentía que yo pertenecía a ese lugar, donde podría vivir aquí toda mi vida sin aburrirme. Era mi segundo hogar, pero un hogar que yo había elegido para que fuera mío, hogar que compartía con alguien muy especial.

Visualicé la imagen de un vaso con jugo de frutas tropicales en mi mente. Era Liam, el pequeño sentado sobre mis piernas que me pedía más de su jugo.

Telepáticamente, moví el vaso que se encontraba sobre una mesita de playa a unos metros de nosotros, el cual sobrevoló durante cortos segundos y fue a parar a mis manos.

–Con cuidado, sin ensuciarte –él lo tomó entre sus pequeñas manos y dio grandes sorbos hasta que no quedó más jugo–. Buen chico.

–¡Mamá! –Liam miró por sobre mi hombro y captó la mirada de Nina que venía bajando las escaleras, acercándose a la playa.

–Gracias por cuidarlo, Amy –tomó al pequeño en brazos y lo apoyó sobre su cadera–. Cuando Ian no está por mucho tiempo me cuesta mantener el departamento en orden.

–No hay problema, Liam es un bebé especial.

–Lo sé –lo miró y acarició su cabello rubio–. Serás el Kachina más guapo de todos cuando seas grande.

En respuesta, Liam sonrió muy alegre y aplaudió con mucha energía.

Llevaba tres semanas en la isla, aprovechando mis vacaciones de verano. Todavía faltaba mucho por volver y, gracias a que el papá de Lucas había sido tan convincente con mis padres, yo no tenía una fecha de retorno fijada.

Pero Luke se había ido con su hermano a la nave, donde ya habían trasladado a Veronika. Partieron hace cuatro días y, supuestamente, volverían esta misma noche, por lo cual yo estaba más que emocionada. Así que, durante todos estos días habíamos compartido solo entre mujeres, exceptuando al pequeño Liam: Simone, Nina, la madre de Luke y yo.

–¿Lo extrañas?

–¿A Ian? –Nina me miró sorprendida, yo asentí con la cabeza y luego sonrió tratando de esconder su rostro. Yo sabía que esos dos se querían mucho pero en sociedad trataban de parecer indiferentes, ocultando lo mucho que se necesitaban–. Bueno… claro que lo hago.

–Sí, te entiendo. Dos días sin ver a Lucas son algo extraño para mí y eso que no vivimos juntos como ustedes.

–Aunque ha sido como vivir juntos durante las últimas semanas.

–Eso… sí, es verdad.

Creo que nunca habíamos pasado tanto tiempo juntos. Lo mejor de todo es que era imposible aburrirme de Lucas, así que habían sido las mejores vacaciones de mi vida.

Pero un viaje de dos días se había extendido a cuatro y, en el último contacto que Simone había tenido con sus hermanos, ellos le habían comunicado que volverían esta misma noche. Por eso, cuando ya era medianoche y yo me encontraba esperando en nuestra habitación por él, me di cuenta que probablemente el viaje se había prolongado por más tiempo.

Por eso decidí dormir. Si Lucas llegaba de seguro me despertaría.

La cama tenía unas sabanas tan suaves y sedosas que, al momento de meterme en ella, sentía el cansancio caer sobre mi cuerpo. Esa era la razón de porqué no fui capaz de esperarlo hasta que llegara.

Un novio de otro mundo #2: OcultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora