El sueño se repetía una y mil veces. Yo me encontraba en una habitación diminuta que giraba. Mi cabeza daba vueltas, sentía nauseas pero nunca vomitaba. La habitación seguía girando al mismo tiempo que escuchaba mucho ruido a mí alrededor. Durante el sueño, en todo momento pensé que se trataba de un terremoto.
Debía ser eso. ¿Qué otra cosa podía ser?
Desperté de a poco, sintiendo que aún me faltaba un siglo por dormir.
Mis ojos no respondían como yo quería. Se abrían de a poco, pesadamente, como si mis pestañas se rehusaran a cooperar y permanecieran enredadas unas con otras.
Todo era blanco. El techo, las paredes, las ventanas y cortinas. De pronto, el lugar me pareció de lo más familiar. Yo había estado antes ahí. No era la habitación de mi sueño, por suerte.
–Querida, cariño. ¡Mark, abrió los ojos! –esa era la voz de mamá, pero se escuchaba tan distante–. Mírame, cariño. Aquí estoy.
–M… –quise llamarla, pero no podía murmurar más que una letra.
–Tranquila, no hables –ese era papá. Su voz sonaba grave, como si se hubiese fumado una cajetilla de cigarrillos de un tirón. Pero a mamá no le gustaba que fumase.
–Cariño, ya estás bien. Oh mi dios, sabía que despertarías.
–Es mi chica fuerte –convino papá.
¿Pero de qué rayos estaban hablando? ¿Por qué tanta felicidad?
–¿Q-qué… ?
Vi que mis padres intercambiaban miradas. Mi madre estaba llorando. Eso me dio mala espina. Además, esta no era mi habitación. Se parecía mucho a la del hospital, donde estuve casi una semana internada luego del huracán.
Oh por dios. Ahora podía recordarlo todo.
–Tranquila –papá tocó mi hombro suavemente–. Tuvieron un accidente, tú y Dave.
–¿Dave…? –mis ojos se abrieron como platos. Debía saber cómo se encontraba.
–Él… –la voz de papá se quebró. Entonces sentí una punzada dolorosa en el corazón.
No, Dave estaba bien… ¿cierto? tenía que estarlo.
Mamá se echó a llorar en silencio mientras apretaba el brazo de papá, sosteniéndose de él.
–Papa… ¿cómo e-esta…? –mi voz era seca, pero hice mi mayor esfuerzo por hablar.
–Bien… estable dentro de lo muy grave que estuvo. Él… tuvieron que mantenerlo en coma por tres días. Recién ayer tuvo una pequeña mejora.
¡Tres días! ¡Tres días más uno! ¡Cuatro malditos días habían pasado!
–Ya despertará, tranquila. Él es fuerte, como tu –papá acarició mi rostro con mucha suavidad. Sentí mis mejillas húmedas e inmediatamente me di cuenta de que estaba llorando.
–Despertará. Lo hará –mamá asintió muy enérgica.
Debía ser muy difícil para ellos. Habíamos estado los dos muy graves. Sus dos únicos hijos. Y yo aun no sabía a quién culpar. Debía saberlo, debía saber si todo había sido culpa de ella.
–Pero cuando despierte… –agregó mamá, esta vez mirando a papá, quien apretó su mano.
Algo pasaba. Algo estaban escondiendo. Debía saberlo, ya que me había perdido tanto en estos últimos días. Tenía tantas preguntas que hacer, pero para responderlas necesitaba a Lucas.
–¿Qué pasa? –pregunté al fin, sabiendo que ellos aun dudaban.
Yo nunca veía a papá quebrado o demostrando lo muy dolido que estaba por algo. Bueno, teniendo en cuenta que los momentos más difíciles los habíamos vivido desde el ataque a Dave, en navidad. Después vino mi caída en la escalera, el huracán y ahora el accidente en auto. Sin embargo, en esas ocasiones lo vi preocupado, pero nunca tan atormentado como ahora. Le dio un apretón al hombro de mamá y se alejó de la habitación.
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Un novio de otro mundo #2: Ocultos
Romance[Segunda parte de "Un novio de otro mundo: Destinados"] Luego del fin de una guerra legendaria de tres mil años, Amy y Lucas creían que podrían vivir al fin en paz. Sin la constante amenaza Nephilim, pensaron que con aquella batalla en año nuevo se...